Tailandia: victoria p¨ªrrica
La m¨¢s grave crisis pol¨ªtica tailandesa en d¨¦cadas se ha cerrado en falso, con la derrota a manos del ej¨¦rcito de los camisas rojas atrincherados en el centro de Bangkok. La sangre vertida desde abril, casi un centenar de muertos y 2.000 heridos, los edificios emblem¨¢ticos en llamas en la metr¨®poli, marcan un antes y un despu¨¦s. La sostenida revuelta durante meses de quienes se consideran marginados por el complejo palaciego-militar que dirige los destinos de Tailandia -por contaminado que pueda estar su movimiento por la ambici¨®n del depuesto y multimillonario ex primer ministro Thaksin Shinawatra- ha diseminado por el pa¨ªs sudasi¨¢tico la idea de que el futuro no se podr¨¢ escribir sin ellos.
La Tailandia moderna no hab¨ªa vivido un periodo semejante de violencia urbana y destrucci¨®n. Hoy, tras la exhibici¨®n de fuerza castrense, es un pa¨ªs m¨¢s dividido y m¨¢s alejado de un horizonte de prosperidad y democracia. El jefe del Gobierno, Abhisit Vejjajiva, volvi¨® ayer a hablar de reconciliaci¨®n; pero es m¨¢s que dudoso que esta pueda ser pilotada por quien, tras llegar al poder en 2008 mediante un enjuague parlamentario, es parte fundamental del problema. Vejjajiva ha quedado marcado por apadrinar el desenlace armado de este conflicto y solo un Gobierno provisional de unidad ser¨ªa hoy nominalmente capaz de adoptar las decisiones, electorales y constitucionales, para suturar el grav¨ªsimo desgarro sufrido por Tailandia.
En Bangkok y en otras 23 provincias rige el toque de queda. El norte y el noreste del pa¨ªs, donde viven m¨¢s de la mitad de sus casi 70 millones de habitantes, son feudos pol¨ªticos de Shinawatra, a quien hay que culpar de no haber ordenado a sus leales una retirada que evitase el ba?o de sangre. El final del asedio en Bangkok, en este contexto, no significa la conclusi¨®n de un conflicto que tiene su origen en la quiebra de un sistema de fachada democr¨¢tica que se ha mantenido a flote gracias al vigor del rey como s¨ªmbolo unificador y ¨¢rbitro incontestable. Pero Bhumibol es ahora un anciano enfermo y silente.
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