La tortuga pol¨ªtica, tras la liebre de la crisis
La confianza es un bien muy delicado, que se da por descontado cuando todo funciona, pero se echa en falta dram¨¢ticamente cuando escasea. La crisis entera, en sus distintas fases, incluida la pol¨ªtica, puede explicarse en t¨¦rminos de confianza, de su escasez e incluso de su quiebra absoluta. Los ciudadanos no la perdemos de golpe y sin explicaci¨®n alguna, al contrario: la perdemos porque alguien nos hace extremadamente desconfiados. Por ejemplo, si los bancos cierran sus ventanillas para no tener que pagar a sus clientes. O si los Gobiernos niegan la realidad de la crisis y luego toman medidas que han prometido no tomar.
Cuando pega la crisis y es una crisis tan dura, la quiebra de la confianza act¨²a como un terremoto sobre toda la sociedad. Desaparece como por ensalmo en todos los ¨¢mbitos. Dejamos de confiar en el valor de nuestros dep¨®sitos bancarios, en la moneda com¨²n, en las instituciones que nos rigen o en las noticias que nos dan los peri¨®dicos. Ahora mismo la desconfianza se ha convertido directamente en pol¨ªtica y en europea. Nos cuesta creer que alguien nos saque del agujero negro, consiga salvar la deuda de los pa¨ªses meridionales, preservar el euro y mantener incluso la Uni¨®n Europea. No hay confianza en los gobernantes y menos la hay en la capacidad de los 16 Gobiernos del euro y de los 27 de la Uni¨®n para empezar a gobernar todos a una como exige la salida de la crisis.
No todo es rigurosamente negro, es cierto. Los europeos hemos dado algunos peque?os pasos. El Banco Central Europeo ha dejado de preocuparse exclusivamente de combatir la inflaci¨®n y ha visto levantada la prohibici¨®n de comprar deuda y de utilizarla como aval con independencia de su clasificaci¨®n. Se ha creado un fondo europeo colosal para evitar que el hundimiento de la deuda griega act¨²e como la primera ficha del domin¨® que hace caer todas las otras. Todos los socios est¨¢n presentando planes para cortar por lo sano los d¨¦ficits p¨²blicos. Habr¨¢ supervisi¨®n europea de los presupuestos nacionales. Se anuncian regulaciones para la banca financiera e incluso impuestos sobre las transacciones, de forma que los banqueros tambi¨¦n contribuyan a financiar el d¨¦ficit y no caiga el entero esfuerzo sobre los pensionistas y los asalariados. Alemania, en una fuga unilateral, quiz¨¢ de p¨¢nico, ha prohibido ya las compras especulativas de valores; y quiere desposeer a los pa¨ªses miembros que no cumplan con los planes de estabilidad de su derecho de voto en las instituciones y de sus fondos de solidaridad europeos.
Todo se dirige, as¨ª, hacia la constituci¨®n de un Gobierno econ¨®mico del euro. Al fin. Pero la duda tr¨¢gica que nos invade es saber si la pol¨ªtica, con su paso de tortuga, podr¨¢ alcanzar a tiempo a esta crisis voraz que avanza como una liebre.
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