La generaci¨®n instant¨¢nea
Tanto antes de la crisis como durante la crisis, la sociedad del derroche ha penetrado hasta tal punto en todos los aspectos de nuestra vida, que el consumo compulsivo ya no se limita a lo que adquirimos en las tiendas. El consumismo se ha trasladado a las relaciones sentimentales, cada vez m¨¢s ef¨ªmeras, por no hablar de nuestra sufrida agenda diaria, que sobrecargamos de compromisos y actividades. Consumimos tiempo y recursos en una carrera alocada contra el ritmo natural de las cosas.
Todo lo queremos instant¨¢neo. Antes, preparar un caf¨¦ en casa era un ritual que implicaba desenroscar la cafetera, llenar el filtro de caf¨¦ molido, volverla a cerrar, esperar a que el fuego hiciera emerger el caf¨¦ con un sonido inconfundible? Hoy ponemos una c¨¢psula en la m¨¢quina y obtenemos en cuesti¨®n de segundos un caf¨¦ instant¨¢neo.
"Corremos sin cesar porque no sabemos ad¨®nde vamos ni qu¨¦ queremos hacer con nuestra vida. Detenernos nos da miedo"
"Si se cumplen los pron¨®sticos, nos aguarda un mundo m¨¢s lento y peque?o en el que los vecinos y el barrio recuperar¨¢n importancia"
El problema no es el caf¨¦, sino que esta misma urgencia domina el resto de ¨¢mbitos de nuestra vida. Somos la generaci¨®n Nespresso.
Con prisa y sin pausa
"Tanta urgencia tenemos por?hacer cosas, que olvidamos lo ¨²nico importante: vivir"
(Robert Louis Stevenson)
La cultura de la impaciencia se empez¨® a gestar con la revoluci¨®n industrial y ha llegado a su c¨¦nit esta ¨²ltima d¨¦cada. Con la implantaci¨®n masiva de Internet y de la telefon¨ªa m¨®vil, nos hemos acostumbrado a los resultados inmediatos. Escribimos el nombre de un restaurante en la ventanita de Google y antes de un segundo tenemos su ubicaci¨®n exacta en el mapa. Mandamos un correo electr¨®nico, y si no obtenemos respuesta r¨¢pida, llamamos para ver qu¨¦ sucede.
Seg¨²n el psic¨®logo Miguel ?ngel Manzano, "las nuevas tecnolog¨ªas nos han construido un mundo virtual con el que nos relacionamos la mayor parte del tiempo; por tanto, cada vez estamos m¨¢s acostumbrados a esos tiempos de reacci¨®n y cualquier cosa que se dilate demasiado nos molesta".
Nuestra generaci¨®n exige resultados a cort¨ªsimo plazo. Pero ?vivir as¨ª nos hace m¨¢s felices? ?D¨®nde est¨¢ el placer de la espera? ?Qu¨¦ sentido tiene correr tanto cuando no sabemos hacia d¨®nde queremos ir?
Antiguamente, la paciencia y la lentitud se consideraban virtudes capitales para hacer grandes obras, como copiar un manuscrito o edificar una catedral. De hecho, estudios modernos como el de Malcolm Gladwell y su ley de las 10.000 horas reivindican el tiempo y la dedicaci¨®n como clave de la excelencia. La precipitaci¨®n, en cambio, genera estr¨¦s, angustia y frustraci¨®n. Tal como dec¨ªa hace un siglo el escritor brit¨¢nico Chesterton, el problema de las prisas es que al final nos hacen perder mucho tiempo.
'Speed dating'
"Las grandes leyes de la naturaleza son: no corras, no seas impaciente y conf¨ªa en el ritmo eterno" (Nikos Kazantzakis)
La pasi¨®n por lo instant¨¢neo explica el auge de f¨®rmulas como el speed dating, en el que los singles disponen de siete minutos con cada persona en una multicita que les obliga a saltar de mesa en mesa. En cada minicharla, el emparejado/a debe decidir si va a marcar en la cartulina el nombre de quien tiene delante para un futuro contacto o bien termina aqu¨ª el encuentro.
Una sesi¨®n de speed dating comporta conocer de siete a 10 personas en una hora, aunque en versiones m¨¢s aceleradas -con encuentros de dos minutos- se puede aumentar el n¨²mero de citas a 25 por hora. En muchos de estos locales se promueve el fast food durante los encuentros, porque se ha comprobado que tener algo en la mano, por ejemplo un trozo de pizza, permite controlar mejor los nervios. La m¨²sica machacona a buen volumen har¨¢ el resto.
La pregunta es ad¨®nde nos lleva todo esto. Aunque en esta cadena de flirteos elijamos a alguien que a su vez nos ha seleccionado, nuestro umbral de tolerancia en la pr¨®xima cita ser¨¢ m¨¢s bien escaso. Quien no quiere perder m¨¢s de siete minutos en conocer a alguien tardar¨¢ ese mismo tiempo en desencantarse cuando se adentre en la complejidad del otro.
Esta misma prisa hace que los padres hayan perdido la paciencia a la hora de educar a sus hijos, adem¨¢s de sufrir constantes conflictos con familiares, amigos y compa?eros de trabajo por una simple falta de tiempo para aclarar las cosas.
Antes o despu¨¦s tendremos que preguntarnos por qu¨¦ estamos viviendo de esta manera y qu¨¦ obtenemos con ello.
Lo que oculta la carrera
"La velocidad no sirve para
nada si te dejas el cerebro por el?camino" (Karl Kraus)
Detr¨¢s de la generaci¨®n Nespresso se oculta un problema de ansiedad generalizada. Corremos sin cesar porque no sabemos ad¨®nde vamos ni qu¨¦ queremos hacer con nuestra vida. Como detenernos a pensar nos da miedo -existe el riesgo de descubrir que andamos perdidos-, entre una c¨¢psula de experiencia instant¨¢nea y la siguiente, seguimos a la carrera.
Sobre esto, el periodista Jos¨¦ Mar¨ªa Romera afirma que "la agitaci¨®n que impera en nuestro tiempo deja poco espacio a la reflexi¨®n y al sosiego. Esperar es casi un acto heroico cuando la conducta m¨¢s frecuente ante el rechazo o el fracaso es el abandono a las primeras de cambio. S¨®lo en la medida en que nos reconciliemos con la duraci¨®n propia de cada cosa podremos obtener de ella el m¨¢ximo beneficio".
Hay una serie de h¨¢bitos que nos permiten pasar de lo instant¨¢neo al lento y placentero rugido de la cafetera de la vida. Algunos de ellos ser¨ªan:
Recuperar el h¨¢bito de esperar. Aunque haya cola en una tienda o parada del mercado, si es all¨ª donde queremos comprar, no buscar una soluci¨®n instant¨¢nea cambiando de lugar.
Congelar los correos electr¨®nicos conflictivos. Al menos 24 horas, ya que una respuesta instant¨¢nea y en caliente puede destruir en cinco minutos una relaci¨®n edificada en a?os.
Encargar un libro en la tienda del barrio. Como en los viejos tiempos, esperar su llegada una semana o dos aumentar¨¢ la ilusi¨®n cuando lo tengamos en las manos.
Ver pel¨ªculas de arte y ensayo. Contra la velocidad que imprime el cine comercial, revisitar pel¨ªculas europeas de los sesenta y setenta, o bien optar por la filmograf¨ªa oriental, nos educa en un ritmo m¨¢s calmado y reflexivo.
Ejercitarnos en la espera y la lentitud tiene un valor adicional, ya que hay indicios de que el gran batacazo que ha supuesto para nuestro modo de vida la ¨²ltima crisis econ¨®mica va a imprimir un giro radical al mundo.
El fin del 'low cost'
"Uno puede estar a favor
de la globalizaci¨®n y en contra de su rumbo actual, lo mismo que se puede estar a favor de
la electricidad y contra la silla el¨¦ctrica" (Fernando Savater)
Antes de que nos cansemos de lo instant¨¢neo, parece ser que el mundo va a encoger y nos obligar¨¢ a vivir con un ritmo m¨¢s pausado y natural. Esa es la tesis del analista econ¨®mico Jeff Rubin, que en su libro Por qu¨¦ el mundo est¨¢ a punto de hacerse mucho m¨¢s peque?o anuncia el retorno a una cultura basada en los productos locales.
"Cuando el barril de petr¨®leo vuelva a costar tres d¨ªgitos, esto acabar¨¢ con la cultura low cost y demostrar¨¢ que la globalizaci¨®n ha sido un sue?o o una pesadilla, pero, en cualquier caso, que es econ¨®micamente insostenible. Ya era ecol¨®gicamente inviable, pero ahora tambi¨¦n lo ser¨¢ desde un punto de vista financiero. Tomaremos el avi¨®n, pero no para ir a Vietnam de vacaciones, sino en ocasiones muy se?aladas y pagando un precio muy alto, tal y como suced¨ªa antes.
La imposibilidad de transportar mercader¨ªas baratas de una parte del mundo a otra, seg¨²n Rubin, nos obligar¨¢ a producirlo todo m¨¢s cerca: desde los granos de arroz hasta los barcos. Lo que era ex¨®tico volver¨¢ a ser ex¨®tico, y caro. Dicho de otro modo, tener fresas en invierno se convertir¨¢ en un lujo de exc¨¦ntricos. Nos tendremos que reacostumbrar a una cultura m¨¢s local y artesana y, con ello, a los ciclos naturales.
La pr¨®xima generaci¨®n
"Ha de haber algo m¨¢s en la vida que tenerlo todo" (Maurice Sendak)
Si se cumplen estos pron¨®sticos, nos aguarda un mundo m¨¢s lento y peque?o que implicar¨¢ viajar menos en coche y caminar m¨¢s a menudo. Compraremos y trabajaremos m¨¢s cerca de casa y, por tanto, nuestros vecinos y el barrio en el que vivimos recuperar¨¢n la importancia de anta?o.
El fin de lo fr¨ªvolo y lo inmediato tendr¨¢ gran repercusi¨®n en la psicolog¨ªa de la sociedad. As¨ª lo asegura el periodista cultural David Barba, que prepara el primer ensayo sobre la generaci¨®n Nespresso: "Nuestra visi¨®n de la escasez ser¨¢ sustituida por una mentalidad de abundancia. A lo largo de la historia, las sociedades tradicionales, mucho m¨¢s pobres en lo material, han sentido como una bendici¨®n la posesi¨®n de alimentos u objetos de sobra, y jam¨¢s falt¨® un lugar en la mesa para el caminante que necesita un plato de comida. Sin embargo, nuestra sociedad de la opulencia siente como ninguna otra la idea de la escasez, el preconcepto de que no hay suficiente para todos y, por tanto, no es posible compartir el bienestar con los reci¨¦n llegados o con los elementos 'no-productivos'. En una sociedad moralmente mejorada, la solidaria mentalidad de la abundancia -m¨¢s propia de la naturaleza humana, como han demostrado las psicolog¨ªas humanistas del siglo XX- emerger¨¢ para quedarse".
Por tanto, la buena noticia de la crisis es que, cuando pase el vendaval, seremos capaces de ver nuestras verdaderas prioridades, todo lo esencial que nos hab¨ªa pasado de largo en nuestra agotadora carrera hacia ninguna parte.
PARA DESACELERAR
1. Libros
- 'El desierto de los t¨¢rtaros', de Dino Buzzati (Alianza).
- 'Del caminar sobre el hielo', de Werner Herzog (La Tempestad).
2. Pel¨ªculas
- 'Hierro 3', de Kim Ki-duk (Cameo).
- 'Una historia verdadera', de David Lynch (V¨¦rtice).
3. Discos
- 'I'm the man', de Simone White (Honest Jones).
- 'Lhasa', de Lhasa (Warner).
?POR QU? CORREMOS?
"Una reuni¨®n del Club de Roma de los a?os setenta lleg¨® a la conclusi¨®n de que cada soluci¨®n que encontramos para un problema global genera de media cuatro problemas nuevos. La sociedad de la prisa corre para no dejarse atrapar por los problemas. Esta prisa es imprescindible para mantener la caldera del sistema en marcha, aunque cada vez da mayores signos de estar a punto de estallar, al tiempo que convertimos el bosque en holl¨ªn. En una dimensi¨®n psicol¨®gica, corremos por lo mismo de siempre: para escapar del dolor y de la muerte. Pero, ?ay!, el dolor es un corredor de fondo. La gran diferencia es que la tecnolog¨ªa nos ha permitido multiplicar exponencialmente nuestra prisa hasta alcanzar velocidades de v¨¦rtigo; una tecnolog¨ªa que, por cierto, s¨®lo se ha ocupado de encontrar la manera de acelerar, pero se olvid¨® de los mecanismos de frenado", afirma David Barba.
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