El falso dilema de la transici¨®n cubana
En los ¨²ltimos d¨ªas varias instituciones y personalidades de la cultura insular han reaccionado contra la Plataforma de Espa?oles para la Democratizaci¨®n de Cuba, impulsada por m¨¢s de 60 escritores y artistas espa?oles, cr¨ªticos del sistema pol¨ªtico cubano, desde las m¨¢s variadas simpat¨ªas ideol¨®gicas. Las reacciones pueden leerse en La Jiribilla, semanario electr¨®nico del Ministerio de Cultura, uno de los principales aparatos ideol¨®gicos del Estado cubano.
M¨¢s all¨¢ de las acusaciones de "injerencia" y "agresi¨®n" contra intelectuales que solo han expresado opiniones sobre lo que sucede en un pa¨ªs de este mundo, de los manidos calificativos -"fascistas", "franquistas", "reaccionarios"...-, o de la reducci¨®n de la diversidad ideol¨®gica de los firmantes de la Plataforma a "operaci¨®n de Aznar", esas respuestas aportan algo valioso al debate sobre Cuba: ofrecen una explicaci¨®n, al menos una, de por qu¨¦ el Gobierno de Ra¨²l Castro no emprende las reformas que prometi¨® en los primeros meses de su mandato.
El castrismo ataca a los artistas y escritores espa?oles que firmaron a favor de la democracia en Cuba
Ah¨ª, deslizada entre contradictorias afirmaciones de que "Cuba ya cambi¨® hace medio siglo", de que "est¨¢ cambiando todos los d¨ªas" o de que "cambiar¨¢ cuando termine el bloqueo", aparece la explicaci¨®n que el propio Gobierno no ha dado: las reformas no se realizan porque de flexibilizarse m¨ªnimamente los derechos civiles y econ¨®micos de la ciudadan¨ªa -ni siquiera los pol¨ªticos- el "enemigo" aprovechar¨ªa esos espacios para derrocar la Revoluci¨®n, regresar a la dependencia de Estados Unidos y restaurar el capitalismo.
El enemigo, ese monstruo creado por la ideolog¨ªa oficial, es una hidra de 1.000 cabezas (la oposici¨®n interna, la disidencia socialista, los exilios, Miami, Estados Unidos, la Uni¨®n Europea, el Grupo PRISA, EL PA?S, CNN, El Nuevo Herald, Letras Libres, la derecha latinoamericana...) que, milagrosamente, act¨²a como un actor racional, con una agenda perfectamente dise?ada y coordinada. Habr¨ªa que responder, primero, a la pregunta de qui¨¦n es el enemigo para luego hacernos una idea aproximada de su perversa misi¨®n.
?Qui¨¦n es el enemigo? ?Yoani S¨¢nchez y los j¨®venes blogueros que narran cr¨ªticamente el dif¨ªcil d¨ªa a d¨ªa de los cubanos en la isla? ?Las Damas de Blanco, que solo piden marchar en silencio luego de asistir a misa y orar por la salud de sus esposos e hijos presos? ?Oswaldo Pay¨¢, Elizardo S¨¢nchez, Vladimiro Roca, Martha Beatriz Roque, Manuel Cuesta Mor¨²a o los dem¨¢s l¨ªderes de la oposici¨®n interna, que defienden la transici¨®n pac¨ªfica, la reconciliaci¨®n nacional y reportan cada violaci¨®n a derechos humanos que tiene lugar en la isla?
?Qui¨¦n es el enemigo? ?Car
-los Alberto Montaner o cualquiera de los l¨ªderes socialdem¨®cratas, democristianos, socialistas democr¨¢ticos o liberales del exilio que desde hace d¨¦cadas promueven un cambio pactado, que no excluya a los propios miembros de la actual clase pol¨ªtica cubana? ?El Gobierno de Barack Obama, que derog¨® las sanciones de 2004 y reinici¨® el di¨¢logo migratorio con el Gobierno cubano, pero cree que para proceder al levantamiento del embargo comercial es necesario que La Habana emprenda las reformas prometidas? ?La Uni¨®n Europea, que tambi¨¦n derog¨® las sanciones de 2004, pero que permanece dividida sobre la pertinencia o no de replantear la posici¨®n com¨²n de 1996?
?Qui¨¦n es el enemigo? ?Miami, donde tan solo en los ¨²ltimos meses, y gracias a las medidas de Obama, han actuado La Charanga Habanera, Los Van Van, el d¨²o Buena Fe y Carlos Varela y por donde pasan, constantemente, poetas, novelistas, dramaturgos, pintores y actores de la isla? ?D¨®nde han impartido conferencias el historiador Eduardo Torres Cuevas, director de la Biblioteca Nacional de Cuba, el polit¨®logo Rafael Hern¨¢ndez, director de la principal revista de ciencias sociales de la isla, y dos premios nacionales de la literatura cubana, Ant¨®n Arrufat y Abelardo Estorino? ?Miami, la ciudad que env¨ªa m¨¢s de 1.000 millones de d¨®lares en remesas a la isla y que respalda, mayoritariamente, la reunificaci¨®n familiar?
?Qu¨¦ desean los "enemigos"? ?Derrocar la Revoluci¨®n? Ninguno de esos actores pol¨ªticos defiende la confrontaci¨®n o la violencia como m¨¦todo pol¨ªtico y ninguno considera que hoy exista algo llamado "revoluci¨®n". Todos piensan que la Revoluci¨®n fue un fen¨®meno hist¨®rico que tuvo lugar entre fines de los a?os cincuenta y principios de los setenta, cuyo legado es tema de debate entre historiadores. Lo que s¨ª piensan esos "enemigos" es que el sistema pol¨ªtico que deriv¨® de aquella Revoluci¨®n -partido ¨²nico, econom¨ªa estatal, control de la sociedad civil- es incapaz de representar equitativamente los complejos intereses de la sociedad cubana del siglo XXI.
?Qu¨¦ desean los "enemigos"? ?Anexionar Cuba a Estados Unidos? ?Crear un Estado dependiente o semisoberano, como el que existi¨® entre 1902 y 1934? Ninguno de los programas pol¨ªticos de las m¨¢s conocidas y prestigiosas organizaciones de la oposici¨®n o el exilio cubanos propone semejante disparate. Todos esos actores pol¨ªticos, incluyendo Estados Unidos, la Uni¨®n Europea o cualquier l¨ªder de Am¨¦rica Latina que simpatice con la transici¨®n cubana, aspiran a preservar la autodeterminaci¨®n de la isla.
?Qu¨¦ desean los "enemigos"? ?Restaurar el capitalismo? El capitalismo ya se restaur¨® en Cuba, solo que la ¨²nica empresa autorizada para explotar el trabajo asalariado, extraer plusval¨ªa y compartir ganancias con sus socios del capital extranjero es el Estado. Los principales ingresos de ese Estado provienen de la econom¨ªa de mercado global, por lo que el conflicto cubano no es entre quienes quieren preservar el socialismo y quienes quieren regresar al capitalismo, sino entre quienes quieren conservar el actual capitalismo autoritario de Estado y quienes quieren democratizarlo.
Los deseos del "enemigo" no est¨¢n muy lejos, por lo visto, de los de la mayor¨ªa de los ciudadanos de la isla. A juzgar por lo que han expresado en las bases del Partido Comunista, los "revolucionarios" cubanos, aunque voten en las elecciones y desfilen el 1¡ã de Mayo, tambi¨¦n quieren poder entrar y salir de su pa¨ªs sin permiso del Gobierno, tener derecho a la peque?a y mediana empresa privada, acceder libremente a la informaci¨®n nacional e internacional y asociarse y expresarse con mayor autonom¨ªa.
El Gobierno de Ra¨²l Castro no realiza esas reformas porque quiera proteger al pueblo de sus enemigos, sino porque no quiere ceder un ¨¢pice de su viejo y atrofiado poder. El derrocamiento de la Revoluci¨®n, la p¨¦rdida de la soberan¨ªa de la isla o la restauraci¨®n del capitalismo no son amenazas reales. Son ficciones concebidas para postergar, una vez m¨¢s, el cambio que necesitan todos los cubanos, incluyendo los que forman parte del actual Gobierno. Un cambio cuya necesidad est¨¢ decidida por la falta de correspondencia entre la plural sociedad de la isla y la di¨¢spora y el dise?o totalitario del sistema pol¨ªtico cubano.
Rafael Rojas es historiador cubano y exiliado en M¨¦xico. Ha ganado el primer Premio de Ensayo Isabel Polanco con Rep¨²blicas de aire.
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