En la encrucijada
Espa?a se juega la posibilidad de salir de la crisis o precipitarse en una d¨¦cada perdida
Esta es la hora en la que la oposici¨®n deber¨¢ estar a la altura del Gobierno al aprobar el decreto de recorte del gasto p¨²blico. El plan de rescate europeo para evitar que se produzcan situaciones como la de Grecia se ha establecido sobre la base de una disciplina fiscal que deja escaso margen de maniobra para pa¨ªses como Espa?a. Y, a efectos del resto de los socios europeos, que el viernes volvieron a endurecer las condiciones, son indiferentes los t¨¦rminos en los que se desarrolle el debate pol¨ªtico interno sobre los planes de austeridad: lo que importa es el resultado, y las consecuencias de que se aprueben o no se desencadenar¨¢n con independencia de las razones con las que cada grupo parlamentario justifique su posici¨®n.
Las medidas adoptadas por el Consejo de Ministros no han conjurado los riesgos; sencillamente, han colocado al pa¨ªs en mejores condiciones para hacer frente a los m¨¢s inmediatos, la financiaci¨®n de la deuda y la obtenci¨®n de nuevos cr¨¦ditos. A estas alturas carece de sentido seguir haciendo reproches de despilfarro al Gobierno, seg¨²n acostumbra el Partido Popular para eludir las responsabilidades que le exige este momento, o continuar lanzando anatemas contra los mercados, como hacen los socios m¨¢s a la izquierda del Ejecutivo. En las pr¨®ximas semanas, las cuentas p¨²blicas estar¨¢n en la encrucijada y Espa?a se jugar¨¢ la posibilidad de salir de la crisis con las econom¨ªas m¨¢s fuertes o de precipitarse en una d¨¦cada perdida.
Este ser¨ªa el peor momento para sumar incertidumbre pol¨ªtica a la econ¨®mica. Rodr¨ªguez Zapatero ha dado sobradas muestras de frivolidad en la gesti¨®n de la crisis, pero un adelanto electoral que arrojase dudas sobre el rumbo que seguir¨¢ la pol¨ªtica econ¨®mica equivaldr¨ªa a un suicidio colectivo. La paradoja a la que se enfrenta la situaci¨®n espa?ola es que solo desde un amplio y s¨®lido acuerdo sobre el programa econ¨®mico ser¨ªa juicioso convocar elecciones, no para marcar un rumbo distinto sino para dotar de credibilidad al Ejecutivo. Y la f¨®rmula del Gobierno de unidad, por su parte, deber¨ªa descartarse porque, de formarse y fracasar, dejar¨ªa al sistema sin recambio pol¨ªtico y alentar¨ªa un peligroso proceso de desplazamiento hacia los extremos.
La reabsorci¨®n del insoportable desempleo que padece la econom¨ªa espa?ola no podr¨¢ llevarse a cabo sin una reforma del mercado laboral, entre otras medidas. En ning¨²n caso se deber¨ªa trivializar que se trata de una l¨ªnea roja para los sindicatos. Pero otras l¨ªneas rojas han debido traspasarse, y este es el esfuerzo que cabe reclamar hoy a las centrales y sus dirigentes: defender los leg¨ªtimos derechos que representan sin perder de vista lo que se juega el conjunto del pa¨ªs. Una huelga general que fuera un ¨¦xito para los convocantes y un rev¨¦s para los planes del Gobierno podr¨ªa resultar fatal para la posici¨®n internacional de Espa?a. Y un fracaso, tambi¨¦n, porque limitar¨ªa la capacidad de interlocuci¨®n de los sindicatos cuando m¨¢s necesaria resulta para todos.
Facilitar las fusiones de cajas de ahorros es, junto al recorte del gasto y la reforma del mercado laboral, el tercer gran acuerdo que se necesita para que Espa?a no dilapide en querellas internas sus posibilidades de recuperaci¨®n. La intervenci¨®n de Cajasur por parte del Banco de Espa?a ha sido un aviso que los partidos y Gobiernos aut¨®nomos no deber¨ªan desatender. Si es cierto que los pactos que contribuyeron a salvar los momentos dif¨ªciles del pasado solo se alcanzaron bajo una extrema presi¨®n, esta es de nuevo una coyuntura en la que, sean cuales sean las culpas del pasado, nadie puede faltar a su responsabilidad sin poner en peligro la prosperidad de todos.
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