Un nuevo consenso de ciudad
El celebrado proyecto que convirti¨® Barcelona en un modelo universal, alumbrado al inicio de la Transici¨®n, que tiene en los Juegos su momento emblem¨¢tico, muri¨® de agotamiento en 2004 e ir¨®nicamente encontr¨® en el F¨®rum su mausoleo. El F¨®rum era la versi¨®n equivocada de un modelo bueno. Si la cultura y el urbanismo hab¨ªan sido piezas angulares del llamado modelo Barcelona, el F¨®rum fue un ejercicio de banalidad cultural y de mal urbanismo.
Paradojas de la vida pol¨ªtica, fue el alcalde Pasqual Maragall, el m¨¢ximo representante del modelo Barcelona, el que, en uno de sus arrebatos creativos, invent¨® el evento que, ya en otras manos, se convirti¨® en el mausoleo de su proyecto de ciudad. Lo cierto es que el d¨ªa en que se inaugur¨® el F¨®rum aquel proyecto estaba ya exhausto. Casi todo hab¨ªa cambiado en Barcelona en los a?os del gran salto. Y al llegar al siglo XXI los agentes sociales que hab¨ªan sido motores de aquel cambio -forjados en el tardofranquismo y en la Transici¨®n- o no exist¨ªan o se hab¨ªan metamorfoseado en otras figuras y otros intereses, al tiempo que aparec¨ªan nuevos actores sociales y el escenario pol¨ªtico estaba cambiando sustancialmente. La ciudad olvid¨® pronto el F¨®rum, no daba ni para la melancol¨ªa. Fue al alcalde Hereu al que le correspondi¨® encontrar un nuevo consenso social en torno a un nuevo proyecto de ciudad. De momento, el primer intento se ha estrellado en el grotesco patinazo del refer¨¦ndum de la Diagonal. Con la dimisi¨®n de Carles Mart¨ª, el PSC gana tiempo y Jordi Hereu una nueva oportunidad. Pero en las peores circunstancias posibles: contra el reloj, por la proximidad de las elecciones municipales, y con un escenario pol¨ªtico bien distinto del que pele¨® Pasqual Maragall en su d¨ªa.
La racionalidad de la Barcelona de Cerd¨¤ necesita un punto libertario que le d¨¦ la levedad necesaria para ser atractiva
En los a?os ochenta y noventa, el modelo Barcelona era m¨¢s que un ejercicio exitoso de transformaci¨®n de la ciudad gris del franquismo en la ciudad de todos los colores del 92. Era tambi¨¦n el referente de una pugna interior entre la tradici¨®n, representada por el esforzado proyecto de reconstrucci¨®n nacional liderado por el presidente Pujol, en su empe?o por demostrar que Catalu?a "no era un pa¨ªs cualquiera", y la modernidad de una ciudad con vocaci¨®n cosmopolita. Dos ideas de Barcelona, dos ideas de Catalu?a. Este tiempo pas¨®. Hoy en d¨ªa, la CiU de Artur Mas sabe perfectamente que la batalla de ahora no es la construcci¨®n identitaria, sino la consolidaci¨®n pol¨ªtica e institucional que permita, en su momento, afrontar las m¨¢ximas ambiciones nacionales, y la ubicaci¨®n de Catalu?a en un papel destacado en un mapa del mundo que cambia vertiginosamente. Y que para que esto sea posible Barcelona es decisiva.
De modo que lo que menos necesita Barcelona en este momento crucial es sustituir la ambici¨®n por la estricta administraci¨®n de las cosas, que es lo que a veces parece desprenderse tanto del discurso del alcalde Hereu como del aspirante Trias. Urge un nuevo impulso para una ciudad nueva, en que han aparecido actores nuevos -desde la inmigraci¨®n econ¨®mica hasta el turismo o los estudiantes extranjeros- y en que los viejos actores han cambiado por completo -nueva estructura social, cambios profundos en la familia, evoluci¨®n demogr¨¢fica-, con nuevas exigencias, demandas e ilusiones. Y ese nuevo consenso ha de pasar principalmente por dos ejes: la convivencia y la calidad de vida, o si se prefiere, la cultura y el urbanismo, en el sentido de gusto por la ciudad contra la fractura de la banalizaci¨®n urbana. Y no puede caer en la f¨¢cil tentaci¨®n de la multiplicaci¨®n de ordenanzas y de prohibiciones para dar satisfacci¨®n al populismo medi¨¢tico. La racionalidad de la forma Barcelona, con que Cerd¨¤ marc¨® la ciudad para siempre, necesita un punto libertario que le d¨¦ la levedad necesaria para ser atractiva.
Vivir junta gente diferente es la cuesti¨®n decisiva. Para ello Barcelona tiene que reafirmarse culturalmente para ensanchar las perspectivas de todos, los que ya estaban y los que llegaron. Pero tambi¨¦n plantear unas pol¨ªticas de seguridad equilibradas, que huyan del securitarismo teatral y de los excesos propios del miedo de una ciudad acomodada, y una pol¨ªtica de lo p¨²blico que contribuya a que la ciudad sea de todos y ponga los intereses generales por encima de los mil y un intereses creados. En este sentido, que el proyecto de Itziar Gonz¨¢lez en Ciutat Vella no haya sido posible es una mala noticia. Revela que hay intereses con gran capacidad de chantaje, que bloquean un nuevo consenso de ciudad abierta.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.