Par¨ªs y Berl¨ªn, a vueltas con el euro
Cada d¨ªa tiene su af¨¢n. Es lo que cabe decirse a medida que se desarrolla la crisis que sigue castigando al euro, a la zona euro y a Europa. En este punto, Europa busca un compromiso, tras la publicaci¨®n de un documento procedente de Alemania y que prev¨¦ sanciones contra los Estados incapaces de respetar las normas presupuestarias y financieras colectivas. En v¨ªsperas de la reuni¨®n de los ministros del ramo (con ocasi¨®n de la cual los europeos se pusieron de acuerdo sobre la necesidad de reforzar la disciplina presupuestaria), Nicolas Sarkozy, que recib¨ªa al primer ministro brit¨¢nico, David Cameron, dio un paso significativo en favor de Angela Merkel -uno m¨¢s-, al aceptar el principio de las sanciones contra los Estados que no cumplan sus compromisos; m¨¢s que sanciones financieras, el presidente franc¨¦s defendi¨® la idea de una suspensi¨®n del derecho al voto. Pero el movimiento m¨¢s importante tuvo lugar la v¨ªspera, cuando el presidente franc¨¦s formul¨® el proyecto de inscribir en la Constituci¨®n la necesidad, para todo Gobierno, de programar una pol¨ªtica de reducci¨®n del d¨¦ficit al comienzo de la legislatura. Es un anuncio importante que se produc¨ªa al d¨ªa siguiente de la adopci¨®n por el Parlamento espa?ol del programa de austeridad aprobado por el Gobierno Zapatero. Por otro lado, Italia acaba de decidir un plan de reducci¨®n dr¨¢stica del gasto del mismo orden que el de Francia, una reducci¨®n del 10% anual en los tres pr¨®ximos a?os.
Se diga lo que se diga, el crecimiento sigue siendo el mejor medio para reducir los d¨¦ficits
Como es sabido, la cuesti¨®n planteada por Alemania, de forma a veces brutal, es la del rigor presupuestario. Berl¨ªn desea que en el interior de la zona euro, e incluso en el interior de la UE, cada cual se ci?a a una disciplina con la que los alemanes est¨¢n m¨¢s familiarizados. El contexto es el de una opini¨®n p¨²blica que se mostr¨® hostil al plan de salvamento de Grecia, finalmente suscrito por Alemania. Aunque, por otra parte, hay que se?alar que la solidaridad hacia Grecia es relativa, pues se materializa en forma de pr¨¦stamos y no de ayudas de urgencia como la que disfrut¨® Hungr¨ªa a trav¨¦s del FMI. La crisis griega se extendi¨® a la zona euro. Los dirigentes europeos concluyeron sabiamente que la uni¨®n monetaria no era completa, pues le falta la uni¨®n econ¨®mica. Respecto a la gran cuesti¨®n europea, la de la gobernanza de Europa, todo el mundo coincide en afirmar la voluntad de avanzar hacia una mayor integraci¨®n. Pero, por supuesto, las filosof¨ªas divergen tanto en lo que se refiere al papel del banco central como a la naturaleza de los compromisos que podr¨ªan o deber¨ªan adquirir los Estados para coordinar sus enfoques presupuestarios, econ¨®micos y financieros. A lo largo de estas discusiones, se produjeron fuertes tensiones entre Par¨ªs y Berl¨ªn relacionadas con la supervisi¨®n europea de los presupuestos y con la naturaleza de las sanciones contra los Estados que incumplan sus compromisos.
Respecto a la lucha contra la especulaci¨®n, Merkel ha disgustado a todos al prohibir las ventas al descubierto de t¨ªtulos estatales (operaciones que permiten vender activos sin poseerlos). La posici¨®n de la canciller es comprensible, dado que se trata de operaciones especulativas, pero Francia se ha tomado mal una iniciativa decidida sin concertaci¨®n. En todo caso, es parad¨®jico que cuando no hace mucho que los europeos sermoneaban a los estadounidenses, culpables a sus ojos de no proceder seriamente contra la especulaci¨®n, hoy es Barack Obama quien ha obtenido del Senado un voto favorable para las regulaciones destinadas a limitar la especulaci¨®n.
Como se recordar¨¢, Sarkozy habr¨ªa perdido la paciencia y amenazado a Merkel con salir de la zona euro si ella no aceptaba el plan de ayuda a Grecia. En todo caso, hay que se?alar que el presidente franc¨¦s siempre ha hecho concesiones necesarias para salvar las apariencias, poniendo cuidado en repetir que, a lo largo de esta crisis, Par¨ªs y Berl¨ªn han armonizado sus posiciones. El tiempo dir¨¢ si Sarkozy es correspondido o no. Y, especialmente, si Alemania, a su vez, acepta considerar que tambi¨¦n ella debe moverse. As¨ª, aunque es cierto que el problema franc¨¦s, por ejemplo, es el d¨¦ficit exterior y la falta de inversiones, el de Alemania es rigurosamente inverso, con un consumo demasiado d¨¦bil que penaliza, por falta de importaciones, al resto de la zona euro. Del mismo modo, en Francia, se tiende a considerar que la actual bajada del euro es susceptible de producir el efecto de una devaluaci¨®n y constituye por tanto un elemento de apoyo a la econom¨ªa; mientras que en Alemania, pese a que se beneficia ampliamente de la ventaja comparativa as¨ª creada, permanece fiel al dogma de un euro fuerte. Finalmente, la cuesti¨®n planteada hoy por los mercados es saber si los planes de austeridad que empiezan a ponerse en marcha por doquier, y podr¨ªan satisfacer las demandas de Alemania, no van demasiado aprisa y, lo que ser¨ªa muy perjudicial, si no terminar¨¢n dificultando la salida de la crisis y el retorno de un crecimiento que, se diga lo que se diga, sigue siendo el mejor medio para reducir los d¨¦ficits.
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