El d¨ªa de la 'Nakba' y del enga?o
El mito de los refugiados palestinos es el mayor ¨¦xito de la historia moderna; un ¨¦xito que es una absoluta impostura. Fueron ellos los que declararon la guerra. Y no existe eso que llaman "derecho al retorno"
Los palestinos ostentan el t¨ªtulo de refugiados desde hace m¨¢s de seis d¨¦cadas. Se las han ingeniado para crear su propia narrativa hist¨®rica peculiar. Este mito se ha ido inflando como una burbuja, por lo que se hace necesario explotar dicha burbuja y presentar los hechos fehacientes: la poblaci¨®n palestina era escasa antes de la primera ali¨¢ (ola de inmigraci¨®n jud¨ªa sionista), cientos de miles de jud¨ªos fueron expulsados tambi¨¦n de los pa¨ªses ¨¢rabes y en ning¨²n lugar del mundo hay precedente alguno sobre el derecho de retorno.
La Nakba, la historia de los refugiados palestinos, es el mayor ¨¦xito de la historia moderna. Un ¨¦xito que es una absoluta impostura. Ning¨²n otro grupo de "refugiados" del mundo disfruta de una cobertura medi¨¢tica global tan amplia. No hay semana en que no haya una conferencia, otra conferencia, en que se trate la triste situaci¨®n de los palestinos. No hay campus occidental que no dedique innumerables eventos, conferencias, publicaciones, cada a?o, o cada mes, para recordar a los refugiados palestinos. Se han convertido en la v¨ªctima por antonomasia. Desde que los ¨¢rabes, y entre ellos los palestinos, declararon una guerra de aniquilaci¨®n contra Israel, el mundo ha sufrido un mill¨®n de calamidades, injusticias, separaciones, movimientos de poblaci¨®n, actos de genocidio y masacres as¨ª como guerras, pero la Nakba de los palestinos ocupa un lugar privilegiado. Un habitante de otra galaxia que visitara el planeta Tierra podr¨ªa pensar que esta es la mayor injusticia del universo desde la Segunda Guerra Mundial. Por lo tanto, hay que reventar esta mentira. Hay que presentar los hechos tal y como son. Hay que desvelar el enga?o.
Muchos de los ¨¢rabes que huyeron se vieron obligados a hacerlo bajo la presi¨®n de sus dirigentes
Los jud¨ªos llegaron a la Tierra de Israel, que formaba parte del Imperio Otomano, en sucesivas olas de poca envergadura, incluso antes de la primera ali¨¢. Cabr¨ªa preguntarse: ?expulsaron realmente a millones de ¨¢rabes? Nadie discute que en aquellos a?os no hab¨ªa "palestinos", ni "Palestina", y tampoco exist¨ªa una "identidad palestina". Y sobre todo, no exist¨ªa una frontera real entre los ¨¢rabes de Siria, Egipto o Jordania. Hab¨ªa un movimiento constante de personas. En los a?os en que Muhamad Ali y su hijo conquistaron estas tierras, desde 1831 hasta 1840, enviaron a muchos ¨¢rabes de Egipto a Gaza, a Jaffa y a otras ciudades. Los jud¨ªos que llegaron tambi¨¦n en aquellos a?os a Jaffa dieron lugar al desarrollo de la ciudad.
Existe una pol¨¦mica entre los historiadores sobre el n¨²mero de ¨¢rabes que habitaban en esos a?os en Palestina, que agrupaba de hecho, varios distritos sujetos a Damasco o Beirut, formando parte del Imperio Otomano. La prueba m¨¢s importante de la situaci¨®n antes de la primera ali¨¢ es un testimonio que ha ca¨ªdo en el olvido, quiz¨¢ no por casualidad. Se trata de una delegaci¨®n de investigadores brit¨¢nicos (The Palestine Exploration Fund), que recorri¨® la parte occidental de Israel entre 1871 y 1878 y public¨® un mapa exacto y aut¨¦ntico de la poblaci¨®n, seg¨²n el cual el n¨²mero total de habitantes era de aproximadamente 100.000 personas.
Otra cuesti¨®n tambi¨¦n controvertida reside en la envergadura de la inmigraci¨®n ¨¢rabe a Israel a ra¨ªz del sionismo. Winston Churchill dijo en 1939: "A pesar de no ser perseguidos, los ¨¢rabes fluyeron masivamente hacia esas tierras y se multiplicaron de tal manera que la poblaci¨®n ¨¢rabe creci¨® m¨¢s de lo que habr¨ªan podido sumar todos los jud¨ªos del mundo a la poblaci¨®n jud¨ªa".
Durante los a?os que dur¨® el mandato brit¨¢nico hab¨ªa aqu¨ª dos poblaciones: la jud¨ªa y la ¨¢rabe. El territorio del mandato original, en virtud de la Declaraci¨®n Balfour, inclu¨ªa la ribera oriental del Jord¨¢n.La zona, como se ha se?alado, estaba escas¨ªsimamente poblada. El establecimiento de un hogar para el pueblo jud¨ªo no representaba injusticia alguna, porque no hab¨ªa aqu¨ª un Estado ni hab¨ªa aqu¨ª un pueblo. Este era el verdadero fundamento de la Declaraci¨®n Balfour.
Al mismo tiempo que la ONU se pronunciaba sobre la propuesta de partici¨®n, los Estados ¨¢rabes declararon una guerra de aniquilaci¨®n contra Israel. El resultado es conocido por todos. La declaraci¨®n de la guerra implic¨® que cientos de miles de ¨¢rabes se vieran obligados a marchar a los pa¨ªses vecinos. Muchos de ellos huyeron. Muchos testificaron que se vieron obligados a salir bajo la presi¨®n de los dirigentes. Hubo tambi¨¦n quienes fueron expulsados en el fragor de las batallas y la guerra. Unas 600.000 personas se convirtieron en refugiados.
La experiencia vital por la que pasaron los ¨¢rabes se convirti¨® en la Nakba, cuya historia se fue inflando con los a?os. Se convirtieron en los ¨²nicos expulsados de todos los pa¨ªses y conflictos. Y no hay mayor mentira que esta. En primer lugar, porque al mismo tiempo suced¨ªa tambi¨¦n la Nakba jud¨ªa: con el mismo tel¨®n de fondo, el mismo enfrentamiento, m¨¢s jud¨ªos de pa¨ªses ¨¢rabes, m¨¢s de 800.000, fueron despose¨ªdos y expulsados. Ellos no declararon una guerra de aniquilaci¨®n contra los pa¨ªses de los que proced¨ªan. En segundo lugar, y lo que es m¨¢s importante, m¨¢s de 50 millones de personas han pasado por la experiencia de los movimientos de poblaci¨®n como consecuencia de conflictos nacionalistas o al crearse nuevos Estados-naci¨®n. No hay ninguna diferencia entre los ¨¢rabes de Palestina y los dem¨¢s refugiados, incluidos los jud¨ªos. Solo en la d¨¦cada posterior a la Segunda Guerra Mundial, y solo en Europa, fueron m¨¢s de 20 millones las personas que pasaron por la experiencia de un movimiento de poblaci¨®n. Esto ha sucedido tambi¨¦n posteriormente, durante el conflicto entre griegos y turcos en Chipre, entre Armenia y Azerbaiy¨¢n, entre los pa¨ªses que se crearon como consecuencia del desmembramiento de Yugoslavia, y en muchas otras zonas de conflicto en el mundo.
Ahora, son solo los palestinos, los ¨²nicos entre todos esos grupos, los que ostentan el t¨ªtulo de refugiados desde hace m¨¢s de seis d¨¦cadas. Ellos han conseguido crear su propia narrativa hist¨®rica peculiar. Este mito crece progresivamente incluso con la ayuda de UNRWA, un ¨®rgano dedicado exclusivamente a tratar la cuesti¨®n de los refugiados palestinos, por separado del resto de los refugiados del mundo. La tragedia es que si los palestinos hubiesen recibido el mismo trato que los otros refugiados por parte de la comunidad internacional, su situaci¨®n hoy por hoy ser¨ªa mucho mejor.
En muchos de los debates en los que he participado, he preguntado a mis colegas, defensores de la narrativa palestina, ?desde cu¨¢ndo los expulsados que han declarado la guerra, y la han perdido, pueden beneficiarse del "derecho de retorno"? ?Hay alg¨²n grupo de las decenas de grupos, alguna de las decenas de millones de personas que han pasado por la experiencia de la expulsi¨®n durante el siglo pasado, que se haya beneficiado del "derecho de retorno" causando con ello la destrucci¨®n pol¨ªtica de un Estado-naci¨®n? Hasta hoy no he recibido respuesta. Porque ese derecho no existe.
La referencia m¨¢s seria sobre la cuesti¨®n del derecho de retorno la encontramos en el Acuerdo de Chipre, a instancias del anterior secretario general Kofi Annan. El acuerdo no reconoce el derecho de retorno, a pesar de que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos reconoci¨® los derechos de los peticionarios griegos de la parte turca al retorno y a la devoluci¨®n de sus bienes. Es decir, no todo precedente legal se puede convertir en una realidad pol¨ªtica o de Estado. El acuerdo recibi¨® el benepl¨¢cito de la comunidad internacional en general y de la Uni¨®n Europea en particular. No es casualidad que los palestinos no mencionen el precedente de Chipre. La raz¨®n reside en que el derecho de retorno fue limitado en ese caso, de manera que la mayor¨ªa turca se mantuviera siempre en un m¨ªnimo del 80%.
Es importante recordar tambi¨¦n la Resoluci¨®n 194 de la ONU, en la que se basan los palestinos. La resoluci¨®n establece las siguientes condiciones: reconocimiento del Estado jud¨ªo, que deben producirse las condiciones apropiadas y que los que solicitan regresar deben aceptar vivir en paz con sus vecinos. No hace falta recordar que los palestinos insisten en no reconocer al Estado jud¨ªo, cosa que deja claro que las condiciones apropiadas no se cumplen.
Una de las alegaciones palestinas es que para resolver el conflicto hay que reconocer la Nakba palestina, y sobre todo la responsabilidad de Israel con respecto al problema de los refugiados. Todo lo contrario: la exageraci¨®n del mito de la Nakba es lo que retrasa una soluci¨®n al conflicto. Los palestinos est¨¢n ocupados en magnificar el problema, inflarlo, exigiendo algo que no tiene precedentes internacionales. Fueron ellos los que se opusieron a la partici¨®n. Fueron ellos los que incitaron a la aniquilaci¨®n. Fueron ellos los que declararon la guerra.
Mientras sigan con el mito de la Nakba, haciendo caso omiso de los hechos fundamentales, no hacen sino eternizar su propio sufrimiento. Y a pesar de todo esto, los palestinos merecen respeto, libertad y tambi¨¦n independencia. Pero al lado de Israel. No en lugar de Israel. Y no a trav¨¦s de la Nakba que no es m¨¢s que un fraude pol¨ªtico y un fraude hist¨®rico.
Ben Dror Yemini es analista israel¨ª. Una versi¨®n m¨¢s extensa de este art¨ªculo se public¨® en el diario Maariv el pasado 15 de mayo.
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