Jubilarse, no retirarse
Escribo el jueves por la ma?ana. Y palabra que no ten¨ªa ninguna intenci¨®n de hablarles hoy ni de la crisis econ¨®mica ni del cenagal pol¨ªtico valenciano. Tampoco de las pedradas verbales de Rita Barber¨¢ y de Mayor Oreja, o de los patrioteros y m¨¢s que sospechosos prop¨®sitos del nuevo director del Muvim. Pero me puede la curiosidad malsana, y zapeo alternando los canales 24 horas que transmiten en directo los debates parlamentarios en el Congreso de los Diputados y en las Cortes. Finalmente me dejo acompa?ar, de fondo, por Camps sin miedo y sin abuelita y su estribillo compuesto por estos conceptos-fuerza: excelencia, matr¨ªcula de honor, senyera, insidias y conspiraci¨®n.
Ah¨ª le dejo, sin novedad en el alc¨¢zar. Y vuelta a la idea original del art¨ªculo, para el que ten¨ªa planeado comentar una percepci¨®n que no por personal considero menos compartida por buena parte de mis amables lectoras y lectores: ?se han dado cuenta de que cada vez asistimos con m¨¢s frecuencia a fiestas de jubilaci¨®n? Conf¨ªo en que estemos de acuerdo en que esto no tiene por qu¨¦ resultar forzosamente malo, m¨¢s all¨¢ de revelar el (inevitable, ay) paso del tiempo. Porque en primer y b¨¢sico lugar aporta el nada despreciable dato de que, rondando los 60 por arriba o por abajo, aqu¨ª seguimos para contar y celebrar el ingreso en una nueva fase vital. Porque, por muy interesante y vocacional que haya resultado nuestro trabajo... ?ha de ser malo liberarse de la obligaci¨®n de fichar cada d¨ªa, adue?arse del tiempo que nos queda de aqu¨ª a la eternidad?
La semana pasada hemos participado en estas alegr¨ªas con dos amigos muy especiales. Uno es Juan Alberto Sansano, profesor y sindicalista que tanto ha hecho por la escuela p¨²blica valenciana y la renovaci¨®n pedag¨®gica. El otro, Jos¨¦ Mar¨ªa Perea, periodista de referencia en Alicante, homenajeado por la Plataforma de Iniciativas Ciudadanas. Dos imprescindibles luchadores brechtianos (de los de toda la vida) que con seguridad no se van a quedar con los brazos cruzados. ?A que conocen jubilados y jubiladas preparando m¨¢steres y doctorados, asistiendo a seminarios, participando en asociaciones y ejerciendo voluntariados diversos? Claro, que hablo de profesionales y clases medias que encaran la jubilaci¨®n con unos ingresos dignos, todo un privilegio en los tiempos que corren (y los que se avecinan). Pero esto no resta m¨¦ritos a quienes no se dejan amedrentar por los 60 y siguen destilando bastante m¨¢s juventud que muchos veintea?eros. No quita valor a quienes se niegan a convertirse en clases pasivas, a llenarse los bolsillos de naftalina. Para ellos y ellas jubilarse no es retirarse, sino todo lo contrario.
Han terminado los debates y todo sigue igual. Ya lo sabr¨¢n leyendo otras p¨¢ginas. Personalmente prefiero acabar con un par de poetas: "Cuando deje de indignarme habr¨¢ comenzado mi vejez"; "El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza".
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