El fracaso de Europa
La impotencia del viejo continente le impide ser uno de los poderes hegem¨®nicos de este nuevo mundo en el que EE UU ha perdido el liderazgo, se?ala el soci¨®logo que ayer gan¨® el Pr¨ªncipe de Asturias de Comunicaci¨®n
Cu¨¢les deben ser en el futuro las relaciones entre la Uni¨®n Europea y Estados Unidos? La cuesti¨®n ha sido planteada por Barack Obama a trav¨¦s de sus cr¨ªticas acerbas a la incapacidad de decisi¨®n de los europeos y tambi¨¦n con sus gestos hirientes, en particular hacia Espa?a, no por s¨ª misma, sino como actual responsable de la presidencia de la Uni¨®n Europea. Las cr¨ªticas de Obama son tanto m¨¢s importantes cuanto que un gran n¨²mero de europeos las comparten. La participaci¨®n de la UE como tal en las decisiones que impidieron que la crisis actual degenerase en cat¨¢strofe fue casi invisible; aunque s¨ª fueron activos, a t¨ªtulo individual, pa¨ªses como Reino Unido, Alemania y Francia. A continuaci¨®n, los europeos demostraron que no quer¨ªan desempe?ar un papel activo en la pol¨ªtica mundial al elegir como presidente y como ministra de Asuntos Exteriores de la UE a unas personalidades poco conocidas y, en lo que respecta a la segunda, poco preparada para asumir su papel.
La UE debe integrar a Turqu¨ªa para reorientar su pol¨ªtica hacia el mundo musulm¨¢n
Es imprescindible romper con el neoliberalismo que ha provocado la actual crisis
Todo se desarrolla como si los europeos hubiesen decidido dejar que EE UU se siga ocupando de los asuntos mundiales, mientras ellos se consagran a la tarea, casi infinita, de terminar su integraci¨®n, ahora mediante la incorporaci¨®n de los pa¨ªses balc¨¢nicos, sin ni siquiera examinar seriamente los s¨®lidos argumentos presentados por muchos en favor de la entrada de Turqu¨ªa, pa¨ªs que, sinti¨¦ndose indeseable en Europa, se esfuerza por volverse hacia las sociedades isl¨¢micas.
Si a?adimos que el muy d¨¦bil crecimiento previsto para Europa en un futuro probablemente prolongado va a mermar su presencia en un mundo en el que numerosos pa¨ªses progresan a grandes pasos, cabe preguntarse si, tanto objetiva como subjetivamente, Europa no se ha adentrado en la v¨ªa de un declive que solo ser¨¢ doloroso a partir de la generaci¨®n de nuestros nietos o la de nuestros bisnietos.
Le corresponde a la opini¨®n p¨²blica europea abrir un debate en el que los dirigentes del continente no quieren entrar. Muchos responder¨¢n que la suerte est¨¢ echada, que cierto n¨²mero de pa¨ªses europeos, y no siempre los m¨¢s d¨¦biles, est¨¢n amenazados de quiebra y que pocos son capaces de seguir el ejemplo irland¨¦s, es decir, de recuperarse a trav¨¦s de pol¨ªticas sociales valientes.
Si queremos evitar que todo se quede en un wishful thinking, hay que comenzar por formular algunos objetivos que ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil alcanzar si Europa fuese m¨¢s aut¨®noma y se identificase con la creaci¨®n de un nuevo orden mundial completamente opuesto a la pol¨ªtica que llev¨® a cabo el presidente Bush en Irak y siguen llevando a cabo Estados Unidos y sus aliados en Afganist¨¢n. Otro objetivo que es imprescindible alcanzar es adoptar, en el orden econ¨®mico y social, una pol¨ªtica que rompa con el neoliberalismo que nos ha arrastrado a la grave crisis que vivimos.
En el terreno internacional, lo m¨¢s urgente es escoger un plan de acci¨®n com¨²n con pa¨ªses del mundo isl¨¢mico pero que no sean ¨¢rabes, porque estos estuvieron colonizados durante mucho tiempo y sus Estados son d¨¦biles y a menudo autoritarios. Si Europa quiere demostrar que puede actuar en un sentido opuesto al que escogi¨® Estados Unidos cuando atac¨® Irak, tiene que llamar a Turqu¨ªa a su seno para escoger una pol¨ªtica de reorientaci¨®n del mundo musulm¨¢n y eliminaci¨®n de las posiciones m¨¢s cargadas de odio, las que han conducido al terrorismo.
Muchos piensan tambi¨¦n, como yo, que la teocracia iran¨ª y su azarosa pol¨ªtica pueden ser derrocadas por una oposici¨®n interna que se ver¨ªa reforzada si los occidentales se mostraran dispuestos a apoyarla. Una coalici¨®n europea, turca e iran¨ª en ese pa¨ªs, una vez que la oposici¨®n interna hubiese conseguido su objetivo, podr¨ªa poner fin al enfrentamiento actual entre el mundo isl¨¢mico y Occidente. Cabe pensar que el ¨¦xito de esta nueva pol¨ªtica permitir¨ªa el reconocimiento mutuo entre un Estado palestino y el Estado de Israel, sin el cual el retorno de la paz no es posible.
A un nivel a¨²n m¨¢s vagamente definido, es necesario que Europa asuma la direcci¨®n de un combate contra los reg¨ªmenes autoritarios que han condenado a gran parte de su poblaci¨®n a la violencia interna, el autoritarismo y la guerra. Pues Europa se ha vuelto demasiado d¨¦bil como para ser considerada candidata a esa hegemon¨ªa mundial que se le ha ca¨ªdo de las manos a Estados Unidos.
En lo que se refiere a las realidades econ¨®micas y sociales, hay que restablecer unas prioridades que puedan llevar a una defensa mundial contra los ataques de los especuladores y los agitadores. En todo el mundo se experimenta la necesidad de devolver al trabajo la parte del producto social que le ha quitado el capital y, m¨¢s sencillamente a¨²n, de restablecer el v¨ªnculo entre la funci¨®n financiera y las funciones de producci¨®n, impidiendo al mundo financiero lanzarse de nuevo a la b¨²squeda exclusiva de su m¨¢ximo beneficio y desentendi¨¦ndose de su papel al servicio de la inversi¨®n y el cr¨¦dito. Uno se siente tentado de pensar que el mundo europeo est¨¢ naturalmente orientado hacia tales objetivos. ?No construy¨® un ambicioso sistema de seguridad social? ?No sue?a con una reconciliaci¨®n y un codesarrollo con los pa¨ªses que coloniz¨®? ?No mostr¨® un doble apego a la existencia de Israel y a la de un Estado palestino?
?De d¨®nde viene pues este fracaso en toda regla de Europa, su p¨¦rdida de crecimiento, la desaparici¨®n de su papel mundial y su impotencia para apoyar a las democracias? No podemos buscar las causas en las "debilidades" de Europa, al menos no en las debilidades objetivas. Pero en vez de ser su debilitamiento material lo que acarrea su p¨¦rdida de confianza en s¨ª misma y en su futuro, es esa p¨¦rdida de confianza lo que acarrea la impotencia de Europa e incluso su negativa a proponerse nuevos modelos a s¨ª misma y al mundo.
Esta impotencia suele explicarse por la diversidad e incluso las contradicciones de los intereses nacionales en Europa y la construcci¨®n de esta. ?Acaso su construcci¨®n no se bas¨®, antes que nada, en la voluntad de poner fin a las guerras internas, suicidas y destructivas de una Europa presa de los reg¨ªmenes militaristas y totalitarios?
Por eso Europa, consciente de ser la autora de su propia desgracia, y queriendo actuar m¨¢s sobre s¨ª misma que sobre el mundo, encerr¨® los intereses nacionales en unas reglas comunes econ¨®micas, jur¨ªdicas e incluso pol¨ªticas. La obra emprendida tuvo ¨¦xito y la ca¨ªda del imperio sovi¨¦tico permiti¨® a los pa¨ªses de la Europa central y oriental restablecer sus v¨ªnculos hist¨®ricos con la Europa del oeste. Pero ahora, casi cumplida esa gran tarea, Europa debe volverse hacia el mundo exterior y recuperar la influencia que sus propios errores le hicieron perder.
Esta nueva etapa de la construcci¨®n europea solo tropieza con un obst¨¢culo, pero de una altura que muchos encuentran desesperante: el neoliberalismo, cuyos centros estuvieron y est¨¢n en Estados Unidos y Reino Unido, le ha quitado toda autoridad a los europeos para d¨¢rsela a los bancos, cuyo poder sobre las empresas aumenta. Estados Unidos tambi¨¦n est¨¢ sometido a ese capitalismo financiero, pero tiene unidad pol¨ªtica y una fuerte confianza en s¨ª mismo, lo que hace de los europeos -y quiz¨¢ tambi¨¦n de Jap¨®n- las v¨ªctimas m¨¢s graves de la actual crisis.
La actitud de Barack Obama nos indica el camino a seguir: los europeos deben cesar de ser los comparsas de un Estados Unidos que, pese a la p¨¦rdida de su hegemon¨ªa, sigue siendo el pa¨ªs m¨¢s poderoso.
Nadie puede desear una ruptura entre las dos orillas del Atl¨¢ntico. Pero Estados Unidos y Europa deben crear dos modelos de desarrollo con tantas diferencias como elementos comunes entre ellos, lo que supone imperativamente que los europeos acepten tanto las cargas como las ventajas de un rol planetario.
?C¨®mo los europeos, que inventaron el esp¨ªritu de las Luces y la creencia en la raz¨®n y en los derechos humanos, podr¨ªan aceptar pasivamente lo que corre el riesgo de ser el fin del modelo occidental, es decir, de la asociaci¨®n del progreso cient¨ªfico y el t¨¦cnico, la destrucci¨®n de los privilegios y el reconocimiento de los derechos fundamentales de cada cual?
Premio Pr¨ªncipe de Asturias de Comunicaci¨®n y Humanidades 2010.
Traducci¨®n de Jos¨¦ Luis S¨¢nchez-Silva.
Alain Touraine es soci¨®logo. Acaba de ser galardonado, junto a Zygmunt Bauman, con el
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