Un huerto en la autopista
La arquitectura verde o sostenible gana terreno en la planificaci¨®n urbana. En megal¨®polis de todo el mundo se desmontan autov¨ªas para crear zonas verdes. Pero no como parques sino como ciudades lineales con vegetaci¨®n. La variedad de soluciones aumenta, entre ellas, las 24 de grandes arquitectos internacionales que se presentan en una exposici¨®n en Madrid
El blog Guerrilla Gardening declara la guerra al abandono del espacio p¨²blico, y anima a sus patrullas a plantar tiestos por las esquinas. Las medianeras se convierten en jardines verticales, las azoteas prefieren ser invernaderos. Se recuperan los r¨ªos y los arroyos, se transforman en parques las ruinas industriales, en plantaciones los solares abandonados. Florecen los rascacielos que apilan cultivos, en la primera planta tomates, en la segunda lechugas, que no falte de nada. Al vislumbrar el ocaso de la energ¨ªa f¨®sil, el ciudadano quiere volver a tener la huerta a mano. El mundo se ve arrastrado por una fiebre verde que le impulsa a devolver la naturaleza a las ciudades. Las personas quieren andar y respirar en las calles. Entramos en una nueva era ecol¨®gica.
Durante d¨¦cadas, la vida sobre el asfalto puro y duro ha sido de lo m¨¢s natural y los ¨¢rboles no se han echado de menos
Para reubicar la naturaleza en la ciudad se recuperan espacios lineales ocupados por infraestructuras obsoletas
En principio, los efectos de la epidemia son positivos. A nadie le molesta vivir en ciudades m¨¢s humanas, con m¨¢s parques, m¨¢s aireadas, "sostenibles" es la palabra. Se trata de una reacci¨®n l¨®gica a las urbes contaminadas y congestionadas. Para el arquitecto y acad¨¦mico Antonio Fern¨¢ndez Alba esta "ideolog¨ªa verde es producto de un desequilibrio producido por la Revoluci¨®n Industrial, que arras¨® la geograf¨ªa sobre la que se asientan las ciudades, cuya presencia es necesaria para el equilibrio ps¨ªquico del individuo". Durante d¨¦cadas, la vida sobre el asfalto puro y duro ha sido de lo m¨¢s natural, y los ¨¢rboles se han echado poco o nada de menos. Pero nunca es tarde para rectificar. El problema es c¨®mo se debe producir esta reconversi¨®n, y a qu¨¦ precio, sobre todo en un momento de crisis mundial que est¨¢ mermando considerablemente los recursos disponibles.
Uno de los procedimientos cada vez m¨¢s habituales en este principio de siglo XXI para reubicar la naturaleza en la ciudad est¨¢ siendo recuperar espacios lineales ocupados por infraestructuras obsoletas, que suelen ofrecer buenas oportunidades al estar muy bien situadas. San Francisco fue de las primeras ciudades que demoli¨® viaductos para obtener espacios verdes, y despu¨¦s le han seguido otras muchas metr¨®polis norteamericanas. En Se¨²l se ha desmontado recientemente una gigantesca autopista, y por donde hab¨ªan circulado miles de coches todos los d¨ªas durante unas pocas d¨¦cadas ahora vuelve a estar presente el agua, creando en pleno centro uno de los espacios p¨²blicos m¨¢s atractivos de la capital coreana.
Pero ahora que cada vez hay menos dinero se procura no tener que desmontar nada, porque demoler es muy costoso y gestionar los residuos de forma ecol¨®gica cada vez m¨¢s complicado. Por ejemplo, en la regi¨®n de Calabria, en Italia, se acaba de convocar un gran concurso internacional para reconvertir un tramo de la Autopista del Sol que se ha quedado obsoleto en una l¨ªnea verde al borde del mar, que sirva a la vez para seguir dando acceso a los pueblos de la zona y adem¨¢s se convierta en un potente equipamiento sostenible, capaz de cubrir las demandas de la zona con la instalaci¨®n de energ¨ªas renovables. El proyecto Parco Solare Sud evitar¨¢ adem¨¢s la demolici¨®n de grandes obras de ingenier¨ªa, proyectadas por Pier Luigi Nervi, entre otros.
Tambi¨¦n se est¨¢n aprovechando las v¨ªas elevadas en Nueva York, donde una antigua v¨ªa f¨¦rrea que sobrevuela el West Side se est¨¢ convirtiendo en un parque lineal. El primer tramo del High Line se inaugur¨® el pasado mes de junio, y las obras continuar¨¢n en los pr¨®ximos a?os, encadenando una nueva secuencia de maravillosos paisajes neoyorquinos a lo largo de dos kil¨®metros y medio de naturaleza enmarcada. A su paso, los antiguos almacenes se convierten en lofts, florecen galer¨ªas de arte donde dormitaban instalaciones industriales abandonadas, y el Withney Museum va a construir una nueva sede a su vera. El High Line se ha convertido ya en un fen¨®meno social. Su Asociaci¨®n de Amigos, que evit¨® la demolici¨®n de la v¨ªa de tren promoviendo desde el principio la soluci¨®n adoptada, participa activamente en la gesti¨®n de la l¨ªnea verde junto al Departamento de Parques y Jardines de NY. En su blog informan de todas las novedades que van surgiendo, desde las previsiones de apertura de los nuevos tramos hasta el perfil del ¨²ltimo jardinero contratado. El resultado es espl¨¦ndido, el paseo es muy bonito, no pod¨ªa ser de otra manera, pero, seg¨²n el arquitecto Andr¨¦s Mart¨ªnez, profesor de la Escuela de Arquitectura del Vall¨¦s en Barcelona, "tiene un problema que lo invalida como espacio p¨²blico, y es que est¨¢ desconectado del resto de los espacios libres de la ciudad. Es un bonito mirador, y poco m¨¢s". El parque elevado cierra por la noche, y no participa en el funcionamiento de la ciudad, en su movilidad. Para Fern¨¢ndez Alba este tipo de intervenciones "implantan una naturaleza reinventada. Se extiende una alfombra con la imagen de un parque, producida por la nueva cultura visual en la que habitamos, pero no es ni mucho menos la naturaleza misma, es m¨¢s bien una instalaci¨®n". A juicio del artista Eugenio Ampudia, representar la naturaleza ha sido constante a lo largo de la historia, aunque "antes se pintaba un paisaje en un lienzo. La diferencia es que ahora participamos todos en esa instalaci¨®n, actuamos como en un decorado".
Pero la ciudad reclama ahora algo m¨¢s que alfombras y atrezzo, en un momento en que algunos especialistas trabajan ya con la posibilidad de que en un futuro bastante cercano no haya energ¨ªa suficiente para que cada vez que un humano se quiera desplazar siga arrastrando su propio mont¨®n de chatarra. ?ste es el punto de partida de la ponencia Fibercity Tokio 2050, una "representaci¨®n de la ciudad futura en la ¨¦poca de las ciudades menguantes", realizada por el doctor Hidetoshi Ohno, profesor del Departamento de Estudios Ambientales de la Universidad de Tokio, que ha sido publicada recientemente. Seg¨²n su teor¨ªa, la vida urbana se va a concentrar cada vez m¨¢s en torno a los transportes colectivos, y propone usar las autopistas como corredores verdes. Estos espacios lineales funcionar¨ªan como fibras que se ir¨ªan extendiendo por la ciudad, hasta llegar a distancias razonables para el desplazamiento a pie o en bicicleta. Alrededor de estas fibras se agrupar¨ªan tambi¨¦n los equipamientos y los servicios, las oficinas y las viviendas. Los actuales suburbios esparcidos por el territorio, que estar¨ªan ya inutilizables por su dependencia del coche, se ir¨ªan devolviendo a la naturaleza. Seg¨²n Ohno, estos parques lineales son mucho m¨¢s eficaces que los parques tradicionales como el Retiro o Central Park, porque ofrecen muchas m¨¢s oportunidades de interacci¨®n con la gente que vive a su alrededor, y adem¨¢s se pueden producir a un coste muy inferior al de otras intervenciones, ya que no necesitan grandes reformas.
La visi¨®n de Fibercity apunta hacia una estrategia interesante para los pr¨®ximos a?os. Para Federico Garc¨ªa Barba, arquitecto especialista en urbanismo y ordenaci¨®n del territorio, "en los pa¨ªses avanzados, m¨¢s envejecidos, con poblaci¨®n en decrecimiento y cada vez menos competitivos como el nuestro, la concentraci¨®n de la inversi¨®n p¨²blica en el espacio pr¨®ximo a los ejes y nodos de transporte es una alternativa que deber¨ªamos considerar muy seriamente en la planificaci¨®n de la econom¨ªa urbana". Esta estrategia pasa por insertar en la trama existente espacios verdes din¨¢micos y fluidos, capaces de tejer redes de transporte colectivo a todas las escalas, de recoger tr¨¢nsitos peatonales, de fomentar el uso de la bicicleta como medio de locomoci¨®n. La recuperaci¨®n de la geograf¨ªa sobre la que se asientan las aglomeraciones no es solo una recuperaci¨®n del paisaje. "Es necesario intervenir para revitalizar", afirma el arquitecto Jaime Lerner en su libro Acupuntura urbana, "hacer que el organismo trabaje de otro modo". Disminuir la velocidad y acortar las distancias puede ser una de las l¨ªneas que lleven a nuestras ciudades a ir recuperando la tan deseada sostenibilidad.
Pero no faltan nuevas arquitecturas y hasta nuevas ciudades que tambi¨¦n quieren llevar puesta la etiqueta verde, como las que ilustran la exposici¨®n Hacia otras arquitecturas, reci¨¦n inaugurada en la Fundaci¨®n Canal en Madrid, que pretende explicar en qu¨¦ consiste la arquitectura sostenible a trav¨¦s de proyectos de importantes estudios nacionales e internacionales. Entre ellos destaca, por ejemplo, el de Masdar City, de Norman Foster, la ecociudad que se est¨¢ construyendo en Dubai, presentada como uno de los m¨¢s potentes laboratorios de sostenibilidad del mundo, que tiene el reto de hacer el enorme esfuerzo de no gastar m¨¢s energ¨ªa de la que pueda producir en medio del desierto. Otros arquitectos representados por proyectos en esta exposici¨®n son Richard Rogers, Ken Yeang, Emilio Ambasz, Jonathan Hines, Rafael de la Hoz, David Kirkland, Mario Cucinella, Antonio Lamela, ??igo Ortiz, Enrique Le¨®n y el estudio holand¨¦s MVRDV.
En unas recientes declaraciones de Frank Gehry ante la Pritzker Organization, el siempre pol¨¦mico arquitecto escandalizaba al auditorio afirmando que el calentamiento global y el dise?o sostenible eran asuntos pol¨ªticos, y daba a entender que los costes de construir edificios verdes son irrecuperables a lo largo de la vida ¨²til de un edificio. La pregunta est¨¢ en el aire. Sostenibilidad s¨ª, muy bien, pero ?c¨®mo alcanzarla y a qu¨¦ precio?.
Hacia otras arquitecturas. 24 proyectos sostenibles. Fundaci¨®n Canal. Mateo Inurria, 2. Madrid. Hasta el 25 de julio www.fundacioncanal.com
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.