La torre de la crisis
La iron¨ªa de Sidi Larbi Cherkaoui con los grandes y peque?os problemas del mundo desconcierta siempre; su distancia hiriente, su manera casi desp¨®tica de hundir a sus personajes en el desconcierto y un pintoresquismo, no parece inocente y en todo caso, goza de una duplicidad intencional que sit¨²a al espectador en zona de p¨¦rdida, como cuando un avi¨®n se va a caer.
Usando el canon, la percusi¨®n de inspiraci¨®n ¨¦tnica pero evolucionada, Cherkaoui junto a Jalet establecen un fresco de diferencias. El core¨®grafo belga vaga sobre sus propias formalidades de siempre, busca impacto visual, eclecticismo sonoro y con un poquito de artes marciales, anuncia otro fin del mundo, uno m¨¢s.
La alusi¨®n b¨ªblica al pasaje de la Torre de Babel sirve de pretexto argumental que no de hilo. Hay mucha palabrer¨ªa dispersa en ingl¨¦s, franc¨¦s, chino y otras lenguas pero se traduce un m¨ªnimo. No es justo con el espectador al que se fuerza pol¨ªglota, y as¨ª se pierden muchos chistes, porque la pieza va de humorada. Tambi¨¦n se cita a Fibonacci (pero incidental, no a la manera de MacGregor, razonada en lo cor¨¦utico). Un personaje de una replicante (especie de aut¨®mata, Coppelia del futuro) tambi¨¦n se inspira en la de Blade Runner, y tiene dibujo muy se?alado, funciona como bisagra.
BABEL (words)
Coreograf¨ªa: Sidi Larbi Cherkaoui y Dami¨¢n Jalet. Escenograf¨ªa: Anthony Gormley. Vestuario: Alexandra Gilbert. M¨²sica: Patricia Bovi, Shogo Yoghi y otros. Compa?¨ªa Eastman. Teatro de Madrid; 28 de mayo.
Babel tiene un referente en la escena musical aunque la citaci¨®n sea sutil: Surrogate cities de Heiner Goebbels, pieza fundamental de la modernidad, coral y expl¨ªcita en la b¨²squeda de esa pintura mural que contiene desesperanza a la vez que el temblor de los grandes cambios.
A¨²n sobr¨¢ndole metraje, se trata de una visi¨®n de la ciudad que se odia y se rechaza. Es una instant¨¢nea de perdedores donde la verborrea se yergue discurso vital. Quiz¨¢ el mundo es ya as¨ª. La escenograf¨ªa (que es lo mejor) configura la torre, la idealiza y la transporta, la transforma en c¨¢rcel, escaparate, cuadril¨¢tero de combate y laberinto. Es mucho mejor la parte teatral que la danzada; sus actores fagocitan, an¨¢rquicos, la crisis moral sobre la crisis vital y esa palabra viene muy a cuento hoy, con torre y sin ella.
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