Custodia con partida
?Qu¨¦ prefiere, la paz o la guerra?, ?el bien o el mal?... Los planteamientos generales y abstractos suelen quedar bien como materia de reflexi¨®n, pero pueden conducir a una respuesta err¨®nea respecto a la realidad que abarcan al obviar los elementos que la configuran, y, con frecuencia, a justificar conductas en sentido contrario. As¨ª, bajo los argumentos anteriores hay quien ha utilizado la guerra para buscar la paz pretendida o quien ha recurrido a acciones injustas o ilegales para conseguir un bien te¨®rico.
La custodia compartida es la soluci¨®n id¨®nea para que las parejas separadas puedan mantener una relaci¨®n m¨¢s fluida y cercana con sus hijos e hijas, no hay duda. El problema no est¨¢ en el concepto, sino en c¨®mo se aplica y c¨®mo se materializa en la pr¨¢ctica, y en ver si esa decisi¨®n supone un beneficio para los menores o una ventaja para alguno de los progenitores. Una ruptura de pareja ya implica un conflicto previo que puede reducirse, mantenerse o agravarse a ra¨ªz de la separaci¨®n, y parte de esa continuidad o prolongaci¨®n con frecuencia gira alrededor de los elementos comunes que persisten tras la distancia. Si un padre y una madre no se ponen de acuerdo sobre la custodia de "lo que m¨¢s quieren", mal asunto; achacar que esa falta de entendimiento se debe sistem¨¢ticamente a las mujeres vuelve a ser una atribuci¨®n causal interesada, como lo hacen cuando hablan del s¨ªndrome de alienaci¨®n parental (SAP) y de las interferencias de las madres, adem¨¢s de no ajustarse a la realidad.
"La custodia compartida es la soluci¨®n id¨®nea. El problema est¨¢ en c¨®mo se aplica"
"Achacar a las mujeres la falta de entendimiento es una atribuci¨®n causal interesada"
"La igualdad, como los Derechos Humanos, no se impone por decreto; se puede regular y proteger"
Las encuestas que se han hecho muestran c¨®mo las mujeres est¨¢n m¨¢s a favor de la custodia compartida que los hombres (92,1% frente al 87,9%), e indican que el conflicto sobre la custodia se reduce a un porcentaje m¨ªnimo de casos, puesto que la mayor¨ªa de las separaciones se resuelven de manera amistosa en lo que se refiere a la custodia de los menores, bien sea por medio de la f¨®rmula de compartir la custodia o bien que ¨¦sta quede a cargo de uno de los progenitores de mutuo acuerdo. Es cierto que suele ser la madre, pero tal y como muestran las resoluciones judiciales, no se les otorga a ellas por ser mujeres, sino porque as¨ª lo deciden los c¨®nyuges o porque se demuestra que son quienes han estado a cargo del cuidado de los hijos e hijas, renunciando a sus trabajos (m¨¢s del 94% de las personas que piden una excedencia, abandonan el trabajo o solicitan una jornada reducida por cuidados familiares son mujeres) y a su tiempo libre.
La custodia compartida es m¨¢s id¨ªlica que id¨®nea, y dif¨ªcilmente ser¨¢ eficaz sin la voluntad del padre y la madre. Cualquier decisi¨®n en contra de esta realidad se parecer¨¢ m¨¢s a una decisi¨®n salom¨®nica que justa, y conllevar¨¢ el sacrificio equitativo de los hijos e hijas para satisfacer a quien impone un reparto similar, que nada tiene que ver con la igualdad. La igualdad, como ninguno de los Derechos Humanos, no se impone por decreto; se puede regular y proteger, pero no imponer, lo mismo que la paternidad y la maternidad, que deben exigirse sobre su ejercicio basado en el cuidado y en los afectos, m¨¢s all¨¢ de la referencia biol¨®gica.
Esa es la verdadera reivindicaci¨®n que deben hacer los hombres, como ya la han hecho muchos de ellos que ejercen la paternidad con responsabilidad antes de la separaci¨®n. Reivindicar la custodia compartida como forma de reclamar la paternidad es un error, deben cambiar el orden y ejercer la paternidad para luego obtener la custodia compartida en caso de ruptura, algo que ser¨¢ consecuente con su comportamiento previo y que contar¨¢ con el consenso de sus parejas, tal y como se observa en la mayor¨ªa de las separaciones. Lo contrario genera dudas y hasta sospechas. Unas dudas que aumentan cuando se presenta una situaci¨®n puntual como si se tratara de lo general (la mayor¨ªa de las decisiones sobre la custodia se deciden de mutuo acuerdo), y cuando son las asociaciones de hombres m¨¢s cr¨ªticas con la igualdad las que la reclaman, parad¨®jicamente, en nombre de la igualdad.
No deja de ser curioso que las mismas asociaciones que hablan de denuncias falsas como algo habitual, de la existencia del s¨ªndrome de alienaci¨®n parental, de la violencia de las mujeres hacia los hombres en proporci¨®n similar a la que ellos ejercen sobre ellas, o que presentan la Ley Integral o las medidas que promocionan la igualdad como un ataque a los hombres, sean las que exigen la imposici¨®n de la custodia compartida. Ante esta situaci¨®n la pregunta es sencilla, ?si se ha demostrado que las denuncias falsas, el SAP, la violencia de las mujeres y las cr¨ªticas a la Igualdad no son ciertas en los t¨¦rminos que ellos las presentan, por qu¨¦ va a ser cierto su planteamiento sobre la custodia compartida?
Hay quienes est¨¢n jugando una partida con la custodia, y para ello muestran unas cartas manipuladas que hablan de igualdad, al tiempo que esconden otras bajo manga para evitar que se reflexione y que se encuentren soluciones a los problemas verdaderos que hay detr¨¢s de todas estas situaciones. Nadie los niega, pero la soluci¨®n ha de ser compartida, no impuesta.
Miguel Lorente Acosta es delegado del Gobierno para la Violencia de G¨¦nero, dependiente del Ministerio de Igualdad.
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