El plan
El plan es el Plan de Convivencia Democr¨¢tica y Deslegitimaci¨®n de la Violencia. En el momento en que escribo estas l¨ªneas parece que hay, por fin, un "acuerdo de bases" o de m¨ªnimos entre el Gobierno vasco -y quien le apoya, el PP- y el PNV. Todav¨ªa puede ocurrir de todo, pero si al final tal acuerdo se produce sin diluir los s¨®lidos fundamentos del plan, sin desvirtuarlo a la manera que le gustar¨ªa a Joseba Egibar, por ejemplo -hace unas semanas explicaba que no se trata de "deslegitimaci¨®n", sino de "estar en contra de todas las violencias", sin hacer "estad¨ªsticas de quien ha asesinado m¨¢s"-, ser¨¢, sin duda, una buena noticia.
He estado leyendo el centenar de p¨¢ginas del plan, bien argumentado y estructurado. Contiene pasajes notables, como cuando explicita las razones, a la vez morales y pedag¨®gicas, que apoyan la presencia directa y activa de las v¨ªctimas del terrorismo en las aulas: "Nos evita caer en el paternalismo de quien habla por las v¨ªctimas... negando a ¨¦stas la palabra", "nos proporciona una cercan¨ªa moralmente interpeladora, concreta, que hace dif¨ªciles las evasivas", "nos facilita lograr la necesaria s¨ªntesis entre el acercamiento cognitivo, emocional y motivacional de conductas ante las situaciones de violencia",...
Eso s¨ª, en el texto se intercala la idea de que lo que debemos fomentar para esa necesaria labor de deslegitimaci¨®n son los principios democr¨¢ticos de "tolerancia" y "pluralidad", que no es lo mismo que "pluralismo", as¨ª como el aprecio a la "diversidad". Es un estribillo que nos es ya muy conocido. Sin embargo, ni la pluralidad ni la diversidad son buenas sin m¨¢s, como tampoco es tolerable cualquier opini¨®n o actitud que las aumente. Si en la sociedad vasca hubiera grupos que propusieran expulsar a todos los inmigrantes, poner un burka a las mujeres o legalizar la pederastia, ¨¦sta podr¨ªa ser m¨¢s plural y diversa, pero desde luego no m¨¢s democr¨¢tica ni pluralista.
Lo que los j¨®venes necesitan no es tanto aprender "tolerancia", como reflexionar sobre qu¨¦ es tolerable y qu¨¦ no, y por qu¨¦. Lo que necesitan no es tanto el respeto a las diferencias, sino la conciencia y el valor de lo que todos tenemos de semejante. Los derechos humanos son la f¨®rmula que le hemos dado a esa semejanza constitutiva, a eso que nos iguala en lo fundamental, m¨¢s all¨¢ de exacerbadas identidades ¨¦tnicas, ideol¨®gicas o de lo que sea. S¨®lo el que respeta esa f¨®rmula de dignidad para los otros -y las formas jur¨ªdico-pol¨ªticas que han de ampararlo: el Estado de Derecho, las instituciones democr¨¢ticas- es digno de ser respetado en su diferencia. Tantos a?os de discurso nacionalista nos han acostumbrado a la constante apolog¨ªa de la diferencia -los vascos-vascos y los otros-, como si esa distinci¨®n fuera lo m¨¢s esencial, lo m¨¢s valioso, la que todo justifica. Y no. Hacer pensar y sentir ese no: he ah¨ª el gran objetivo del plan.
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