Alerta: las difamaciones en Internet son eternas
La lucha de una familia por retirar las fotos de su hija accidentada se convierte en emblema de la causa de la privacidad - Derecho a la intimidad y libertad de expresi¨®n chocan con fuerza en la Red
La pesadilla de Christos Catsouras no acab¨® con ver los restos de su hija estampados con su Porsche 911 Carrera contra una pared en una v¨ªa de servicio de Orange County, California, el 31 de octubre de 2006. Ni mucho menos. Su calvario, que pasa por una cruel humillaci¨®n p¨²blica en la Red, acababa de comenzar. Desde aquel d¨ªa, ese agente inmobiliario ha tenido que vivir sabiendo que las sangrientas y expl¨ªcitas im¨¢genes de aquel accidente est¨¢n a un golpe de rat¨®n, al alcance de todos, conformando ya una categor¨ªa en s¨ª misma en la gran mara?a de Internet.
Como trasfondo al oneroso caso de la familia Catsouras subyace un debate que pone en cuesti¨®n la naturaleza misma de Internet: ?tiene derecho una persona a desaparecer de la Red? ?Es posible controlar todo lo que se dice o difunde sobre alguien en las p¨¢ginas web? ?Es factible preservar la memoria cibern¨¦tica de alguien, aun despu¨¦s de su muerte? ?D¨®nde acaba la libertad de expresi¨®n y d¨®nde comienzan las injurias y las calumnias?
Una familia vive el drama de ver el cad¨¢ver de su hija en p¨¢ginas 'gore'
"No debe quitarse un discurso porque no guste", dicen desde una fundaci¨®n
La naturaleza transnacional de la Red dificulta el borrado de datos
Espa?a tiene una legislaci¨®n m¨¢s proteccionista contra los abusos
Esa ¨²ltima disyuntiva existe desde tiempos inmemoriales. Pero la naturaleza libre e ingobernable de la Red la ha magnificado. Como en la vida, cualquiera puede expresar en Internet lo que le venga en gana. De d¨®nde resida el internauta y d¨®nde se aloje su web depender¨¢ si viola las leyes en ese lugar o no. Pero hay una gran novedad: Internet, adem¨¢s, trasciende fronteras. Y en ese caso, luchar contra un supuesto delito puede ser imposible.
Uno de los m¨¢s de 100.000 sitios web que atormentan a los Catsouras es ucranio y presenta una horrenda galer¨ªa de fotograf¨ªas sangrientas con todas las im¨¢genes del accidente, en las que se ve el cuerpo mutilado de Nikki, la cabeza destrozada, los restos atrapados por el amasijo de hierros, su brazo inerte. Hay incluso un mapa en el que se detalla d¨®nde ocurri¨® el accidente. Y un v¨ªdeo, falso.
La p¨¢gina web est¨¢ registrada por un internauta que da como nombre el de Bik Ugor, con una direcci¨®n de correo brit¨¢nica, en una ciudad de Ucrania. Seg¨²n una lista de dominios de malware, se trata de una mentira, una cortina de humo, desde la que infectar los ordenadores de los internautas con un virus, que se descarga cuando se pulsa el play del v¨ªdeo en formato AVI. Un hacker depreda el dolor de una familia para difundir troyanos. La sofisticaci¨®n de la Red.
El drama de esa familia es casi de manual. En la ¨¦poca de lo viral, de la interconexi¨®n total de los tel¨¦fonos m¨®viles, las c¨¢maras fotogr¨¢ficas e Internet, el morbo puede crear gigantes cibern¨¦ticos. Seg¨²n diversos documentos judiciales, dos agentes de tr¨¢fico de California, Thomas O'Donnell y Aaron Reich, tomaron las fotos del accidente y se las enviaron a amigos. Se propagaron por la Red como el polvo a merced del viento.
Al principio Christos, el padre, no sab¨ªa nada de esas fotos terribles. Hasta que d¨ªas despu¨¦s de la muerte de su hija recibi¨® un correo. El mensaje: "?Holaaaa papi! ?A¨²n estoy viva!". La foto: la cabeza destrozada de su hija. Nikki, muerta a los 18 a?os, se convirti¨® en una presencia viral en la Red. Se la conoce como "la chica del Porsche". En otras p¨¢ginas se dice: "Nikki Catsouras... demostr¨®, de nuevo, que las mujeres no saben conducir". Sus fotos aparecen en p¨¢ginas gore. La tecnolog¨ªa las mantiene siempre en circulaci¨®n. El morbo les da fuelle.
Humillado y mortificado, su padre contact¨® con Michael Fertik, fundador de la empresa ReputationDefender, creada para lavar la imagen de los internautas. "Comenzamos retirando bastante contenido relativo a esas fotos", explica Fertik. "Era una tarea laboriosa, pero en unos tres a?os logramos que las fotos se retiraran de m¨¢s de 2.500 p¨¢ginas web. Aquello evit¨® que las im¨¢genes se propagaran de forma r¨¢pida al principio del caso".
Sin embargo, la labor de Fertik entr¨® en conflicto con la de los abogados que representan a la familia en los juzgados de California. ?stos le aconsejaron a los Catsouras que denunciaran a los agentes que tomaron las fotos. Fertik sab¨ªa que nadar¨ªan contracorriente: el caso aparecer¨ªa en los medios de comunicaci¨®n, la prensa informar¨ªa de ¨¦l, todo el mundo sabr¨ªa de la existencia de esas fotos. "Le explicamos a la familia que la cobertura nacional har¨ªa casi imposible controlar el problema, como ha sucedido. Despu¨¦s de ir a juicio, las fotos se propagaron por la Red a una velocidad incre¨ªble. ?ste es un caso extremo, muy particular, y la familia tuvo que tomar una decisi¨®n seguramente dolorosa, en su b¨²squeda de justicia", explica Fertik. "Al principio tuvimos mucho ¨¦xito controlando el problema".
Christos Catsouras decidi¨® demandar al cuerpo de polic¨ªa de tr¨¢fico de California, por violar la intimidad de la familia, por negligencia y por da?os emocionales, entre otros cargos. En marzo de 2009 el juez Steven L. Perk de la Corte Superior de Orange County desestim¨® la demanda. Admit¨ªa que la conducta de los agentes era "totalmente reprobable", pero que la libertad de expresi¨®n y el derecho a la informaci¨®n prevalec¨ªan sobre el dolor de la familia.
"Esa suele ser la norma en este pa¨ªs", dice Rebecca Jeschke, portavoz de la organizaci¨®n Electronic Frontier Foundation, que, entre otras cosas, apoya una legislaci¨®n que proteja el derecho a la libertad de expresi¨®n de la Red. "El hecho de que a alguien no le guste un tipo de discurso no justifica que se deba retirar de un medio. En instancias como ¨¦sa, nosotros recomendamos hablar con los administradores de esas p¨¢ginas. Si ese intento no es fruct¨ªfero, entonces recomendamos que las personas agraviadas creen su propio contenido web para sepultar la informaci¨®n negativa".
"Es muy importante estar alerta", explica Fertik, cuya empresa, ReputationDefender, limpia contenido nocivo en la red por una tarifa de entre ocho y 12 euros mensuales. "En cuanto se detecte una informaci¨®n que pueda ser nociva, es muy importante actuar. Hay que atajar los problemas pronto, as¨ª es m¨¢s f¨¢cil contenerlos. Y es importante ser consciente de qu¨¦ se dice de uno en la Red. Hay que tratar Internet como un curr¨ªculo, como una tarjeta de presentaci¨®n".
Es un consejo que les hubiera venido muy bien a Jane y Nancy (nombres supuestos, pues las dos mujeres quieren mantener su anonimato), dos licenciadas en leyes por la exclusiva Universidad de Yale. Sus nombres verdaderos comenzaron a ser moneda de uso corriente en el sitio web AutoAdmit, un foro de debate para el uso de estudiantes de derecho de EE UU. Entre 2005 y 2007 se dijeron cosas de ellas no aptas para todas las sensibilidades: "Una zorra est¨²pida ingresa en Yale... No os la tir¨¦is, tiene herpes...".
Un estudiante con el seud¨®nimo Patrick Bateman (nombre ficticio, del protagonista de la novela American psycho) colg¨® en el foro una carta falsa, supuestamente dirigida a "los profesores de Yale". "Una alumna de la promoci¨®n de 2009, tiene por padre a un delincuente que rob¨® dinero", dec¨ªa. Otro envi¨® una carta a un bufete de abogados que le ofreci¨® un contrato de verano a Nancy: "Es cierto que dispone de un buen pedigr¨ª acad¨¦mico, pero hay informaci¨®n preocupante sobre ella en la Red", y adjuntaba diversos links en los que se calificaba a la estudiante de poco menos que de prostituta.
En sus demandas, las dos mujeres identificaron a uno de los acosadores: Matthew C. Ryan, "estudiante de licenciatura en la Universidad de Tejas". Llegaron a un acuerdo extrajudicial con los acosadores, retiraron los cargos y no quieren tener m¨¢s contacto con los medios.
"Los rumores son como el c¨¢ncer", explica Daniel Solove, gur¨² de asuntos de privacidad y profesor de derecho en la Universidad George Washington. "Si son lo suficientemente morbosos, se pueden difundir de forma muy r¨¢pida. Y si se difunden, son muy dif¨ªciles de eliminar". Solove es autor del libro El futuro de la reputaci¨®n: cotilleos, rumores y privacidad en Internet, publicado en EE UU, en el que demuestra c¨®mo el torrente de informaci¨®n libre de la Red "puede dificultar la libertad y el desarrollo personales".
"A menos que se establezca un equilibrio entre derecho a la intimidad, libertad de expresi¨®n y derecho al anonimato, corremos el riesgo de que la libertad de Internet nos haga menos libres", explica. La naturaleza transnacional de la Red complica, adem¨¢s, las cosas: "Algunos pa¨ªses tienen leyes m¨¢s protectoras que EE UU, pero otros no. Puede ser dif¨ªcil, adem¨¢s, comunicarse con administradores de otros pa¨ªses que no hablen el mismo idioma de uno".
Entre los pa¨ªses que m¨¢s empe?o ponen en proteger al ciudadano frente a los excesos de la Red, est¨¢ Espa?a. La Agencia Espa?ola de Protecci¨®n de Datos (AEPD), una de las pocas que disponen de capacidad sancionadora en el mundo, recibe numerosas quejas al respecto y toma medidas en casos en los que el internauta pueda resultar perjudicado. "Particularmente, es cada vez mayor el inter¨¦s mostrado por los ciudadanos para que sus datos personales no aparezcan en los ¨ªndices o resultados que ofrecen los motores de b¨²squeda en Internet, a partir de los datos identificativos de una persona", explica Artemi Rallo, director de la Agencia. "Casos vinculados a despidos laborales por informaciones publicadas en redes sociales, informaciones relativas a pr¨¢cticas de algunas empresas de selecci¨®n de personal que rastrean la red para analizar a candidatos a puestos de trabajo, son algunos de los supuestos por los que los ciudadanos quieren desaparecer o restringir su presencia en la Red".
Una persona con un ordenador y una conexi¨®n a Internet ha ganado, en los ¨²ltimos a?os, mucho poder. As¨ª han nacido muchos blogs que pueden tumbar y han tumbado carreras art¨ªsticas y pol¨ªticas. Unidos, los grupos de internautas pueden golpear con la fuerza de un cicl¨®n.
Por ejemplo, en el caso de una mujer surcoreana cuyo perro defec¨® en el metro. Se neg¨® a limpiarlo. Alguien la grab¨® en v¨ªdeo y en cuesti¨®n de d¨ªas su vida completa estaba al desnudo en la Red. O el de Jaime Ferrero y Juan Carlos V¨¢zquez, dos militantes de Nuevas Generaciones del PP de Talavera de la Reina, expulsados de esa agrupaci¨®n despu¨¦s de que se crearan varios grupos de Facebook en los que mostraban fotos en las que se les ve¨ªa torturando gatos.
Esas campa?as de lo que se conoce como vigilancia online siguen causas m¨¢s o menos l¨ªcitas, como prevenir la tortura animal. Pero, ?qu¨¦ sucede cu¨¢ndo se trata de algo m¨¢s personal, como las relaciones rom¨¢nticas o sexuales? En el sitio DontDateHimGirl.com (no salgas con ¨¦l, chica) mujeres de toda la geograf¨ªa norteamericana han creado una base de datos sobre unos 59.000 hombres con los que han salido. Hay todo tipo de cr¨ªticas a los varones: si pagan la cena, si huelen bien, de qu¨¦ hablan, si est¨¢n casados o c¨®mo son en la cama, por ejemplo.
Todd Hollis, un abogado criminalista de Pensilvania, descubri¨® que se hab¨ªa creado un perfil sobre ¨¦l: "Sali¨® con una de mis amigas... antes de que ¨¦sta se diera cuenta de que ya hab¨ªa salido con medio Pittsburgh... Se?oras, se trata de un abogado. Parece profesional y amable, y te engatusar¨¢ al contarte c¨®mo le dio un ri?¨®n a su madre... Se cree que tiene HERPES. Manteneos alejadas". Entre los comentarios de otras usuarias: "Me contagi¨® una ETS y sal¨ªa con otras dos mujeres a la vez".
Hollis present¨® dos demandas (una en Pensilvania, la otra en Florida) contra la administradora del sitio web, despu¨¦s de que ¨¦sta se negara a retirar los comentarios que ¨¦l consideraba injuriosos. En junio de 2008 ambas partes solicitaron al juez que desestimara el caso, tras haber llegado a un acuerdo. En un correo electr¨®nico, el abogado asegura no poder hacer declaraciones al respecto por los t¨¦rminos de esa resoluci¨®n. Hoy en d¨ªa, no hay perfil p¨²blico de Todd Hollis en el sitio web, pero s¨ª lo hay de otros 59.000 hombres que probablemente no saben lo que se dice de ellos en esa ingente base de datos sentimentales y sexuales.
Antes de que se desestimara, en ese caso se debat¨ªa, adem¨¢s, la responsabilidad que tienen los administradores de un sitio web sobre lo que publiquen sus usuarios. En EE UU, seg¨²n la Ley de Telecomunicaciones de 1996, ninguna. Esa norma, en su T¨ªtulo V, establece: "Ning¨²n proveedor o usuario de un servicio inform¨¢tico interactivo ser¨¢ considerado como el difusor o autor de cualquier informaci¨®n difundida por otro proveedor de contenido informativo". Es decir: el cartero no es responsable de los contenidos de las cartas.
En ese sentido, para la familia de Nikki Catsouras, encontrar a quien difunde las fotos de su hija mutilada es como buscar fantasmas. Los administradores de las p¨¢ginas web son s¨®lo mensajeros. Google y los dem¨¢s buscadores s¨®lo acumulan informaci¨®n recabada por otros. En marzo de 2008, despu¨¦s de que el juez desestimara la demanda contra la polic¨ªa de tr¨¢fico, cre¨ªan que iban a tener que vivir para siempre con esas im¨¢genes pululando por la Red, a la vista de todos.
Hasta el pasado 29 de enero, en que sus apelaciones resultaron exitosas. La juez Eileen C. Moore, del tribunal de apelaciones de Santa Ana, en California, emiti¨® la siguiente opini¨®n: "La diseminaci¨®n de las im¨¢genes de los muertos s¨®lo puede afectar a los vivos... Concluimos que
[los agentes de tr¨¢fico] les deben a los demandantes el deber de no difundir im¨¢genes de los fallecidos en Internet con el fin del vulgar espect¨¢culo... Se pod¨ªa prever que la diseminaci¨®n p¨²blica, v¨ªa Internet, de fotos de los restos decapitados de una ni?a adolescente causar¨ªan un trauma devastador para los padres y los hermanos de esa ni?a".
Los l¨ªmites entre la libertad de expresi¨®n y el derecho a la intimidad son extremadamente difusos en la Red. El caso de Nikki Catosuras demuestra, sin embargo, que con tenacidad, se puede llegar hasta la fuente de la que surgi¨®, por primera vez, esa informaci¨®n da?ina, devastadora, macabra. Sus fotos siguen colgadas en la Internet. "Ahora el caso se decidir¨¢ en los tribunales, dado que la juez Moore ha decidido que debe ser admitido a tr¨¢mite. Las vistas comenzar¨¢n en los pr¨®ximos meses".

Persecuci¨®n implacable
- Denuncia. En 2002 comienza a funcionar la web Perverted-Justice.com, en la que voluntarios de EE UU cazan y revelan la identidad de pederastas. En 2006,
la NBC lo convierte en
un programa de televisi¨®n. Un fiscal de Tejas, Louis Conradt, se suicida en 2006 al ser descubierto.
- Salir del armario. En 2005, el The Spokesman-Review crea una serie de perfiles
de redes sociales falsos
y los utiliza para revelar
que James West, alcalde
de Spokane (Washington),
un republicano opuesto
a los derechos de los gays, es en realidad homosexual
y denunciar que ofrece trabajos municipales a j¨®venes a cambio de sexo.
- Contactos. En 2006,
el abogado Todd Hollins demanda a la web DontDateHimGirl.com, una base de datos en la que mujeres comentan sobre
los hombres con los que
han tenido citas rom¨¢nticas, despu¨¦s de descubrir un perfil con comentarios injuriosos. Logra un acuerdo extrajudicial en 2008.
- Torturas. En 2008, Nuevas Generaciones del PP expulsa a Jaime Ferrero y Juan Carlos V¨¢zquez, de Talavera de la Reina, despu¨¦s de que se difundan por la Red fotos en las que aparecen posando con gatos torturados y muertos.
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