El vertido de petr¨®leo paraliza el proyecto pol¨ªtico de Obama
El presidente aparece d¨¦bil y a la defensiva, m¨¢s cerca de Carter que de Reagan
El ambicioso programa de reformas de Barack Obama estaba dise?ado, probablemente, para hacer frente a feroces opositores en el Congreso, taimados ayatol¨¢s en Ir¨¢n y p¨¦rfidos terroristas en las calles. Pero para lo que, con toda seguridad, no estaba preparado es para sortear la amenaza de un vertido de petr¨®leo. Esa amenaza, sin embargo, es ahora de tal dimensi¨®n que la presidencia de Estados Unidos y toda la Administraci¨®n est¨¢n hoy a cent¨ªmetros de sumergirse en el caos.
La mancha que se extiende en el golfo de M¨¦xico no es ya el Katrina de Obama; es su Irak, el problema que lo condiciona todo, que lo posterga todo y que emborrona todo. Algunos comentaristas lo han llamado su Waterloo; otros lo han comparado con el desastre de los rehenes de Teher¨¢n. No exageran. Ninguna iniciativa del Gobierno, tanto de orden dom¨¦stico como internacional, tiene en estos momentos posibilidades de prosperar. El presidente, criticado por la oposici¨®n y por sus aliados entre la izquierda ecologista, carece de respaldo y de energ¨ªas para cualquier otra cosa que no sea detener el vertido.
Los republicanos se centran ahora en criticarle por su incompetencia
La impotencia en el control de la fuga ha desatado la rabia en la opini¨®n p¨²blica
La entrevista con la gobernadora de Arizona se ha visto oscurecida
La reforma migratoria no tiene la menor posibilidad de sobrevivir
Hoy regresar¨¢ Obama a la regi¨®n del Golfo. Es su tercera visita. A la Casa Blanca no se le ocurre otra forma de hacer visible que se involucra personalmente en la crisis. Quiz¨¢ porque no hay otra forma. Carente de los recursos t¨¦cnicos necesarios para reparar con garant¨ªas una aver¨ªa ocurrida a 1.500 metros de profundidad, este caso se ha convertido en una dram¨¢tica manifestaci¨®n no solo de los l¨ªmites de la tecnolog¨ªa, sino de los l¨ªmites de la naci¨®n m¨¢s poderosa que ha conocido la humanidad.
Esa impotencia, que ha desatado entre la opini¨®n p¨²blica un sentimiento de frustraci¨®n y de rabia, ha transformado a un pol¨ªtico muy seguro en un l¨ªder d¨¦bil, defensivo y hasta negligente en el uso de los medios p¨²blicos. La oposici¨®n republicana, que hasta ahora se centraba en la denuncia del izquierdismo del presidente, ha encontrado ahora un ¨¢ngulo mucho m¨¢s da?ino: su incompetencia.
La reforma sanitaria fue motivo de cr¨ªticas a Obama por el gigantismo de sus proyectos y el radicalismo de sus cambios; el vertido de petr¨®leo ha abierto la veda a las cr¨ªticas por su falta de reflejos, su biso?ez y su insensibilidad ante los problemas de mayor impacto entre los ciudadanos. Su perfil de fr¨ªo acad¨¦mico se acent¨²a en grave detrimento del de l¨ªder pol¨ªtico. El vertido lo sit¨²a mucho m¨¢s cerca de Jimmy Carter que de Ronald Reagan.
El da?o infligido sobre el presidente desvaloriza toda su gesti¨®n y la de su Administraci¨®n. Acontecimientos muy relevantes, como la entrevista que Obama sostuvo ayer con la gobernadora de Arizona, Jan Brewer, para tratar el problema de la inmigraci¨®n ilegal, o el viaje del secretario de Defensa, Robert Gates, a Asia para discutir los graves problemas de seguridad en esa regi¨®n, se han visto completamente oscurecidos por la reparaci¨®n en el Golfo. Incluso la crisis con Israel y Turqu¨ªa, dos aliados estrat¨¦gicos indispensables, ha quedado en un segundo lugar.
Proyectos fundamentales de la agenda de Obama, como la reforma migratoria o la reforma energ¨¦tica, no tienen la menor posibilidad de sobrevivir en el Congreso en estos momentos. Otras, como la reforma medioambiental que el presidente ha intentado poner sobre la mesa con motivo de la crisis de BP, son una mera exposici¨®n de intenciones sin apenas oportunidad de progresar. Incluso la reforma financiera, que est¨¢ aprobada por ambas c¨¢maras, podr¨ªa sufrir alg¨²n retraso inesperado. Hasta parecen haber perdido sentido ya los desplazamientos de Obama a las ciudades m¨¢s afectadas por la crisis econ¨®mica.
Obama estar¨¢ hoy en el Golfo porque es el ¨²nico lugar en el que se le quiere ver en estos momentos. Aunque la Casa Blanca se resiste a reconocer esa realidad, es muy probable que se anuncie en cualquier momento la suspensi¨®n, por segunda vez, del viaje que el presidente tiene previsto hacer dentro 10 d¨ªas a Australia e Indonesia.
Ante un presidente debilitado por un infortunio como el de la tuber¨ªa de petr¨®leo, los problemas se acumulan y se agigantan. La crisis de Oriente Pr¨®ximo, las sanciones a Ir¨¢n, la tensi¨®n con China por Corea del Norte, todo se antoja ahora m¨¢s dif¨ªcil y lejano.
En el orden interno es a¨²n peor, la crisis del vertido le coincide a Obama con episodios, aparentemente menores, que hoy se observan como monstruosas amenazas. El inicio del juicio al ex gobernador de Illinois, Rod Blagojevich, al que pueden ser citados como testigos figuras relevantes de la Casa Blanca, o la aparici¨®n de un segundo caso de soborno pol¨ªtico vinculado a la presidencia, siembran el p¨¢nico en la avenida de Pensilvania.
M¨¢s informaci¨®n en la p¨¢gina 38
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