La verdad de Coetzee
A partir de Elizabeth Costello, J. M. Coetzee entr¨® en un territorio literario donde el juego ficci¨®n-realidad, preferentemente enmarcado en textos m¨¢s o menos autobiogr¨¢ficos, supuso un cambio de rumbo en su narrativa, un cambio asumido con tanto esp¨ªritu como riesgo, que est¨¢ dando como resultado obras que se adentran decididamente en la construcci¨®n de la novela del siglo XXI. Diario de un mal a?o era un texto a tres bandas que conten¨ªa un ejercicio de indagaci¨®n en la senectud extremadamente inteligente gracias a esa simultaneidad de voces y actitudes (un viejo, una muchacha sensual y su novio) con la que establec¨ªa un expresivo ejercicio de perspectiva y autoan¨¢lisis. Con Infancia y Juventud entraba en una suerte de memorias sui g¨¦neris cuyo tercer cap¨ªtulo, bajo el subt¨ªtulo de 'Escenas de una vida de provincias III', lo constituye este Verano que ahora comentamos. Todos estos libros han sido editados en Espa?a por Mondadori.
Verano
J. M. Coetzee
Traducci¨®n de Jordi Fibla
Mondadori. Barcelona, 2010
272 p¨¢ginas. 18,90 euros
Temps d'estiu
J. M. Coetzee
Traducci¨®n de Dolors Baliu
Edicions 62. Barcelona, 2010
244 p¨¢ginas. 19,90 euros
Si no olvidamos que, a fin de cuentas, Coetzee est¨¢ hablando finalmente de s¨ª mismo, el ejercicio de escritura se convierte en un verdadero alarde
Infancia y Juventud son dos novelas autobiogr¨¢ficas escritas en tercera persona. Recogen dos etapas de la vida de un tal John Coetzee; la primera, su vida de ni?o en la regi¨®n de Karoo, alejada de la civilizaci¨®n urbana; la segunda se sit¨²a en Londres, adonde un joven John Coetzee se traslada tras estudiar en la universidad de El Cabo. Verano, en cambio, toma otro tipo de distancia y de estructura; de hecho, viene antecedida por esa persona interpuesta que ¨¦l utiliza para expresar sus ideas en Elizabeth Costello. El resultado es verdaderamente notable y, sobre todo, revela una audacia literaria que no por consecuente con la ¨²ltima parte de su obra deja de ser un reto original que manifiesta a las claras su viveza de esp¨ªritu y su apuesta irreductible por la verdad literaria; lo que en los tiempos que corren resulta muy gratificante.
El libro est¨¢ dividido en siete cap¨ªtulos. Cinco de ellos se corresponden con personas que conocieron a John Coetzee, cuatro mujeres y un hombre. De las cuatro mujeres, al menos dos tuvieron una relaci¨®n er¨®tica con ¨¦l. El quinto es un hombre al que conoci¨® por coincidir con ¨¦l en la antesala de una entrevista de trabajo y con quien entabl¨® una cierta amistad. El texto est¨¢ redactado en forma de entrevistas con esas cinco personas porque el artificio que usa el autor es el de crear un joven bi¨®grafo ingl¨¦s, Vincent, que est¨¢ escribiendo un trabajo biogr¨¢fico sobre el periodo que transcurre entre 1972 y 1975 de la vida de John Coetzee, c¨¦lebre escritor galardonado con el Premio Nobel y fallecido en Australia. Las cinco entrevistas se abren y cierran con unos Cuadernos de Notas del propio John Coetzee correspondientes a esos a?os.
El artificio requiere confianza y pulso narrativo, pues se trata de crear a cinco personajes que, a su vez, deben de crear con su testimonio un Coetzee personal e ¨ªntimo, un Coetzee que, de cara al exterior, fue un hombre retra¨ªdo y alejado de los circuitos literarios. Si no olvidamos que, a fin de cuentas, el aut¨¦ntico J. M. Coetzee (afortunadamente, a¨²n vivo) est¨¢ hablando finalmente de s¨ª mismo, el ejercicio de escritura se convierte en un verdadero alarde. Pero lo autobiogr¨¢fico no debe hacernos olvidar lo literario: ?han existido realmente esas personas o, por el contrario, son producto de su imaginaci¨®n y lo ¨²nico realmente comprobable es aquello que se refiere estrictamente a la vida de Coetzee y quiz¨¢ no todo ello sino s¨®lo parte? Y este es el momento de olvidar lo personal y entrar en lo literario: lo ¨²nico que importa al lector, aparte de la natural curiosidad que suscita la historia, es que le est¨¢n contando algo que ha de ser cre¨ªble; en este caso, cre¨ªble desde la ambig¨¹edad de la propuesta. Y la realidad es que si consideramos estas memorias de una vida provinciana como una novela, estamos ante una novela sumamente inteligente que atrapa al lector por el camino de la imaginaci¨®n, que es donde a fin de cuentas se sustancia la expresi¨®n de su autor.
La multiplicidad de voces consigue, entre otros efectos, el de crear un escenario, Sud¨¢frica, al que responden un conmovedor y hosco John Coetzee y su conmovedor y pat¨¦tico padre. Las voces establecen un paralelo natural entre su visi¨®n de Coetzee y su visi¨®n de la realidad sudafricana, lo que desemboca en la relaci¨®n misma de Coetzee con su pa¨ªs y con su pasado. El juego es extraordinariamente complejo, sutil y de una gran riqueza de matices. La actitud ante el mundo de este hombre cerrado como una ostra se abre m¨¢gicamente ante los ojos del lector en lo que no es m¨¢s que un duro y exigente ajuste de cuentas consigo mismo que, al preservar su voz -s¨®lo aparece en los Cuadernos de Notas-, le permite exteriorizarlo sabiamente. Y detr¨¢s de todo est¨¢, a su vez, un tema eterno: la figura del artista.
Julia, su amante casada, que incluso aventura en un momento dado una interpretaci¨®n de su obra en relaci¨®n con ¨¦l, est¨¢ dispuesta a hablar de John, pero exige su cuota: hablar tambi¨¦n de su propia vida. Margot, su prima, una figura del pasado en el presente act¨²a al rev¨¦s: ella pregunta al bi¨®grafo y este le va leyendo el texto que construy¨® con su testimonio. Adriana es un personaje fascinante que detesta a Coetzee y ampl¨ªa el campo de vis¨®n, y Mario es una especie de sombra que se roz¨® con la de Coetzee: las que cuentan son las mujeres; el contraste entre esta y las otras voces es un acierto. Sophie, su otra amante, que es la que m¨¢s habla de sus actitudes pol¨ªticas y de su actitud ante la pol¨ªtica, resume con una frase certera el esp¨ªritu del biografiado: "Para el fatalista, la historia es el destino".
Dir¨ªa que el libro es deslumbrante si no fuera porque el deslumbramiento no deja ver y aqu¨ª, en cambio, lo que hacemos es, precisamente, ver. L¨¦anlo como quieran ustedes, como cierto o como no cierto, pero l¨¦anlo; por su extrema inteligencia, por el derroche de talento, por su capacidad de convicci¨®n y por abrir nuevos caminos a la escritura narrativa. Por aqu¨ª s¨ª se cuece el futuro de la novela.
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