ZP / Rajoy: halcones y palomas
Algunos podemos pensar que Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero ha sido un p¨¦simo gestor econ¨®mico. Sin embargo, conviene reconocer que en su dimensi¨®n de jugador es excelente. Y su tarea no es f¨¢cil, ahora que las cosas le (nos) van tan mal. Hasta 2008 siempre pod¨ªa aducir que los logros materiales de su pol¨ªtica eran ¨®ptimos, incluso de cara a la imagen socialista en Euskadi, cuando ETA le sac¨® involuntariamente del laberinto en el cual hab¨ªa decidido introducirse con el "proceso de paz". Su juego era justificado por los resultados, con independencia de la estrategia alternativa que trazase el adversario. En cambio, desde entonces tropieza siempre con un grave inconveniente para su prop¨®sito de ganar una partida tras otra al PP: una adecuada respuesta a la crisis deber¨ªa apoyarse en un acuerdo sobre cuestiones b¨¢sicas entre los dos grandes partidos, y eso es percibido as¨ª por la opini¨®n p¨²blica, de manera que resulta imprescindible acudir a una estratagema adicional para que la gente perciba las cosas de forma distinta a como son. Una tarea facilitada adem¨¢s por la extrema rigidez, por decirlo con suavidad, del juego de su oponente.
El inter¨¦s general exige que Zapatero y Rajoy renuncien a ataques mutuos
Lo hemos visto en el reciente debate en torno a las medidas de ajuste, y sobre todo tras conocerse sus resultados. D¨ªas antes, ZP se entrevista con Mariano Rajoy y le dice que no har¨¢ un recorte "dr¨¢stico" sino evolutivo. No le enga?a, pues su decisi¨®n estar¨¢ forzada desde el exterior. Pero tampoco le invita a discutir el hachazo una vez decidido, y en el tema de las pensiones ignora el voto contrario del Congreso. Hubiera bastado separarlo de las dem¨¢s medidas para actuar en democracia y en justicia, convirti¨¦ndolo en una nueva "errata", pero ZP necesita presentar su volantazo como una evidencia de buen gobierno, prueba a toda costa de su autoridad indiscutible (en circunstancia similar, Berlusconi ofrece comparativamente un modelo de elaboraci¨®n democr¨¢tica). Al mismo tiempo, coloca al PP ante una paradoja pragm¨¢tica: si vota el paquete o se abstiene sin m¨¢s, pasa a avalar la pol¨ªtica y la imagen del presidente; de oponerse, es el irresponsable que por intereses de partido pisotea los del pa¨ªs en un momento cr¨ªtico.
Desde el mismo debate, con la agresiva intervenci¨®n del portavoz socialista, Jos¨¦ Antonio Alonso, tal es el objetivo en vez de explicar por qu¨¦ las pensiones -y no las rentas- est¨¢n en la picota y por qu¨¦ se presenta como "plan" un socorro de urgencia sin visi¨®n de conjunto. El PP se convierte as¨ª en "la verg¨¹enza de Europa" (lo repiti¨® Blanco), siendo el ¨²nico partido opositor que no secunda al Gobierno en la crisis. Mentira eficaz, pero mentira: la izquierda italiana se opuso desde su g¨¦nesis a la manovra de Berlusconi.
En la situaci¨®n presente, los intereses generales reclamar¨ªan que en el juego de halcones y palomas entre ZP y PP ambos eligiesen el papel de palomas, renunciando a ataques mutuos. Pero el PP -recordemos el guirigay del Senado o la personalizaci¨®n del ataque por Rajoy, favoreciendo el cierre de filas socialista- asume el rol de halc¨®n, y as¨ª ZP puede disfrazarse de paloma y seguir a lo suyo, que es conservar el poder hasta 2012. La t¨¢ctica viene de lejos y se encuentra favorecida por la incapacidad de Rajoy para reaccionar ante la rapidez con la que el presidente mueve las piezas ante su mirada. El libro de Fernando J¨¢uregui sobre el "proceso de paz" relata una entrevista con Rajoy donde ¨¦ste sale satisfecho, siendo informado al borde de la rueda de prensa por una nota de ZP de su comunicaci¨®n con Arnaldo Otegi. Le hab¨ªa birlado lo esencial. Por eso, si el presidente le telefone¨® en v¨ªsperas de la sesi¨®n del Congreso, pudo proponerle un encuentro inmediato, que ZP hubiese desatendido. Para, en todo caso, tras criticarle a fondo y justificar el no, acabar reconociendo que la coyuntura internacional lo convert¨ªa en un suicidio para Espa?a, absteni¨¦ndose en consecuencia por el inter¨¦s nacional. As¨ª qued¨® de halc¨®n cegato y las bater¨ªas socialistas pudieron dirigirse adem¨¢s contra Dur¨¢n i Lleida, el abstencionista que sab¨ªa demasiado.
Como mal menor, bienvenido sea el voto de ventaja al desatentado recorte, tal como est¨¢ el patio financiero internacional, y tambi¨¦n la negativa a celebrar elecciones, que nos hundir¨ªan ahora por lo mismo. Pero esto no ha de llevarnos a practicar el s¨ªndrome de Estocolmo.
?ltima muestra, siempre oportunista: ZP evita asumir su papel directivo en la reforma del mercado de trabajo. Tampoco rectifica el PP, empe?ado en cargarse la ley del aborto v¨ªa Constitucional y en confundir siempre firmeza con intransigencia reaccionaria.
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