Tailandia, entre colores y sombras
El balance de la ¨²ltima confrontaci¨®n entre 'camisas rojas' y 'amarillas' ha sido de 88 muertos y 2.000 heridos. El di¨¢logo es indispensable para afrontar el futuro cuando concluya el largo reinado de Bhumibol
El pasado 19 de mayo finaliz¨® el ¨²ltimo episodio de confrontaci¨®n en Tailandia. Los camisas rojas fueron desalojados por el Ej¨¦rcito de la extensa zona que hab¨ªan ocupado en el centro comercial de Bangkok. Quedaba la imagen de una sociedad desgarrada, y un tr¨¢gico balance de muertos y heridos.
Tailandia se enfrenta a las consecuencias de una divisi¨®n social y pol¨ªtica, que le ha abocado a una inestabilidad de la que no parece poder salir. Dos personajes destacan en ese escenario: un anciano monarca carism¨¢tico, querido por la inmensa mayor¨ªa de los ciudadanos; y un pol¨¦mico magnate de los negocios convertido en pol¨ªtico, cuyo legado divide en dos partes al pa¨ªs.
I. Ayer. Los problemas de la Tailandia de hoy solo pueden comprenderse desde una perspectiva hist¨®rica. La guerra fr¨ªa marc¨® el arranque y consolidaci¨®n del reinado de Bhumibol Adulyadej (Rama IX), que accedi¨® al trono a los 18 a?os, tras la enigm¨¢tica muerte de su hermano Ananda Mahidol (Rama VIII), y que ha protagonizado el reinado m¨¢s largo de la historia del pa¨ªs. Adem¨¢s del carisma semirreligioso que ha envuelto a los monarcas siameses, Bhumibol ha sabido dar al trono una impronta ¨²nica. Supo revitalizar esa instituci¨®n y ahora se teme que su auctoritas no pueda ser asumida en plenitud por su heredero presunto. La monarqu¨ªa tailandesa tendr¨¢ que emprender una reforma sustancial para adaptarse a un futuro diferente.
Las pol¨ªticas progresistas de Thaksin chocan con la trama de corrupci¨®n que rode¨® su gesti¨®n
Los 'camisas amarillas' derribaron en 2008 a dos Gobiernos; los 'rojos' luchan contra el actual
En estos m¨¢s de 60 a?os se han producido numerosas modificaciones constitucionales y se han alternado reg¨ªmenes militares con per¨ªodos de democracia, generalmente breves. El pa¨ªs ha vivido convulsiones violentas en 1973, 1976 y 1992. Dictadores militares y primeros ministros elegidos se han sucedido vertiginosamente.
El ¨²nico elemento de continuidad en estos 63 a?os ha sido el rey Bhumibol, que ha dado as¨ª estabilidad al pa¨ªs. El establecimiento de una democracia moderna y s¨®lida sigue siendo a¨²n una asignatura pendiente, pero es cierto que durante el presente reinado Tailandia ha experimentado un notable despegue econ¨®mico, empa?ado, sin embargo, por su naturaleza desigual, con fuertes desequilibrios entre las clases medias urbanas y las masas rurales.
II. Hoy. El siglo XX finaliz¨® en Tailandia con el estallido de la crisis financiera en 1997-1998. Aunque la sociedad dio muestras de gran capacidad de recuperaci¨®n, los efectos de la crisis se har¨ªan sentir en el plano pol¨ªtico.
En 1997 se aprob¨® la Constituci¨®n m¨¢s democr¨¢tica de su historia. Se pretend¨ªa acabar con un largo per¨ªodo de gobiernos civiles d¨¦biles, surgidos de partidos clientelistas, sometidos a la hegemon¨ªa de la ¨¦lite militar-burocr¨¢tico-aristocr¨¢tica capitalina de siempre. Pero ese intento no pudo prever la emergencia de un fen¨®meno nuevo como el thaksinismo. Thaksin Shinawatra es un exitoso hombre de negocios originario de Chiang Mai, de origen chino, que parti¨® del negocio familiar de la seda para levantar un inmenso conglomerado de empresas, la Shin Corporation.
Sobre la base de esta gran fortuna, Thaksin construy¨® una plataforma pol¨ªtica a trav¨¦s del partido Thai Rak Thai (TRT) que, al amparo de la crisis de fines de los noventa, obtuvo en los comicios de 2001 una amplia victoria. Con la compra -literal- de algunos partidos menores, Thaksin se hizo con un poder omn¨ªmodo y puso en marcha pol¨ªticas populistas de condonaci¨®n de deudas, sistema b¨¢sico de sanidad y promoci¨®n del desarrollo rural. Esa pol¨ªtica le brind¨® la adhesi¨®n de las masas campesinas del norte y noreste, hasta entonces marginadas por la ¨¦lite de Bangkok.
La imagen progresista de esta faceta del thaksinismo no se corresponde con su ejercicio del poder en el plano de las libertades civiles. Thaksin lleg¨® al poder por v¨ªas democr¨¢ticas, pero lo ejerci¨® con sesgo intolerante e injusto. Cre¨® en torno a s¨ª una trama de corrupci¨®n inusitada. Confundi¨® los intereses p¨²blicos con los privados, infringi¨® los derechos fundamentales con su campa?a de ejecuciones extrajudiciales en la "lucha contra la droga" -m¨¢s de 4.000 asesinatos entre 2001 y 2005-, y reprimi¨® brutalmente la insurrecci¨®n de las provincias del sur, de mayor¨ªa malayo-musulmana. Adem¨¢s, amordaz¨® a los medios de comunicaci¨®n y manipul¨® a la judicatura y las instituciones independientes.
La consecuencia fue que, mientras las bases rurales y el subproletariado urbano, agradecidos al ¨²nico pol¨ªtico que se hab¨ªa preocupado de ellos, formaban un s¨®lido bloque electoral thaksinista, otros sectores del pa¨ªs, de origen diverso -¨¦lite tradicional, capas urbanas educadas, provincias meridionales discriminadas, etc¨¦tera-, formaron un bloque opuesto. La divisi¨®n estaba servida.
Los antithaksinistas adoptar¨ªan el color amarillo, con el que mostraron su adhesi¨®n al rey y a la monarqu¨ªa. Los camisas amarillas de la Plataforma Popular por la Democracia (PAD) protagonizar¨ªan las movilizaciones de masas que desencadenaron el infausto golpe militar del 19 de septiembre de 2006, que derroc¨® a Thaksin. Sus distintas corrientes inspirar¨ªan la nueva Constituci¨®n de 2007, hoy vigente.
Frente al Gobierno promilitar de Surayud Chulanont (2006/2007), apoyado por los amarillos, surgi¨® el movimiento de los camisas rojas -Uni¨®n por la Democracia contra la Dictadura (UDD)-. En ese per¨ªodo, Thaksin permaneci¨® en el exilio, liderando a distancia a sus partidarios.
Tanto los camisas rojas como los amarillos son grupos heterog¨¦neos, en los que coexisten reivindicaciones leg¨ªtimas con oscuros intereses de poder. Los rojos prothaksinistas predominan en los sectores rurales y el proletariado urbano y son hegem¨®nicos en el norte y el noreste. Los amarillos proceden sobre todo de las clases medias urbanas y de la ¨¦lite tradicional de Bangkok. Los feudos de los amarillos est¨¢n en Bangkok y en el sur... Los amarillos son hegem¨®nicos en el Ej¨¦rcito, y los rojos en la Polic¨ªa. Pero en cada sector existen minor¨ªas del bando adversario. La divisi¨®n es compleja. Y, como se ha dicho muchas veces, en Tailandia no todo es lo que parece...
Tras las elecciones de diciembre de 2007 el nuevo partido prothaksinista PPP (Partido del Poder Popular) sali¨® vencedor. Pero los amarillos emprendieron movilizaciones a lo largo de 2008, con la ocupaci¨®n de la Casa de Gobierno, la ca¨ªda del primer ministro Samak Sundaravej, la toma de los aeropuertos de la capital, y la destituci¨®n por los tribunales del Gobierno de Somchai Wongsawat, cu?ado de Thaksin.
Se form¨® en diciembre de 2008 el Gobierno actual, en torno al Partido Dem¨®crata de Abhisit Vejjajiva, que form¨® una coalici¨®n con partidos menores y disidentes del thaksinismo, patrocinada por el Ej¨¦rcito y la burocracia palatina.
La historia m¨¢s reciente es conocida; si los camisas amarillas pusieron cerco y derribaron a dos Gobiernos en 2008, los camisas rojas juraron venganza y se pusieron desde el primer momento frente a la nueva coalici¨®n de Gobierno, que consideran ileg¨ªtima. El ¨²ltimo episodio de confrontaci¨®n ha sido el ya descrito, con el triste balance de 88 muertos y cerca de 2.000 heridos.
III. Ma?ana. La escena que prevalece estos d¨ªas en Tailandia es la de la desolaci¨®n frente a las secuelas del enfrentamiento y la divisi¨®n. Los rojos deber¨ªan considerar la conveniencia de romper los v¨ªnculos que les atan a Thaksin. Los amarillos deber¨ªan desprenderse de las lacras feudales y reaccionarias de un sistema anacr¨®nico.
El di¨¢logo y la conciliaci¨®n son indispensables. Quienes han cometido infracciones a la ley, sean rojos o amarillos, deben ser tratados por igual y los responsables de las tropel¨ªas -incluyendo a quienes las manipularon y financiaron desde el exterior- deben hacer frente a sus responsabilidades. Algunos expertos proponen la formaci¨®n de un ejecutivo de unidad, que auspiciase las reformas constitucionales previas a la apertura de un proceso electoral limpio, cuyos resultados deber¨ªan respetar todos. Esta actitud conciliadora es a¨²n m¨¢s necesaria cuando Tailandia se encuentra en las postrimer¨ªas de un reinado que ha marcado, con sus luces y sus sombras, m¨¢s de 60 a?os de su historia reciente.
Ante las incertidumbres del futuro, los tailandeses deber¨ªan acreditar sus virtudes naturales: el rechazo a la violencia y a la confrontaci¨®n, la solidaridad entre familiares y vecinos, la ayuda mutua, la compasi¨®n y la armon¨ªa; en una palabra, el mensaje que emana del budismo theravada que siguen en su mayor¨ªa. En definitiva, es el pueblo tailand¨¦s el que ha de determinar pac¨ªfica y libremente su propio destino.
Juan Manuel L¨®pez-Nadal es diplom¨¢tico.
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