El pub de los enterradores
Peregrinaje por el Dubl¨ªn de Vila-Matas al filo del Bloomsday, el 16 de junio
En el cap¨ªtulo 12 de Moby Dick, al revelar los or¨ªgenes de Queequeg, el enigm¨¢tico arponero de rostro acuchillado por tatuajes que acaba de enrolarse como nuevo miembro de la tripulaci¨®n del Pequod, Herman Melville dice que naci¨® en una isla que "no aparece en ning¨²n mapa, como ocurre siempre con los lugares de verdad". La frase es perfecta para caracterizar la ciudad donde transcurre la acci¨®n de Dublinesca, la novela m¨¢s reciente de Enrique Vila-Matas. El t¨ªtulo, tomado de un poema en el que Philip Larkin describe el paso del cortejo f¨²nebre de una prostituta, nos sit¨²a en las calles de estuco de un Dubl¨ªn evanescente. En manos de Vila-Matas, la ciudad se convierte en un lugar sin l¨ªmites: no los hay entre la vida y la muerte, entre el d¨ªa y la noche, entre la realidad y la ficci¨®n, entre la p¨¢gina impresa y la pantalla digital. La prostituta de la Dublinesca vilamatiana no es un ser carnal, sino la literatura misma, desaparecida -como cuanto alguna vez guard¨® relaci¨®n con la galaxia Gutenberg- por entre los agujeros negros de la red. Asomado permanentemente a la pantalla de su ordenador, a merced de la infinitud oce¨¢nica de Internet, el narrador aguarda la llegada de la muerte, aferrado a un tesoro de valor incalculable y que no ocupa lugar: las lecturas acumuladas a lo largo de toda una vida, algo que desaparecer¨¢ con ¨¦l.
Espacio doble
El Dubl¨ªn de Dublinesca es m¨¢s verdadero que el que pisa el viajero o aparece en las gu¨ªas, porque en ¨¦l se superponen, como sucede siempre en el universo de Vila-Matas, multitud de planos, algunos de los cuales no se encuentran en la realidad. Para empezar, una paradoja: el Dubl¨ªn de Dublinesca tiene m¨¢s de Nueva York que de Dubl¨ªn, un Nueva York irland¨¦s, eso s¨ª. Hay otras paradojas, la m¨¢s importante, tal vez, que el espacio en el que se encapsula la ciudad creada es doble: virtual a la vez que real. Real como la habitaci¨®n donde H?lderlin permaneci¨® encerrado cuarenta a?os; real como la que sirvi¨® de refugio durante toda su vida a Virginia Woolf. Pero tambi¨¦n virtual, como lo son los habit¨¢culos sellados donde anidan los hikikomoris, los adolescentes japoneses adictos a Internet que dedican la totalidad de sus d¨ªas y sus noches a navegar por la Red. La realidad no existe para ellos. Los hikikomoris son un punto de referencia importante en Dublinesca. Gracias a ellos, Vila-Matas ha comprendido, con una mezcla de terror y fascinaci¨®n, que, m¨¢s que morir, la literatura se ha trasladado a unas coordenadas que desdibujan la noci¨®n de espacio-tiempo en que est¨¢bamos acostumbrados a movernos.
Es as¨ª como se explica que el Dubl¨ªn de Vila-Matas sea Nueva York sin dejar de ser la ciudad de Joyce. O las ciudades de Joyce, habr¨ªa que decir m¨¢s bien, pues al menos hay tres, cada una de las cuales se corresponde con un t¨ªtulo capital del irland¨¦s. En primer lugar est¨¢ el Dubl¨ªn de Los muertos, el depurado relato final de Dublineses. En ¨¦l se indica el punto en que el viajero debe iniciar su recorrido por la ciudad: el puente de O'Connell, desde el que se contempla el Liffey, el r¨ªo de la vida y la literatura cuyas aguas arrastran los detritos de lo que han so?ado durante la noche los dublineses, con sus mitos, baladas y leyendas. Como John Huston, que adapt¨® el relato al cine, Vila-Matas no consigue que sus personajes vean el caballo blanco que seg¨²n la leyenda ven cuantos atraviesan el puente, aunque s¨ª logran escuchar la bell¨ªsima melod¨ªa de una balada que alguien canta en un lugar imposible de identificar: The Lass of Aughrim (interrumpan la lectura de este art¨ªculo para escucharla en Internet e inmediatamente entender¨¢n a qu¨¦ me refiero. Acudan a la direcci¨®n: www.youtube.com/watch?v=I1CP5Lz2iHE).
"Dubl¨ªn est¨¢ llena de muertos por todas partes", comenta furioso un personaje de la novela. No es sino una superposici¨®n m¨¢s entre las muchas que descansan sobre el poroso texto de Dublinesca, hasta cuyas p¨¢ginas llegan ecos, entre otros, del cap¨ªtulo VI del Ulises, que gravita en torno al cementerio de Glasnevin. El lector de Vila-Matas que viaje a Dubl¨ªn est¨¢ obligado a visitarlo, y a la salida, refrescar el gaznate en el vecino pub donde siguen reuni¨¦ndose los enterradores. Me siento un tanto inc¨®modo revelando este detalle, por lo que ocultar¨¦ otros que guardan relaci¨®n con el hecho de que el Dubl¨ªn de Dublinesca lo comparte su autor con los dem¨¢s miembros de la muy real (por oposici¨®n a imaginaria) Orden del Finnegans.
A la torre Martello
Enrique Vila-Matas acudi¨® a Dubl¨ªn por primera vez el 16 de junio de 2008, Bloomsday, con el prop¨®sito de asistir a la ceremonia fundacional de la orden. A su llegada le esperaban dos futuros miembros, que acud¨ªan por tercer a?o consecutivo a celebrar la jornada que recrea los hechos narrados en Ulises alrededor de su personaje principal, Leopold Bloom Los dos amigos de Enrique se lo llevaron inmediatamente a las afueras de Dubl¨ªn, lugares impregnados de magia como Dalkey, Sandy Cove o la pen¨ªnsula de Howth, provocando en el escritor la sensaci¨®n de que se le estaba condenando a no llegar jam¨¢s a la ciudad que hab¨ªa ido a conocer. Parte del ritual, lo he dicho ya, debe permanecer en secreto, aunque algunos lugares del itinerario se pueden mencionar, como la m¨ªtica torre Martello, donde arranca la acci¨®n del Ulises. Un punto de car¨¢cter plenamente p¨²blico es Meeting House Square, la plaza de Temple Bar donde tiene lugar cada a?o la lectura del Ulises, a la que acuden gentes de todo el mundo. All¨ª, el a?o pasado, los seis miembros de la orden leyeron fragmentos del cap¨ªtulo sexto del Ulises en espa?ol, ante el regocijo de los congregados. Mientras acotaban el texto antes de salir al escenario descubrieron con sorpresa que la ¨²ltima frase del fragmento dec¨ªa: "?Qu¨¦ grandes estamos esta ma?ana!". ?Un gui?o c¨®mplice de Joyce, tal vez? Tras leerla al un¨ªsono con sus cofrades, Vila-Matas alza el pu?o mientras la multitud reunida en la plaza prorrumpe en v¨ªtores. Este a?o se volver¨¢ a repetir el ritual a mediod¨ªa. Est¨¢n citados.
Aunque cada a?o se agregan nuevos espacios, hay uno que a fecha de hoy los caballeros de la orden siguen sin hollar: el gigantesco y dru¨ªdico parque Phoenix, uno de los escenarios clave de Finnegans Wake, la obra final de Joyce. Vila-Matas y compa?¨ªa tienen una deuda pendiente con ¨¦l. Pensando en los lugares de Dublinesca, me viene a la cabeza el pub Coxwold, repetidamente citado en la novela. No recuerdo haber estado con Enrique en un pub que se llame as¨ª. S¨¦ que los hay en otras ciudades, pero no tengo la certeza de que lo haya en Dubl¨ªn. La duda me hace escribirle, pregunt¨¢ndole por los lugares emblem¨¢ticos de la ciudad. El primero que menciona es un bar, el del hotel Shelbourne (27 St Stephen's Green ), uno de los m¨¢s famosos del mundo, seg¨²n ¨¦l. "Es una instituci¨®n", me dice en un correo electr¨®nico. "Ah¨ª se firm¨® la Independencia. Ah¨ª durmieron John Ford, John Wayne, Maureen O'Hara y John F. Kennedy...". Y recuerda que durante una huelga de hosteler¨ªa en la que participaron todos los establecimientos de la ciudad, el Shelbourne no se sum¨®, por intervenci¨®n directa del obispo de Dubl¨ªn. "A una instituci¨®n como el Shelbourne no puede llegar la huelga", cuenta Vila-Matas que dijo Su Eminencia. "Y le obedecieron", remata.
Configuraci¨®n vilamatiana por excelencia: despu¨¦s de un bar, una biblioteca, la Long Room del Trinity College (College Green; www.tcd.ie), que el escritor caracteriza como "la biblioteca m¨¢s borgiana del mundo". Otro de sus lugares favoritos es la casa de Bram Stoker (15, Marino Crescent), el autor de Dr¨¢cula, hoy convertida en peque?o hospital, raz¨®n, quiz¨¢, por la que ha desaparecido la placa, comenta en alusi¨®n a las posibles repercusiones que hubiera podido tener un reclamo as¨ª entre los posibles donantes de sangre.
Enrique Vila-Matas ha vuelto repetidas veces a Dubl¨ªn, y despu¨¦s de haber hurgado en el coraz¨®n de la ciudad ha comprendido el sentido de retrasar la entrada en la urbe. Como refleja a la perfecci¨®n la primera p¨¢gina de Finnegans Wake, parte de la grandeza y el misterio asociados con el lugar est¨¢ en los enrededores (conforme al neologismo joyciano): la pen¨ªnsula de Howth, los promontorios que rodean la bah¨ªa de Dubl¨ªn, peque?as localidades como Bray y Don Leary, las torres castrenses que vigilan la costa, los ba?os que se forman entre las rocas, los min¨²sculos puertos pesqueros, los acantilados que ci?en la l¨ªnea costera. Un viaje en el tren de cercan¨ªas que recorre el litoral permite contemplar el fant¨¢stico juego de la luz contra el mar y el cielo de los m¨¢s largos d¨ªas del a?o. La de Vila-Matas y sus compa?eros de la orden tiene algo de peregrinaci¨®n "a la contra": cuando llega Bloomsday, los irlandeses amantes de la literatura huyen despavoridos de Dubl¨ªn, dejando la ciudad a merced de una mezcla de turistas y curiosos genuinos. Los caballeros de la orden efect¨²an un recorrido a la inversa, semisecreto, heterodoxo. Salvo el momento crucial de la lectura colectiva del Ulises, sus pasos discurren por un espacio paralelo que no se cruza con el de los dem¨¢s. Un trayecto que lleva al coraz¨®n del coraz¨®n de la ciudad, a un punto que no aparece en ning¨²n mapa, como ocurre siempre con los lugares de verdad.
? Eduardo Lago es escritor, director del Instituto Cervantes de Nueva York y miembro fundador de la Orden del Finnegans.
Gu¨ªa
C¨®mo ir
? Iberia (www.iberia.com), ida y vuelta a Dubl¨ªn desde Madrid, a partir de 91 euros, precio final.
? Aerlingus (www.aerlingus.com) vuela a Dubl¨ªn desde Alicante, Barcelona, Bilbao, Madrid, M¨¢laga, Santiago de Compostela, Gran Canaria, Ibiza, Lanzarote, Palma de Mallorca, Tenerife y Fuerteventura. Ida y vuelta desde Madrid, a partir de 98 euros.
? Ryanair (www.ryanair.com) vuela desde Alicante, Almer¨ªa, Barcelona, Girona, Lanzarote, Madrid, M¨¢laga, Palma de Mallorca, Reus, Sevilla, Tenerife y Valencia. Ida y vuelta desde Madrid, desde 48 euros.
Informaci¨®n
? Turismo de Dubl¨ªn (www.visitdublin.com; 00353 1 437 09 69). Ofrece un folleto en formato PDF con informaci¨®n para rutas literarias por la ciudad (descargar en www.visitdublin.com/pdf/LiteraryGuide.pdf).
? Bloomsday. Informaci¨®n y programaci¨®n en www.visitdublin.com/downloads/bloomsday-in-dublin-2010.doc.
? Centro de James Joyce (www.jamesjoyce.ie).
? Turismo de Irlanda (www.discoverireland.com/es).
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