Del mito a la tauromaquia
El Museo de Bellas Artes de Bilbao recoge el reflejo del toro en el arte
El toro es fuerza y poder, una amenaza y una explosi¨®n de masculinidad. Su representaci¨®n recorre la historia del arte, desde la antig¨¹edad, como uno de sus mitos caracter¨ªsticos, a la producci¨®n contempor¨¢nea que incide en su simbolismo o en otro arte en s¨ª mismo; el toreo. Con 208 obras entre esculturas, grabados y pinturas, la exposici¨®n Taurus. Del mito al ritual re¨²ne, desde ayer y hasta el 5 de septiembre en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, ese compendio hist¨®rico.
La muestra, dividida en dos grandes bloques; El mito y los mitos del toro y El ritual de la fiesta, est¨¢ comisariada por el director del museo, Javier Viar, y aglutina desde piezas arqueol¨®gicas cedidas por el British Museum de Londres a pinturas de Goya, Zuloaga, Picasso, Mir¨®, Barcel¨® o Bacon. Y demuestra "c¨®mo el toro ha sido un elemento cultural muy importante desde la prehistoria, y c¨®mo el arte de la lidia no es una frivolidad", seg¨²n el responsable de la exposici¨®n.
M¨¢s de 200 obras avanzan desde el neol¨ªtico a la pintura del siglo XX
La muestra, ideada para conmemorar el 100 aniversario del club taurino Cocherito de Bilbao, comienza con la Vasija de Almach, una representaci¨®n del animal datada en Ir¨¢n entre el 1200 y el 1100 antes de Cristo. Junto a ella se suceden otras representaciones del b¨®vido como Cabeza de toro (1942), de Picasso, formada por el sill¨ªn y el manillar de una bicicleta.
La caracterizaci¨®n del toro, principalmente, en el mito griego del rapto de Europa cierra la primera parte de la exposici¨®n. Un ¨¢nfora atribuida al Pintor de Phiale en el 440 antes de Cristo muestra a Europa a lomos de un toro, que no es otro que el propio Zeus enamorado de la muchacha. La subversi¨®n que encarna el animal en la antig¨¹edad se contrapone al papel del h¨¦roe, el ¨²nico capaz de dominarlo y vencer a la bestia. As¨ª, H¨¦rcules lucha contra el toro de Creta (1634), de Zurbar¨¢n ilustra esa idea.
El segundo tramo de la exposici¨®n, enfocado ya en la tauromaquia, se divide a su vez en seis hilos conductores; los or¨ªgenes, los lugares, los personajes, la lidia, la tragedia y la gloria y despu¨¦s de la fiesta. La evoluci¨®n del toreo queda reflejada desde la representaci¨®n de plazas primitivas de per¨ªmetro rectangular, o dividido el ruedo en dos porque terminaba la fiesta y todav¨ªa no se hab¨ªan toreado todos los animales contratados, al toro nupcial, una ceremonia del siglo XIII en la que pod¨ªan participar los dos contrayentes y con un significado ligado a la fecundidad.
Ocupa un lugar destacado la relaci¨®n que se establece entre el torero, el toro y el caballo, idealizados y exultantes como en la serie completa de 11 litograf¨ªas con la representaci¨®n del animal de Picasso, o en el Torero de pueblo que flirtea con dos mujeres de Zuloaga. O bien vencidos, rendidos, como el Torero muerto (1867-1868), de ?douard Manet, o la Muerte de un torero (1912), de Daniel V¨¢zquez D¨ªaz.
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