La revancha de los mercados
Bien a nuestro pesar, la econom¨ªa espa?ola est¨¢ protagonizando como v¨ªctima propiciatoria lo que cabe llamar la segunda ronda de la crisis del cr¨¦dito por la que atraviesa el capitalismo occidental. Seg¨²n se dice, somos el nuevo enfermo de Europa, en la medida en que nuestra solvencia crediticia amenazar¨ªa ruina y nuestro gran tama?o determina que una posible quiebra espa?ola arrastrar¨ªa al euro consigo. Todo lo cual ha desatado una epidemia de histeria colectiva tanto medi¨¢tica (los blogs de la prensa color salm¨®n rivalizan en esc¨¢ndalos con los de la prensa rosa) como financiera (las dem¨¢s Bolsas se estremecen de volatilidad mientras la espa?ola se hunde en ca¨ªda libre) y pol¨ªtica (presas del p¨¢nico, los gobernantes conspiran en el Ecofin cayendo en la m¨¢s est¨¦ril cacofon¨ªa). De modo que parece a punto de cumplirse la profec¨ªa de Ni?o Becerra, el economista que augur¨® el crash de 2010.
Los financieros han ganado a los Estados con la ayuda de la prensa
El fatalismo de la gente se explica por el miedo difundido por ciertos diarios
?Qu¨¦ est¨¢ pasando? Una explicaci¨®n plausible es entenderlo como una nueva fase en la guerra abierta entre los Estados y los mercados por el control del capitalismo crediticio actual. Como se sabe, la energ¨ªa que mueve a la econom¨ªa posindustrial es el flujo crediticio: un caudal que cuando se embalsa formando burbujas especulativas tiende a desbordarse anegando con sus deudas insolventes la econom¨ªa real. Y as¨ª ha vuelto a ocurrir esta vez con la crisis del cr¨¦dito a la que me refer¨ª antes, que ha cursado como un proceso en dos fases. En su primera ronda, iniciada en 2008 con la burbuja de las hipotecas subprime, la causante de la crisis fue la ingente deuda privada imposible de refinanciar. Y para remediarlo, los Tesoros p¨²blicos acudieron al rescate de los mercados privados: se proclam¨® el estado de excepci¨®n, se decret¨® la guerra contra la crisis, se nacionaliz¨® la econom¨ªa, se suspendieron las leyes de la oferta y la demanda, se aval¨® la deuda privada con la garant¨ªa p¨²blica del Estado y se inyect¨® liquidez ilimitada a tipo cero.
As¨ª fue como se sentaron las bases de una burbuja de deuda p¨²blica que ahora acaba de estallarnos entre las manos. Es lo que est¨¢ ocurriendo durante esta segunda ronda en la que todo sucede exactamente a la inversa que hace dos a?os. Ahora la deuda insolvente imposible de devolver o refinanciar ya no es la deuda privada sino la p¨²blica acumulada por los Tesoros estatales. Y quienes acuden a su rescate para refinanciarla son ahora los propios mercados privados, que suscriben los bonos de deuda p¨²blica emitidos por los Estados en crisis. Pero con una gran diferencia entre ambas rondas, y es que en la de hace dos a?os se avalaron las deudas privadas a inter¨¦s cero para facilitar su m¨¢s pronto rescate, mientrasque en esta segunda ronda las deudas p¨²blicas se suscriben a precios de mercado. Es decir, a un tipo de inter¨¦s tan elevado que en el caso espa?ol cabe calificar de usurario, lo que prolongar¨¢ la duraci¨®n de esta crisis de deuda hasta las calendas griegas. Todo ello de acuerdo a las leyes de la oferta y la demanda, que en esta segunda ronda, a diferencia de la anterior, no han sido suspendidas, sino confirmadas por el nuevo consenso de Washington, impuesto por los mercados.
?C¨®mo explicar este giro estrat¨¦gico? Muy sencillo: la balanza de poder entre mercados y Estados ha vuelto a invertir su signo, recuperando aquellos su predominio hegem¨®nico sobre estos. Como dije, esta crisis crediticia es una batalla de poder entre Estados y mercados cuya primera ronda supuso la moment¨¢nea victoria de aquellos en el curso 2008-2009, mientras que esta segunda ronda est¨¢ suponiendo la derrota de los Estados deudores a manos de sus mercados acreedores. Se recordar¨¢ que hace solo dos a?os se dec¨ªa que el neoliberalismo hab¨ªa muerto y que el Estado interventor keynesiano regresaba por sus fueros para controlar a los mercados y someterlos a su poder. Era la ¨¦poca en que los culpables de la crisis nos parec¨ªan los inversores privados (los bancos, los hedge funds, etc¨¦tera), mientras que los salvadores eran los poderes p¨²blicos: reguladores estatales, rescates keynesianos, etc¨¦tera.
Bien, pues solo fue un sue?o que apenas dur¨® un curso acad¨¦mico. Hoy se impone de nuevo el realismo crediticio y quien vuelve por sus fueros es el victorioso mercado acreedor, exigiendo leoninas condiciones al Estado deudor. Por eso, quienes hoy parecen ser los villanos de esta historia ya no son los mercados, sino los Gobiernos insolventes y deficitarios, especialmente si son PIGS. Y con ello retorna la ideolog¨ªa del ajuste presupuestario y la consolidaci¨®n fiscal: el nuevo consenso de Washington que impone un voluble FMI, ayer generoso keynesiano, hoy estricto neoliberal. Pero las v¨ªctimas reales de ambas crisis crediticias son las mismas: los ciudadanos de a pie, que pagaron ayer con su desempleo masivo y hoy con el recorte de sueldos y la congelaci¨®n de pensiones. Y sus beneficiarios reales tambi¨¦n son los mismos: los inversores crediticios, que siempre salen ganando, pues se les rescata a inter¨¦s cero cuando son deudores mientras se les enriquece con inter¨¦s usurario cuando son acreedores. Un qui prodest? inequ¨ªvoco.
Pero si todo esto es tan evidente, ?c¨®mo es que nadie cuestiona semejante estado de cosas, acept¨¢ndolo con fatalismo? Hay dos factores extraecon¨®micos, a su vez conectados entre s¨ª, que lo explican bien. El primero es el tratamiento medi¨¢tico de la crisis, que ha naturalizado un proceso tan desequilibrado e injusto haci¨¦ndolo parecer l¨®gico y necesario. Y esto se ha hecho metiendo el miedo medi¨¢tico en el cuerpo de la gente, a fin de paralizarla por el p¨¢nico dej¨¢ndola inerme y dispuesta a dejar hacer y dejarse hacer. Es la histeria medi¨¢tica a la que alud¨ª al principio, inducida por la reiterada publicaci¨®n de revelaciones financieras escandalosas (al estilo de La quiebra de Caja Sur amenaza al euro), y generadora de un clima artificial de cat¨¢strofe imposible de controlar que contagia con su gregario efecto-reba?o (herd effect) a todos por igual: tanto a los que toman decisiones incoherentes a tontas y a locas (caso de nuestros gobernantes, de Merkel a Zapatero, que ayer corr¨ªan a rescatar las deudas privadas y hoy corren a recortar gastos para saldar sus deudas p¨²blicas) como a los desarticulados ciudadanos que las sufren con estupor e impotencia, sin m¨¢s signos de resistencia que la contraproducente crispaci¨®n pol¨ªtica y la est¨¦ril bronca sindical.
Y el otro factor es la discriminaci¨®n crediticia pura y dura. La primera oraci¨®n cristiana es el perd¨®n de las deudas, pero solo se aplica de forma perversa, tal como reza la par¨¢bola de San Mateo: "A quien tiene m¨¢s, se le dar¨¢. Y a quien no tiene, todo le ser¨¢ quitado". Pues bien, con la crisis de la deuda sucede igual: a ciertos deudores privilegiados (los protestantes anglo-germanos) se les rescatan sus deudas a muy bajo tipo de inter¨¦s, mientras que a los estigmatizados (por cat¨®licos y latinomediterr¨¢neos) se les exige refinanciarlas a tipo de inter¨¦s usurario. Es lo que ocurre con los t¨ªtulos de deuda p¨²blica, a los que se discrimina no por sus indicadores cuantitativos, sino por prejuicios descalificadores tan falaces como injustos, castigando al bono espa?ol en comparaci¨®n al holand¨¦s o brit¨¢nico (seg¨²n denunci¨® en estas p¨¢ginas Xavier Vidal-Folch): todo por ser un PIG en lugar de un WASP. Lo cual determina que en la zona euro est¨¦n resucitando las viejas monedas nacionales, ahora travestidas como t¨ªtulos de cada tesoro estatal. Ahora bien, esta discriminaci¨®n crediticia tambi¨¦n est¨¢ operada por la definici¨®n medi¨¢tica de la realidad, pues son los medios informativos anglosajones, y no las agencias de calificaci¨®n de riesgo, los que fabrican con sus juicios performativos estas percepciones estigmatizadoras del riesgo-pa¨ªs. Es de nuevo el efecto manada-medi¨¢tica, pues si lo afirma el Financial Times, todos los dem¨¢s medios lo reproducir¨¢n y amplificar¨¢n, incluidos los PIGS.
Enrique Gil Calvo es profesor titular de Sociolog¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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