Despistados o malintencionados
Aunque vamos sobrados de situaciones graves que requieren decisiones que marcar¨¢n nuestro futuro durante muchos a?os, nuestra discusi¨®n p¨²blica se centra en una cuesti¨®n que afecta directamente a no m¨¢s de un centenar de personas en Catalu?a. No se trata de los fondos dedicados a investigaci¨®n y desarrollo, ni de las posibilidades de retorno de los investigadores que hemos formado y eclosionan profesionalmente en el exterior, ni de la pol¨ªtica energ¨¦tica o de la competencia de nuestros escolares y universitarios. Tampoco de la oxigenaci¨®n de nuestra clase pol¨ªtica. Nuestro debate, gracias a la aportaci¨®n original de un partido ultra, cazada al vuelo por los partidos tradicionales, gira alrededor de la prohibici¨®n del burka.
Prohibir el 'burka', s¨ª; aprobar mezquitas para los musulmanes que se dispersan en oratorios indignos, tambi¨¦n
La intervenci¨®n de los alcaldes que han sentido la necesidad de legislar para la prohibici¨®n de esa prenda siniestra, que esconde a las mujeres e impide su socializaci¨®n, va m¨¢s all¨¢ de la vestimenta. Es una expresi¨®n de los problemas no resueltos relacionados con la tensi¨®n migratoria, que son m¨¢s importantes socialmente que la indumentaria de algunas decenas de mujeres rigoristas. La motivaci¨®n del debate combina la preocupaci¨®n de los pol¨ªticos locales que se enfrentan a los cambios con los oportunistas que han visto la ocasi¨®n de agitar pasiones sin necesidad de explicaciones complejas y explotando prejuicios. Quienes pretenden llevar la prohibici¨®n del burka al Senado lo hacen en defensa de los valores laicos o los de las mujeres, o con la pretensi¨®n de ganar votos en r¨ªo revuelto.
Centrar nuestro debate sobre la inmigraci¨®n de religi¨®n isl¨¢mica en el burka es una trampa irresponsable que puede crear un problema donde no exist¨ªa. El tema de futuro es c¨®mo se integran las primeras generaciones de j¨®venes catalanes de familias procedentes de la inmigraci¨®n no espa?ola, sea cual sea su religi¨®n. La verdadera cuesti¨®n es si funcionar¨¢ el ascensor social. ?Se integrar¨¢n laboralmente esos j¨®venes y tendr¨¢n derecho a una vida mejor que la de sus padres? La ¨²nica respuesta satisfactoria ser¨¢ el crecimiento econ¨®mico y, sobre todo, la calidad de nuestras escuelas y universidades, que deben ayudarles a situarse en el futuro. Si no respondemos positivamente a sus demandas vitales, asistiremos a la fractura social que ya hemos visto en algunos de nuestros vecinos y que hasta ahora hemos sabido sortear.
Entre otras cuestiones m¨¢s urgentes que el burka est¨¢ diagnosticar y evitar el gueto, a la vista de c¨®mo se est¨¢ transformando el espacio p¨²blico en algunas ciudades, ya sea en el cintur¨®n de Barcelona o en Lleida, Tarragona y Girona.
Si no hay esperanzas de progreso y superaci¨®n y nuestros mensajes son de rechazo, la identidad se basar¨¢ en la pandilla o en la religi¨®n.
Respecto al islam, deber¨ªamos establecer criterios para evitar que las mezquitas las ganen los sectores radicales en detrimento del islam moderado, evitar que los centros de culto reciban el dinero y la doctrina de los radicales en el exterior. Nuestra opci¨®n como sociedad democr¨¢tica con unos valores claros y compartidos debe apoyar a los moderados que defienden un islam contextualizado en la realidad del siglo XXI, a los que recuerdan que en el siglo VII oraban juntos hombres y mujeres, a aquellos que respetan nuestros valores democr¨¢ticos, entre los que est¨¢ la igualdad de sexos. Ello significa tambi¨¦n dignificar el culto al islam como est¨¢ dignificado el cat¨®lico en un Estado aconfesional.
Si el PP lleva el burka al Senado, ser¨¢ en parte por un prejuicio antiinmigraci¨®n isl¨¢mica que rectific¨® respecto a los inmigrantes rumanos por razones electorales. Pero si nuestros pol¨ªticos se empe?an en hacer del burka un problema, lo convierten en el centro del debate y obligan a tomar una posici¨®n ahora, la defensa de nuestros valores democr¨¢ticos, nuestra concepci¨®n de la seguridad y la igualdad entre sexos recomendar¨ªan prohibirla en los espacios p¨²blicos. Pero el sentido com¨²n recomienda tambi¨¦n y antes que otras cosas apoyar a los moderados y dignificar la expresi¨®n de su fe. Prohibir el burka, s¨ª; aprobar mezquitas para los centenares de miles de musulmanes que se dispersan en oratorios, algunos indignos, sin una sola mezquita construida en Catalu?a, tambi¨¦n.
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