"Han pasado 80 a?os y todav¨ªa no me he recuperado de aquella final perdida"
Conversar con Francisco Antonio Pancho Varallo (Los Hornos, Argentina; 100 a?os), subcampe¨®n y ¨²nico superviviente del primer Mundial, que se disput¨® en 1930 en Uruguay, es un viaje en el tiempo a los or¨ªgenes del f¨²tbol, una ida y vuelta a la cuna primigenia del acontecimiento deportivo por antonomasia con permiso de los Juegos Ol¨ªmpicos. "Podr¨¢s cambiar los materiales, las reglas; aplicar unas tecnolog¨ªas impensables entonces, pero nunca podr¨¢s cambiar el esp¨ªritu del f¨²tbol", relata el entra?able delantero centenario, al cuidado de su hija Mar¨ªa Teresa, tratado por kinesi¨®logos por algunas molestias motrices y que encuentra un momento para mandar "un gran recuerdo a don Alfredo di St¨¦fano".
"Tras un sorteo, jugamos el encuentro con nuestro bal¨®n, no con el uruguayo"
"El ¨²ltimo tanto nos lo marc¨® Castro. Le faltaba un brazo, cosa de una motosierra"
"Contra M¨¦xico perdimos a Ferreira porque ten¨ªa examen en la universidad"
"Antes de los partidos, ped¨ªa doble raci¨®n de carne. Me ayudaba a meter goles"
Pregunta. La sociedad evoluciona a un ritmo endiablado. Los avances t¨¦cnicos pasan de ser una novedad a estar obsoletos en apenas unos a?os. ?En qu¨¦ ha variado el f¨²tbol?
Respuesta. En mi ¨¦poca te entrenabas tres veces a la semana, aunque yo lo hac¨ªa en muchas ocasiones solo. Todo era distinto, no digo ni mejor ni peor. Por ejemplo, me compr¨¦ un coche porque me lo pude permitir cuando fich¨¦ por Boca. Antes no me era posible. Otros de los cambios que me llaman la atenci¨®n, m¨¢s all¨¢ de los sistemas t¨¢cticos, son los relacionados con la comida. ?En 1930 no hab¨ªa nutricionistas ni nada de eso! En aquel Mundial llevamos una dieta t¨ªpica argentina: carne y m¨¢s carne. Antes de jugar, ped¨ªa doble raci¨®n. Me ayudaba a meter goles. Pero con una condici¨®n: Guillermo St¨¢bile [un compa?ero] nos dijo que nada de sandwiches de salami. Entonces no se com¨ªa pasta como ahora, pero nos cuid¨¢bamos bien. Un s¨ªntoma es que, a mis a?os, no me puedo quejar de la dentadura, aunque entiendo que quiz¨¢s la diferencia fundamental en los 80 a?os que han transcurrido pasan por lo f¨ªsico. Ahora los jugadores est¨¢n m¨¢s preparados, se cuidan m¨¢s. ?Si hasta hab¨ªa alguno que jugaba con boina! ?Se imagina?
P. La idea del franc¨¦s Jules Rimet de organizar un campeonato entre naciones no ten¨ªa precedentes. Simplemente, la traves¨ªa en barco de los equipos europeos que aceptaron la propuesta suena a una aventura de otro mundo.
R. Hab¨ªa cinco candidatos a organizar el primer Mundial: Italia, Espa?a, Holanda, Suecia y Uruguay, que sorprendi¨® a sus rivales cuando, pese a ser un pa¨ªs peque?o, de apenas dos millones de habitantes, se mostr¨® dispuesto a pagar los gastos de traslado y estancia de los participantes. No contentos, construyeron adem¨¢s el estadio Centenario, en Montevideo, porque justo coincid¨ªa que se cumpl¨ªan 100 a?os de su independencia de la metr¨®poli. Aunque cuando comenz¨® el Mundial no lo hab¨ªan terminado del todo, la apuesta fue tan alta que las aspirantes europeas se retiraron de la puja. Tampoco acudieron al Mundial, una l¨¢stima, aunque es verdad que era un viaje que igual te llevaba dos semanas largas.
P. A dos meses del inicio, no estaba prevista la presencia de ninguna selecci¨®n europea, lo que restaba prestigio al torneo.
R. Solo participamos 13 pa¨ªses. Antes, los representantes latinoamericanos amenazaron con retirarse de la FIFA si Europa les boicoteaba. Por suerte, vinieron Yugoslavia, B¨¦lgica, Rumania y Francia, el pa¨ªs de Rimet, que era el presidente de la FIFA, aunque fuera se quedaron potencias como Alemania, Holanda, la propia Espa?a... Sin ellas, el camino era m¨¢s f¨¢cil. Por cierto, la historia de los rumanos es de broma. La mayor¨ªa de sus futbolistas trabajaban para una petrolera brit¨¢nica que no les dej¨® irse hasta que intervino el mism¨ªsimo rey Jorge V.
P. Esas an¨¦cdotas parecen ahora surrealistas.
R. Pues f¨ªjese que contra M¨¦xico, en la fase de grupos, perdimos a Ferreira porque ten¨ªa un examen de la universidad... Les ganamos por 6-3 con dos goles m¨ªos despu¨¦s de vencer por 1-0 a Francia y antes de eliminar a Chile por 3-1. En las semifinales, pues no hab¨ªa octavos ni cuartos al ser tan pocas selecciones, barrimos por 6-1 a Estados Unidos. Hasta ah¨ª nos fue de maravilla. Para m¨ª, un chico que solo hab¨ªa jugado antes un partido con Argentina, era vivir un sue?o.
P. Solo les par¨® Uruguay en una final que se convirti¨® en un duelo regional.
R. Han pasado 80 a?os y todav¨ªa no me he recuperado de aquella final perdida... Es la frustraci¨®n m¨¢s grande de mi carrera. Hab¨ªa una rivalidad de antes. Ya hab¨ªan mostrado lo competitivos que eran en los Juegos de 1924 y 1928. Nos ganaron bien, aunque influy¨® que nos lesionamos tres y entonces no hab¨ªa cambios. El primer tiempo lo terminamos con 2-1 a favor, pero luego perdimos por 4-2. El ¨²ltimo nos lo marc¨® Castro, un 9 al que le faltaba un brazo. Lo hab¨ªa perdido de joven, cosa de una motosierra... Pese a la derrota, creo que fuimos los mejores del Mundial, pero se not¨® que no jug¨¢bamos en casa. Desde el primer partido, contra Francia, el p¨²blico uruguayo nos insultaba, nos tiraba de todo... Terrible. Cuando nos encontramos con Uruguay, ante 90.000 personas, la presi¨®n aument¨® y, encima, nos arrearon a patadas. Eso fue despu¨¦s de que, por sorteo, se jugara con nuestra pelota y no con la de Uruguay, otra de esas cosas que demuestran lo que han cambiado los tiempos. ?Pero de qu¨¦ nos sirvi¨®? Entre que hubo compa?eros que se arrugaron y que terminamos con ocho... Yo me hab¨ªa lesionado ante Chile y por precauci¨®n no jugu¨¦ las semifinales. Me guardaron para la final. No tendr¨ªa que haber jugado, pero el ¨ªmpetu del joven... Pate¨¦ y volv¨ª a dolerme de la rodilla. Fue una l¨¢stima, como que los ocho goles de St¨¢bile no valieran el t¨ªtulo, pero a la vez un honor al alcance de muy pocos afortunados. Los uruguayos lo percibieron bien porque el d¨ªa siguiente lo declararon fiesta nacional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.