El mundo a sus pies
El primer Mundial africano tendr¨¢ una audiencia acumulada de 26.000 millones de telespectadores, seg¨²n la FIFA - La selecci¨®n espa?ola aterriza hoy con un hueco en el cartel de las favoritas
Ochenta a?os despu¨¦s del primer Mundial, el f¨²tbol a¨²n se mira los pies y se pregunta por las razones de su fabulosa universalidad. Al estudio se han dedicado todo tipo de expertos en ¨¢reas sociales, filos¨®ficas, antropol¨®gicas y hasta algunos divin¨®logos. Miles de teor¨ªas, ning¨²n nexo. En su viaje del placer al deber, el f¨²tbol ha ganado tantos adeptos que, a partir de hoy, seg¨²n estimaciones de los palaciegos de la FIFA, la audiencia acumulada del primer Mundial africano rondar¨¢ los 26.000 millones de telespectadores. La cobertura televisiva tendr¨¢ un radio de 210 pa¨ªses. Los derechos de televisi¨®n se los reparten 179 empresas. En Sud¨¢frica se congregan 15.000 profesionales de la radio y la televisi¨®n, 3.000 periodistas de los medios impresos y de los digitales y 900 fot¨®grafos.
Un amplificador ¨²nico, una pasarela sin igual para los monarcas de la FIFA, que ayer, a un viaje lunar de la cruda realidad que azota al planeta, anunciaron con confetis un beneficio de 162 millones de euros en 2009, con lo que se han ampliado sus fondos propios a 877 millones. El 97% de los beneficios se recaudan en las competiciones: 538 millones de las televisiones y 229 de la mercadotecnia. Por su altruismo pol¨ªtico, la FIFA dar¨¢ 207.000 euros a cada una de sus 208 organizaciones nacionales. Otras paridades no existen. Solo hay dos mujeres al frente de federaciones: en Islas V¨ªrgenes y Burundi, dos minifundios.
Mientras la FIFA hace sus cuentas y opera la tecnocracia, el juego arranca hoy en Johanesburgo con el anfitri¨®n ante un cl¨¢sico, la selecci¨®n mexicana. A continuaci¨®n, en Ciudad del Cabo, un reto entre dos de los ¨²nicos siete pa¨ªses que han sido campeones: Uruguay y Francia.
Para Sud¨¢frica ser¨¢ su tercera participaci¨®n, tras caer en la primera ronda en 1998 y 2002. La efervescencia popular, la llamada patri¨®tica de las autoridades, ser¨¢ su mejor arma. Conscientes de la enjundia de la cita, los sudafricanos han contratado al brasile?o Carlos Alberto Parreira, seleccionador de su pa¨ªs en 1994 y 2006, de Kuwait en 1982, de Arabia Saud¨ª en 1998 y de Emiratos ?rabes en 1990. A falta de grandes talentos, un cors¨¦ t¨¢ctico. Enfrente, M¨¦xico, con gran n¨²mero de seguidores, ante su 14? campeonato y con muchas dudas tras su tortuosa clasificaci¨®n. Y con un lastre estad¨ªstico: de los cuatro partidos inaugurales disputados, ha perdido tres por goleada y empatado uno (0-0 ante la URSS en casa en 1970).
Uruguay se medir¨¢ a Francia, dos selecciones de rebajas. Hace tiempo que la industrializaci¨®n del f¨²tbol subyug¨® el genio charr¨²a de un pa¨ªs de poco m¨¢s de tres millones de habitantes. No importa su nivel competitivo, la leyenda uruguaya copa el pre¨¢mbulo enciclop¨¦dico del f¨²tbol. Su presencia en ?frica evoca las penurias de Isabelino Grad¨ªn y Juan Delgado, dos uruguayos bisnietos de esclavos denunciados por Chile tras un duelo con los charr¨²as en el primer Sudamericano, en 1916. Chile impugn¨® el partido porque su adversario hab¨ªa alineado "a dos africanos". Como tantas otras, nadie ha relatado mejor la historia que el escritor Eduardo Galeano en su cuento Los negros. "Delgado tomaba el pelo a los adversarios: Descolgame ese racimo, dec¨ªa elevando la pelota. Y lanz¨¢ndola dec¨ªa: T¨ªrate, que hay arenita. Uruguay era entonces el ¨²nico pa¨ªs del mundo que ten¨ªa jugadores negros en la selecci¨®n". Ahora, la Sud¨¢frica multicolor festeja el f¨²tbol con todos, incluida Espa?a, que aterriza hoy.
El mundo a sus pies.
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