Turqu¨ªa, Europa y la flotilla de ayuda a Gaza
La relaci¨®n de Turqu¨ªa con Israel, su principal socio musulm¨¢n en Oriente Pr¨®ximo, se ha venido abajo estrepitosamente al acabar Israel con la vida de nueve activistas turcos propalestinos en alta mar el pasado 24 de mayo. Los muertos formaban parte de una flotilla que, transportando ayuda humanitaria, pretend¨ªa desafiar abiertamente el bloqueo israel¨ª de Gaza.
Turqu¨ªa ha retirado a su embajador en Tel Aviv, ha cancelado maniobras militares conjuntas, ha anulado acontecimientos deportivos y ha acusado a Israel de pirater¨ªa, de terrorismo de Estado y de tener "sangre en las manos". Miles de personas se han manifestado en las ciudades turcas para condenar las acciones israel¨ªes, entonando lemas islamistas y llegando incluso a quemar alguna efigie de dirigentes israel¨ªes o estadounidenses. Por su parte, Israel ha respondido tachando al convoy asaltado de "barcos del odio" y miles de turistas israel¨ªes han abandonado sus planes de visitar los centros de recreo turcos que hab¨ªan llenado en los ¨²ltimos a?os.
Los turcos no quieren alejarse de Occidente sino hacer algo concreto que resuelva el drama palestino
Despu¨¦s de un a?o en el que parece que la formaci¨®n gobernante en Turqu¨ªa, el Partido de la Justicia y la Democracia (AKP), se ha aproximado m¨¢s a reg¨ªmenes radicales como los de Ir¨¢n, Sud¨¢n y Siria, el conflicto frente a las costas de Gaza ha alentado las dudas sobre si la orientaci¨®n religiosa del AKP tiene una vertiente ideol¨®gica, y sobre si Turqu¨ªa est¨¢ apart¨¢ndose de sus tradicionales aliados occidentales para centrarse en su condici¨®n de potencia emergente en Oriente Pr¨®ximo.
Sin embargo, si observamos de manera imparcial lo que Turqu¨ªa ha intentado hacer en los ¨²ltimos a?os, comprobaremos que no est¨¢ dando la espalda a Occidente. Es cierto que trata de cambiar ciertas pol¨ªticas occidentales, sobre todo las que hacen la vista gorda ante las consecuencias que para la poblaci¨®n de Gaza tienen el bloqueo israel¨ª y el aislamiento de Ham¨¢s, que esa misma poblaci¨®n eligi¨® para gobernarla. Pero Turqu¨ªa impidi¨® que sus propios parlamentarios se unieran a los barcos que se dirig¨ªan a Gaza.
Por otra parte, Ankara defiende sus objetivos por medios leg¨ªtimos, como el puesto que tanto le cost¨® conseguir en el Consejo de Seguridad de la ONU y su integraci¨®n en casi todos los organismos europeos a excepci¨®n de la UE, que todav¨ªa est¨¢ negociando.
Las tensiones que generan los v¨ªnculos con Israel no dependen de la ideolog¨ªa del Gobierno turco. M¨¢s bien, las crisis han seguido siempre una percepci¨®n de la opini¨®n p¨²blica turca, en el sentido de que se est¨¢ cometiendo una injusticia con los palestinos: ya sea durante la Guerra de los Seis D¨ªas de 1967, con la declaraci¨®n de Jerusal¨¦n como capital de Israel en 1980 o con la ocupaci¨®n de ciudades cisjordanas de 2002.Precisamente, la edad de oro de las relaciones turco-israel¨ªes registrada durante la d¨¦cada de los noventa coincidi¨® con los a?os del proceso de paz en Oslo.
Del mismo modo, solo hace poco m¨¢s de dos a?os que el primer ministro israel¨ª Ehud Olmert fue invitado de honor en la residencia de su colega turco en Ankara. En otra sala, el presidente sirio se pon¨ªa al tel¨¦fono. Se trataba de la quinta ronda de conversaciones indirectas que Turqu¨ªa albergaba con el fin de negociar un acuerdo entre Israel y Siria, en virtud del cual Israel renunciara a la franja de territorio sirio que ocupa desde 1967 en el Gol¨¢n.
Puede que Turqu¨ªa fuera ingenua, pero no hay duda de que era sincera al creer que estaba a punto de conseguir que ambas partes se sentaran frente a frente a negociar un acuerdo. Sin embargo, pocos d¨ªas despu¨¦s, y sin haberlo advertido en modo alguno durante esa cena en Ankara, Israel inici¨® la ofensiva del invierno de 2009 en Gaza. Esa clase de intentonas, destinadas a incrementar la estabilidad en la regi¨®n, han caracterizado las iniciativas turcas durante la pasada d¨¦cada. Poco a poco, Turqu¨ªa ha ido pactando con Siria, L¨ªbano, Jordania y Libia la posibilidad de viajar sin visado; la apertura de nuevas carreteras, v¨ªas f¨¦rreas y otros medios de comunicaci¨®n; la integraci¨®n de las infraestructuras energ¨¦ticas; la firma de acuerdos de libre comercio y la celebraci¨®n de reuniones intergubernamentales conjuntas.
Acuerdos similares se est¨¢n firmando con Irak, Ir¨¢n y otros pa¨ªses del entorno. Est¨¢ claro que Turqu¨ªa est¨¢ aplicando lecciones aprendidas de la Uni¨®n Europea, con la esperanza de que esa convergencia recree el ¨¦xito conseguido por esta a la hora de poner fin a ciclos de conflicto y de promover la estabilidad y la prosperidad.
No es esta ¨²nicamente una pol¨ªtica "isl¨¢mica", ya que las ideas que favorecen una mayor apertura e integraci¨®n tambi¨¦n han generado v¨ªnculos m¨¢s estrechos con Rusia, Serbia y Grecia. Por otra parte, tampoco supone una ruptura dr¨¢stica con la posici¨®n turca fundamental en relaci¨®n con Europa y Occidente. M¨¢s de la mitad de las exportaciones turcas se dirigen a Europa, los Estados de la UE representan el 90% de la inversi¨®n extranjera en Turqu¨ªa y m¨¢s de cuatro millones de turcos viven ya en la Uni¨®n. Por su parte, los Estados de Oriente Pr¨®ximo reciben menos de un cuarto de las exportaciones de Turqu¨ªa, ¨²nicamente representan el 10% de los turistas que recibe y solo dan trabajo a 200.000 emigrantes turcos.
Es cierto que las negociaciones de Turqu¨ªa con la UE se han estancado, y no por primera vez, en un proceso de convergencia que dura ya medio siglo. Sin embargo, en esta ocasi¨®n la principal responsabilidad del alejamiento turco recae en los ataques sufridos por el proceso a manos de pol¨ªticos populistas de Francia, Alemania y Austria. Otro problema es el bloqueo de m¨¢s de la mitad de los cap¨ªtulos en v¨ªas de negociaci¨®n por parte de los greco-chipriotas, que entraron en la Uni¨®n Europea en 2004 como ¨²nicos representantes de la dividida Chipre (a pesar de haber sido ellos quienes rechazaron el plan de reunificaci¨®n de la ONU, patrocinado por la UE, mientras que Turqu¨ªa y los turco-chipriotas aceptaban esa propuesta de retirada de las tropas turcas que ocupan el norte de la isla).
Para terminar, hay que se?alar que probablemente la Administraci¨®n turca tenga raz¨®n al temerse que las acusaciones de que los activistas turcos en Gaza est¨¢n vinculados a Al Qaeda -que surgen de su implicaci¨®n en la ayuda a Bosnia y Chechenia durante los a?os noventa- formen parte de un plan que, destinado a desviar la atenci¨®n de la condena a Israel por su utilizaci¨®n abusiva de la fuerza en alta mar, acabe mostrando a una Turqu¨ªa que se sit¨²a en el bando equivocado en la llamada "guerra contra el terror". Es bastante improbable que alg¨²n Gobierno turco pudiera tolerar en su territorio a grupos vinculados con Al Qaeda, ya que esta ha cometido sangrientos atentados en el pa¨ªs, entre ellos las bombas colocadas en 2003 en el consulado general brit¨¢nico, en la sede central del banco HSBC en Estambul y en dos sinagogas.
En realidad, el Gobierno turco est¨¢ haciendo lo posible por ayudar a la OTAN en las iniciativas que lleva a cabo en Afganist¨¢n y Pakist¨¢n para poner fin a la amenaza de Al Qaeda. Tambi¨¦n ha organizado reuniones trilaterales con dirigentes afganos y paquistan¨ªes, ha enviado a Afganist¨¢n a generales y tropas que han dirigido y respaldado a fuerzas de la OTAN que no entran en combate, y ha posibilitado que contratistas turcos construyan carreteras, hospitales y escuelas femeninas en ese pa¨ªs.
En consecuencia, las disputas entre Turqu¨ªa e Israel por la pol¨ªtica de este pa¨ªs respecto a los palestinos no demuestran ninguna animadversi¨®n de Turqu¨ªa hacia Occidente. Puede que los turcos hayan sido los principales organizadores de la flotilla que se dirig¨ªa a Gaza, pero a ellos se unieron activistas, nav¨ªos y mercanc¨ªas de 30 pa¨ªses m¨¢s, entre ellos varios pol¨ªticos de Estados de la UE.
No tiene nada de antieuropeo protestar por el castigo colectivo que Israel inflige a los habitantes de Gaza. Lo ¨²nico ins¨®lito es que Turqu¨ªa, al contrario que los Estados europeos actuales, est¨¦ haciendo realmente algo para poner fin a esa situaci¨®n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.