Carlitos y Snoopy, 60 a?os despu¨¦s
C¨®mo eval¨²a un cr¨ªtico algo que le ha acompa?ado, y que ha querido, desde hace tanto que ha perdido la cuenta del tiempo transcurrido? ?ste es el problema al que se enfrenta en la presente ocasi¨®n quien escribe estas l¨ªneas. Porque ha sido fiel a la pandilla de los Peanuts, los Charlie Brown (Carlitos), Snoopy, Linus, Sally, Lucy, Schroeder, Peppermint Patty o Woodstock, el pajarillo de err¨¢ticos vuelos, desde hace tantos a?os que no puede recordar cu¨¢ntos.
Antes de pasar a formar parte de la legi¨®n de seguidores de la pandilla Peanuts, hab¨ªa seguido a otros c¨®mics legendarios, leyendo con avidez las aventuras del Capit¨¢n Trueno y del Hombre Enmascarado, los episodios de Haza?as B¨¦licas y tambi¨¦n las historias de Disney (mis preferidos fueron siempre el pato Donald y el T¨ªo Gilito), sin olvidar los que protagonizaban aquel ya casi prehist¨®rico TBO, pero el grupo de Carlitos y Snoopy siempre tuvo para m¨ª algo que ninguno de todos esos pose¨ªa: humanidad, una compleja y con frecuencia atormentada humanidad. Y adem¨¢s condensada en cuatro o cinco vi?etas, no como las elaboradas historias de Tint¨ªn o de Ast¨¦rix. Se trataba de un grupo de ni?os y de un perro, s¨ª, pero ?Dios m¨ªo, cu¨¢ntos problemas y complejos sufr¨ªan!
Schulz, Carlitos y Snoopy: Una biograf¨ªa.
David Michaelis. Traducci¨®n de ?scar Palmer Y¨¢nez. Es Pop Ediciones. Madrid, 2010. 607 p¨¢ginas. 28 euros.
Celebrating Peanuts by Charles M. Schulz: 60 years.
Paige Braddock y Alexis E. Fajardo, editores. Andrews McMeel Publishing, LLC. Kansas City, 2010. 534 p¨¢ginas.
www.schulzmuseum.org
?Cu¨¢ntos no se habr¨¢n sentido como Carlitos, que buscaba siempre cosas que nunca consegu¨ªa?
La pandilla siempre tuvo humanidad, una compleja y con frecuencia atormentada humanidad
Aun siendo muchas de sus historias inveros¨ªmiles -?c¨®mo va a ser posible encontrar a un perro que intenta componer una novela tecleando una m¨¢quina de escribir sentado encima de su caseta?-, algunas de sus angustias e inseguridades son tambi¨¦n las nuestras. ?Cu¨¢ntos no se habr¨¢n sentido como Carlitos, que buscaba siempre cosas que nunca consegu¨ªa? ?Es acaso dif¨ªcil entender que Schroeder ame con pasi¨®n a Beethoven y que desee convertirse en un gran pianista, practicando sin cesar en su piano de juguete? ?No hemos so?ado cualquiera de nosotros -al menos alguna vez, ?santo cielo!- ser m¨¢s de lo que parece nos corresponde? Y el ego¨ªsmo inaguantable de Lucy, ?es raro en el mundo del que formamos parte? Muchas de las tiras de los Peanuts son, como todas las vi?etas de El Roto, tratados de filosof¨ªa existencial en dibujos.
El creador de ese mundo tan imposible como real, Charles M. Schulz, naci¨® el 26 de noviembre de 1922, public¨® su primera tira de los Peanuts el 2 de octubre de 1950 y no dej¨® de dibujarlas hasta su muerte: falleci¨® el 12 de febrero de 2000, y el d¨ªa siguiente apareci¨® la ¨²ltima, en la que, sintiendo ya al lado el final, se desped¨ªa de sus lectores. Medio siglo imaginando y dibujando historias, construyendo un mundo social poli¨¦drico que se fue diversificando a lo largo de los a?os.
Est¨¢ bien que despu¨¦s de tanto tiempo, alguien, David Michaelis, se haya esforzado por producir una biograf¨ªa bien documentada y argumentada de Schulz. M¨¢s all¨¢ de introducirnos en la historia personal del creador de Carlitos y Snoopy, algo que se hace y con bastante detalle (de hecho, con demasiado), el gran inter¨¦s de este Schulz, Carlitos y Snoopy. Una biograf¨ªa es que muestra el origen de algunos de los personajes de Peanuts. As¨ª, comprobamos que Carlitos es poco menos que el ¨¢lter ego del ni?o Charles Schulz y que el primer perro que ¨¦ste tuvo se llamaba Snooky. El segundo, Spike, era, como Snoopy, un poco loco y un mucho payaso. La vieja cuesti¨®n de si los creadores inventan o se nutren, depur¨¢ndolas, de sus vivencias, se decanta en el caso de Schulz por la segunda posibilidad.
Para celebrar los sesenta a?os de vida de los Peanuts se ha publicado otro libro que los homenajea mediante el sencillo procedimiento de reproducir, en gran formato, con una magn¨ªfica calidad y organizadas cronol¨®gicamente, casi dos mil de sus tiras. Incluido en un buen estuche, el libro pesa tres kilogramos y medio (una de mis hijas -que conoce bien a su padre- lo encontr¨® en una librer¨ªa de Z¨²rich y no dud¨® en emprender la en estos tiempos no tan sencilla tarea de incluirlo en su equipaje cuando vino unos d¨ªas a Madrid en avi¨®n). Pero merece la pena, cr¨¦anme, cargar con semejante tocho, esforzarse en mantenerlo abierto al ir pasando sus hojas. Junto a las tiras, los seguidores de este grupo encontrar¨¢n todo tipo de detalles. ?Sab¨ªan, por ejemplo, que al principio la camiseta de Carlitos era blanca; la cl¨¢sica con la tira en forma de zigzag, que ya nunca abandonar¨ªa, lleg¨® el 21 de diciembre de 1950? ?Qu¨¦ Schroeder recibi¨® su primer piano en septiembre de 1951 y que revel¨® su amor por Beethoven enseguida, el 26 de noviembre? ?Que Lucy, la irascible hermana de Linus, la misma que aparta, una y otra vez, el bal¨®n de rugby a Carlitos cuando ¨¦ste est¨¢ a punto de patearlo, apareci¨® por primera vez con su stand de psiquiatra el 27 de marzo de 1959? ?O que en junio de 1968, poco despu¨¦s del asesinato de Martin Luther King, Robert Kennedy, un gran admirador de los Peanuts, anim¨® a Schulz a que introdujese un personaje de color: Franklin, el ni?o negro, hizo su aparici¨®n el 31 de julio de 1968?
Desde hace tiempo suelo decir que si existiese semejante cosa, yo querr¨ªa reencarnarme en cig¨¹e?a. Pero ahora que tengo en mis manos este libro, me entran dudas. Porque me ha dado la ocasi¨®n de recordar que el 10 de marzo de 1969 -cuatro meses, por tanto, antes que los astronautas Armstrong y Aldrin alunizaran en el Mar de la Tranquilidad con el m¨®dulo lunar del Apollo 11 -Snoopy lleg¨® a la Luna. "?Lo consegu¨ª! ?Soy el primer Beagle en la Luna!", dec¨ªa en la tira de aquel d¨ªa un Snoopy provisto de un casco espacial, a?adiendo: "He vencido a los rusos... He vencido a todo el mundo... ?Incluso he vencido a ese est¨²pido gato de la casa de al lado!". Dos meses m¨¢s tarde, el m¨®dulo de mando de la misi¨®n Apolo 10 fue bautizado con el nombre Charlie Brown, y el m¨®dulo lunar, todav¨ªa no tripulado, que se utiliz¨® para descender a la Luna, se llamaba Snoopy. S¨ª, me parece que si hay que reencarnarse, que sea en un perro, pero no en un perro cualquiera: ?Quiero ser Snoopy!
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