"La sexualidad es como las lenguas. Todos podemos aprender varias"
S
e mueve por el Centro Pompidou de Par¨ªs como Pedro por su casa. El escenario le va al pelo. Alta, andr¨®gina, alternativa. Experimental. Preciado no tiene reparo, como el edificio del museo, en exhibir sus interioridades para explicarse a s¨ª misma y al mundo. Autora de Manifiesto contrasexual (editorial Opera Prima) -una especie de biblia del movimiento transg¨¦nero o queer- y de Testo yonqui (Espasa) -donde explica los efectos que provoca la autoadministraci¨®n de testosterona en su vida sexual-, esta burgalesa de 39 a?os vive como piensa y piensa c¨®mo vive. En constante revoluci¨®n contra las normas que determinan pol¨ªticamente el sexo, el g¨¦nero, los modos de buscar y obtener placer. Fil¨®sofa, activista alternativa y profesora de la Universidad Par¨ªs VIII, acaba de quedar finalista del Premio Anagrama de Ensayo con Pornotop¨ªa, un ensayo sobre el imperio Play Boy.
"follamos fuera de vuestras restricciones. Un placer que no conocer¨¦is"
"la testosterona te pone a mil. si fuera libre, ser¨ªa el viagra para mujeres"
"hay que dar armas a las mujeres, puesto que los hombres est¨¢n armados"
Cuando ten¨ªa nueve a?os, alguien telefone¨® a su madre y dijo: "Su hija es marimacho". ?Sufri¨® de ni?a?
Iba a un colegio de monjas, pero nunca tuve problema por ser distinta. Cuando me dec¨ªan qu¨¦ quer¨ªa ser de mayor, respond¨ªa: hombre. Me ve¨ªa como hombre porque ellos ten¨ªan acceso a las cosas que quer¨ªa hacer: astronauta o m¨¦dico. Nunca lo viv¨ª como vergonzoso ni traum¨¢tico, era algo a lo que cre¨ªa tener derecho. De cr¨ªa, hasta ten¨ªa una hucha para hacerme un cambio de sexo.
?Qu¨¦ referentes ten¨ªa en esa ¨¦poca: Burgos, primeros ochenta?
Ninguno. Yo me mov¨ªa en un mundo en el que el referente era la parroquia, imag¨ªnate.
Entonces, ?se gui¨® por instinto?
De ni?a, s¨ª. El instituto fue fundamental. Simona, una maestra con un hijo autista, reclut¨® a ni?os con problemas y cre¨® una clase. El grupo G. Autistas, superdotados, raros. Ocho marcianos feos y atroces. Terribles, pero mimados. Adoraba a mis profesores, eran muy abiertos para como era yo.
De aquella llamada a hoy, ?c¨®mo llevan sus padres su activismo sexual?
Fue traum¨¢tico y lo sigue siendo. Mi padre era un empresario respetable. Mi madre, costurera de novias. Soy hija ¨²nica. Imagino que esperaban otra cosa de m¨ª. Son religiosos y de derechas como se es de derechas en Burgos, de forma irreflexiva, porque toca. En ese contexto fui rebelde, pero no porque me lo propusiera, sino porque cada cosa que hac¨ªa escandalizaba. Yo era un ovni, s¨ª, pero no lo viv¨ª como algo que ocultar.
?De d¨®nde sale su rebeld¨ªa, si no sufre por ser como es?
Lo m¨¢s duro para m¨ª es ver c¨®mo la gente se deja reprimir.
Entonces ?es una rebeld¨ªa solidaria?
Siempre ha tenido algo pol¨ªtico. Daba charlas a los ni?os para decirles: hagamos esto, organic¨¦monos. Yo no me dej¨¦ reprimir, pero s¨ª han sido dolorosas las rupturas con mis amigos o mi familia cuando no aceptan lo que para m¨ª es natural. Con mis padres ha sido una larga pedagog¨ªa. Mi car¨¢cter no es el m¨¢s tolerante. Ahora pienso: os tolero en vuestra manera de ser, qu¨¦ voy a hacer. Pero entonces fue muy intenso. Con 16 a?os fui con el grupo G a Filadelfia y volv¨ª con la idea de hacer filosof¨ªa pol¨ªtica.
?Qu¨¦ le atrae a una adolescente de la investigaci¨®n filos¨®fica?
Yo era muy de ciencias, quer¨ªa hacer biolog¨ªa gen¨¦tica. Pero en bachillerato me di cuenta de que las cuestiones a las que quer¨ªa responder no iba a resolverlas con la biolog¨ªa, y que ese otro lugar era la filosof¨ªa.
Usa conceptos como 'biohombre', 'biomujer', 'biopol¨ªtica'; la biolog¨ªa est¨¢ en su obra.
S¨ª, me interesa la vida, pero en su dimensi¨®n som¨¢tica, carnal, corporal.
Tambi¨¦n habla de arquitectura, de la ciudad como organismo.
Quiz¨¢ el origen de todo sea el cuerpo, pero no como organismo natural, sino como artificio, como arquitectura, como construcci¨®n social y pol¨ªtica. Eso que siempre imaginamos como biol¨®gico -la divisi¨®n entre hombre y mujer, masculino y femenino- y que es una construcci¨®n social. Me interesa la dimensi¨®n t¨¦cnica de eso que parece natural.
Hablamos de g¨¦nero en Occidente en 2010. Pero pensemos en un ni?o que nace en Mal¨ª, ?su sexo y su g¨¦nero tambi¨¦n es artificio biopol¨ªtico?
Claro, f¨ªjate en las distinciones que estableces. Para indicar naturaleza, piensas en ?frica, como si aqu¨ª estuviera la tecnolog¨ªa y el artificio, y en ?frica, la naturaleza. Estas distinciones funcionan para lo masculino y lo femenino. Lo masculino como t¨¦cnica, construcci¨®n, cultura. Lo femenino como naturaleza, reproducci¨®n. Lo que es construido es esa distinci¨®n naturaleza/cultura que no existe, que es ficticia.
?Los cromosomas XX y XY no significan nada?
Son un modelo te¨®rico que aparece en el siglo XX para intentar entender una estructura biol¨®gica, punto.
Sostiene que la sexualidad es pl¨¢stica. Que no es una constante en la vida, ni siquiera en el d¨ªa. ?Esa es la esencia de su teor¨ªa?
En parte s¨ª, en el sentido de que la sexualidad, que es de forma m¨¢s amplia la subjetividad, y en la que entra la identidad y la orientaci¨®n sexual, los modos de desear, los modos de obtener placer, son pl¨¢sticos. Y precisamente por eso est¨¢n sometidos a regulaci¨®n pol¨ªtica. Si fueran naturales y determinados de una vez por todas, no la habr¨ªa.
Por regulaci¨®n se refiere a que se determine que se es hombre o mujer en el DNI, y a ello correspondan X derechos, X deberes, X roles.
Exacto. Hay un enorme trabajo social para modular, controlar, fijar esa plasticidad. Y no s¨®lo pol¨ªtica, tambi¨¦n psicol¨®gicamente. Cada individuo es una instancia de vigilancia suprema sobre su propia plasticidad sexual. Cuando preguntabas de d¨®nde viene mi rebeli¨®n, es de ah¨ª. C¨®mo es posible que no estemos en revuelta constante, que esto no sea la revoluci¨®n.
?Por qu¨¦ tendr¨ªa yo, mujer, heterosexual, casada, madre de dos hijas y moderadamente conforme con su vida, que rebelarme?
Deber¨ªas estar en rebeli¨®n porque hay un cierre, una clausura de tu identidad que impide cualquier otra posibilidad. Desde el momento en que dices: yo, biomujer, casada, madre...
Ya me estoy perdiendo cosas.
Efectivamente. Declararse heterosexual tambi¨¦n supone un conjunto de arreglos posibles, pero suponen una coreograf¨ªa tan estrecha que lo que me parece terrible es que se acepte como inamovible. No creo en la identidad sexual, me parece una ficci¨®n. Un fantasma en el que uno se puede instalar y vivir confortablemente.
Y feliz.
Por supuesto. Pero es que ese es precisamente el ¨¦xito de la biopol¨ªtica.
Que nos comemos el 'soma' y encima contentos.
Totalmente. Cuando hablamos de biopol¨ªtica, estamos hablando del control externo e interno de las estructuras de la subjetividad y la producci¨®n de placer. Me defino como transg¨¦nero, pero he salido con biohombres, con biomujeres, con trans Y te puedo decir que cuando eres biomujer, asignada socialmente como mujer, y sales con un biohombre, asignado como hombre, experimentas una reorganizaci¨®n de tu campo social. De repente, tu familia est¨¢ contenta. Es un sistema de comunicaci¨®n complejo, en el que emites signos que son descodificados: estoy de acuerdo con el sistema de producci¨®n, y voy a reproducir la naci¨®n tal como la conoces.
Aunque seas infiel, o seas un gay en el armario.
Claro, la m¨¢quina de control eres t¨², y lo interesante es la forma de desactivarla. Por eso me interesa escribir, dar clases, el activismo. Hay posibilidad de rebeli¨®n en cualquier parte.
?Ese activismo es una postura intelectual, o le sale de las tripas?
Pero ?qu¨¦ son mis tripas? Volvemos a la misma diferencia. Yo nac¨ª con una deformaci¨®n de mand¨ªbula. Durante a?os no tuve fotograf¨ªas personales, s¨®lo m¨¦dicas. En casa no hac¨ªamos fotos porque yo era deforme. Desde los siete a?os tengo ritualmente encuentros con el sistema m¨¦dico. A los 18 me hacen una operaci¨®n funcional, pero tambi¨¦n est¨¦tica. Era necesaria, pero tampoco tuve opci¨®n de decir no al aparato m¨¦dico. Ten¨ªa una cara atroz, de caballo, y en cuanto sal¨ª, todos me dijeron que estaba fant¨¢stica. Viv¨ª esa operaci¨®n como un cambio de sexo en el sentido de que era un cambio de identidad.
?Porque la devolvi¨® al redil de la 'normalidad'?
S¨ª, fue un modo de normalizar mi cara. A partir de ah¨ª empiezo a distanciarme de todo eso de qu¨¦ eres t¨² naturalmente, o qu¨¦ son tus tripas, o que la cara es el espejo del alma. Mi cara no es el espejo del alma, es el espejo de la medicina pl¨¢stica de la Espa?a de los ochenta.
Parece que su rebeld¨ªa s¨ª tiene algunas semillas.
Algo hay. Cuando sal¨ª de la operaci¨®n, me gast¨¦ el dinero ahorrado para cambiar de sexo en viajar. Me di cuenta de que mi imagen y la que los otros ve¨ªan no coincid¨ªan ni coincidir¨ªan nunca. Es como la anorexia. Yo a¨²n le pregunto a mi novia si me ha crecido hoy la mand¨ªbula. Por eso veo el cuerpo como arquitectura, como relaci¨®n con las instituciones m¨¦dicas, jur¨ªdicas y pol¨ªticas.
Leyendo su obra, su vida parece una batalla constante contra la norma. ?Por qu¨¦ no se relaja?
Yo me veo relajad¨ªsima, mucho m¨¢s que los otros. Lo que observo en la gente es una tensi¨®n aunque sea inconsciente por adecuarse a lo que se supone que es femenino, masculino, a la heterosexualidad o la homosexualidad. Yo tambi¨¦n he experimentado la presi¨®n homosexual al decir que no soy un t¨ªo ni una t¨ªa. En la homosexualidad hay restricciones, reglas precisas. La tensi¨®n est¨¢ ah¨ª, la revoluci¨®n es otra cosa.
?Su estado natural?
No [r¨ªe], ya me gustar¨ªa. Hay veces que no puedo evitar decir: cero solidaridad con el g¨¦nero humano y su cultura de la guerra.
?Por qu¨¦ esa desesperanza?
Hay una te¨®rica queer americana, Sedwick, que dec¨ªa que la revoluci¨®n es un modo de salir de la depresi¨®n pol¨ªtica. Es como si vivi¨¦ramos en estado de patolog¨ªa, veo una gran depresi¨®n colectiva cuyos signos son el consumo aberrante, la producci¨®n de desigualdades, lanormalizaci¨®n excesiva, la sobrevigilancia, la cultura de la guerra.
?Lo que llama 'r¨¦gimen farmacopornogr¨¢fico' es un nuevo fascismo basado en el sexo?
No, el fascismo no es depresivo, sino histri¨®nico, mientras que el momento farmacopornogr¨¢fico es de sobreadicci¨®n, sobreconsumo, destrucci¨®n. Como si nos hubi¨¦ramos dado colectivamente las condiciones de nuestra propia destrucci¨®n y estuvi¨¦ramos de acuerdo. Y digo esto consciente de que puedo parecer un padre jesuita.
?Pero esta no es una cultura hedonista?
No. El hecho de que lo que mueve la cultura sea el placer no quiere decir que el fin sea hedonista. El objetivo es la producci¨®n, el consumo y, en ¨²ltimo t¨¦rmino, la destrucci¨®n. El reto de lo que deber¨ªa ser una izquierda para el siglo XXI es tomar conciencia de ese estado de depresi¨®n colectivo, a diferencia de la derecha, que vive en la euforia del consumo, de la producci¨®n de desigualdades, de la destrucci¨®n. La izquierda tiene que decir: mierda, la estamos cagando, y eso tiene que llevar a un despertar revolucionario. Y creo que eso puede venir de esos que hemos apartado a los m¨¢rgenes de lo pol¨ªtico: los gays, las lesbianas, los yonquis, las putas. Ah¨ª hay modos de producci¨®n estrat¨¦gicos para la cultura y la econom¨ªa, y ah¨ª se est¨¢n produciendo soluciones.
?Y qu¨¦ aportan esos 'detritus del sistema', como usted los llama?
Inventan nuevas formas de relaci¨®n personal y pol¨ªtica que se salen de una coordenada que engancha con las pol¨ªticas coloniales del siglo XV y que tienen que ver con la familia, la naci¨®n, la raza. Esa l¨ªnea se ha agotado, hay que abrirse a lo no familiar, no nacional, no racial, no generizado.
?Es consciente de la dif¨ªcil comprensi¨®n y 'venta' de ese modelo?
No aspiro a venderlo. Y no es tan dif¨ªcil. En mis charlas siento que lo del estado depresivo conecta. Pese a la enorme complejidad del mundo contempor¨¢neo, veo una terrible reducci¨®n a lo de siempre.
Es gracioso el pasaje de 'Testo yonqui' cuando vuelve a Burgos y ve a sus ex novietas del cole paseando por el Espol¨®n con sus ni?os y sus mechas perfectas.
Las respeto y las adoro. Sobre todo porque s¨¦ que detr¨¢s de las mechas y los ni?os siguen resistiendo, est¨¢n vivas.
Se define como una terrorista, una guerrillera.
As¨ª me ven los otros. Yo hac¨ªa mis cosas, todos dec¨ªan: que paren esa revoluci¨®n, y yo no comprend¨ªa que la revoluci¨®n era yo. Disfruto de la inteligencia colectiva. Mi primera Gay Parade en Nueva York fue el mayor subid¨®n de ¨¦xtasis vital de mi vida. ?ramos 3.000 bolleras por la calle, ese espacio que nos ten¨ªan prohibido. Fue darme cuenta de que otro mundo es posible, de que la realidad puede cambiar, eso me fascina.
Los transexuales claman por entrar en los protocolos de reasignaci¨®n de sexo. Sin embargo, usted deplora que est¨¦n regulados por el Estado.
Hay una multiplicidad de maneras de ser transexual. He estado en asociaciones de lesbianas radicales y, en tres a?os, la mitad hab¨ªan cambiado de sexo. Desconf¨ªo de los dogmas acerca de la identidad sexual, porque he visto todo y su contrario. Los protocolos son un modo de normalizar la plasticidad sexual. Espa?a es una especie de gallifante de Turqu¨ªa y Suecia. Hay una base biopol¨ªtica cuyos emblemas son el g¨¦nero, la heterosexualidad, la familia, la raza y la naci¨®n. Pero tambi¨¦n un r¨¦gimen farmacopornogr¨¢fico en el que el sexo es objeto de consumo y producci¨®n. La colisi¨®n de esos dos reg¨ªmenes lleva a una situaci¨®n delirante, en la que puedes acceder a operaciones de cambio de sexo, pero s¨®lo con las condiciones exigidas para normalizarte.
En 'Testo yonqui', usted es el objeto de su investigaci¨®n. ?No le da pudor esa exposici¨®n?
No, y eso que me eduqu¨¦ con monjas y estudie filosof¨ªa en Comillas con los jesuitas. Los ador¨¦, estaban metidos hasta el fondo en el marxismo y la teor¨ªa de la liberaci¨®n. Son fant¨¢sticos. Sigo teniendo relaci¨®n con Juan Masi¨¢, un fil¨®sofo al que excomulgaron por decir que el cond¨®n es de sentido com¨²n. Nos intercambiamos obras.
?En serio? ?Y qu¨¦ comenta un jesuita de sus pr¨¢cticas sexuales en 'Testo yonqui'?
Nada [r¨ªe]. Pero no hace falta, s¨¦ que me aprecia y nos queremos mucho.
Me refer¨ªa a si no le da pudor exponer su sexualidad.
Al contrario: mi sexualidad ha sido siempre invisible. Lo que era visible es el estereotipo que la gente tiene sobre la sexualidad lesbiana o trans. Entonces no lo veo como una forma de exposici¨®n impudorosa, sino como un modo de producci¨®n de visibilidad. Hay un elemento de propaganda. Una amiga, Itziar Ziga, ha escrito un libro, Devenir perra, en el que dice: nosotros follamos m¨¢s y mejor. Follamos fuera de vuestras restricciones normativas y eso es un placer que nunca conocer¨¦is. Y si os tienta saberlo, wellcome to the revolution.
?Ese ser¨ªa el orgullo 'queer': follamos m¨¢s y follamos mejor?
S¨ª, y quiz¨¢ vivimos en otro mundo. En otro mundo que existe y que esta aqu¨ª, justo al lado.
Usted es una celebridad en los c¨ªrculos 'queer', da clases en la Universidad Par¨ªs VIII, pero es desconocida en Espa?a. ?Se ve de profesora en la Complutense?
En Espa?a hay instituciones casi feudales. Y dentro de ellas, en un caos extraordinario, suceden cosas parad¨®jicas. En cualquier universidad hay elementos revolucionarios, puntos de resistencia. La revoluci¨®n no est¨¢ en otro lado, est¨¢ aqu¨ª, y en la Complutense tambi¨¦n.
A ver si la nombran hija predilecta de Burgos.
[Risas]. Ahora, con lo del premio, mi madre dice: qu¨¦ bien, hija, sales en el peri¨®dico, pero tienen la mala idea de sacarte con bigote. No sabe que mi gran orgullo medi¨¢tico es la portada de la revista transg¨¦nero americana.
Desde fuera, lo suyo puede parecer un espect¨¢culo provocativo.
S¨ª, siempre existe ese riesgo de apariencia estramb¨®tica y consumo morboso, pero hay vida m¨¢s all¨¢ del mundo normalizado.
Para escribir 'Testo yonqui' se administr¨® testosterona en gel casi un a?o. ?Sigue 'poni¨¦ndose', ya que en el libro se declara 'adicta'?
Ocasionalmente. Respecto a otras adicciones que conozco, la de la testosterona es llevable. Lo veo como una posibilidad y no una necesidad. Para m¨ª, el cambio del sexo no es el paso del muro de Berl¨ªn; algo de esa frontera pol¨ªtica tiene, pero yo lo veo como un espacio de pr¨¢cticas del cuerpo.
?Qu¨¦ obtiene de la testosterona? Algo le sacar¨¢.
Es una droga sexual. Si fuera de venta libre, ser¨ªa el Viagra para biomujeres. Te pone a mil. Pero empec¨¦ a tomarla por un elemento de experimentaci¨®n, de transgresi¨®n, casi una org¨ªa hormonal.
Qu¨¦ le sugiere a usted, que se declara m¨¢s all¨¢ de lo masculino y femenino, la expresi¨®n 'violencia de g¨¦nero'.
Creo que cuando se dice violencia machista no se incide tanto en las pr¨¢cticas de discriminaci¨®n como en la masculinidad. Como si la masculinidad fuera una violencia en s¨ª misma y que se ejerce contra las mujeres. Se pasa por alto toda una serie de pr¨¢cticas violentas transversales. Hay violencia dentro de la homosexualidad, de la transexualidad. Creo que el g¨¦nero mismo es la violencia, que las normas de masculinidad y feminidad, tal y como las conocemos, producen violencia. Si cambi¨¢ramos los modos de educaci¨®n en la infancia, quiz¨¢ modificar¨ªamos lo que llamamos violencia de g¨¦nero. Siempre pensamos que las ni?as pueden defenderse y no agredir. Seamos honestos: en una cultura de la guerra, no equipar t¨¦cnica y pr¨¢cticamente a un conjunto de la sociedad para ser capaz de acceder a t¨¦cnicas de agresi¨®n cuando sea necesario es discriminatorio.
?Propone ense?ar a las ni?as no defensa personal, sino ataque personal?
Exacto.
Menudo titular me acaba de dar.
Busco alternativas radicales a la cultura de la guerra, y una es el acceso igualitario a las t¨¦cnicas de la violencia. Toni Negri dec¨ªa: hay que darle armas al pueblo, puesto que el Estado est¨¢ armado. Yo dir¨ªa: hay que darles armas a las mujeres, puesto que los hombres est¨¢n armados.
Le van a llover protestas.
Esto es una guerra fr¨ªa: t¨² tienes armas, yo tambi¨¦n.
En 'Testo yonqui' propone a las mujeres tomar testosterona. ?Cree que as¨ª romper¨ªamos el techo de cristal?
Eso es una fantas¨ªa de pol¨ªtica ficci¨®n. La filosof¨ªa hace eso, produce ficciones que nos ayudan a modificar el modo en que vemos lo real. Pero nada impide que todas las mujeres tomen testosterona y ma?ana sean hombres. La posibilidad es tan simple que tiene que haber medidas de restricci¨®n para evitarlo. Mi proyecto pol¨ªtico es m¨¢s serio y l¨²dico a la vez. Imag¨ªnate qu¨¦ mundo lleno de t¨ªos peludos. La estructura de dominaci¨®n est¨¢ tan anclada que claro que hay techo de cristal. Pero tambi¨¦n represi¨®n del lado masculino. Ellos tampoco est¨¢n bien.
?La famosa crisis del hombre moderno?
Si algo est¨¢ en crisis es la masculinidad. Desde el feminismo ha habido un trabajo cr¨ªtico, pero del lado de los t¨ªos, nada. Por eso me asombra que ellos no se rebelen y digan: quiero ense?ar mis piernas estupendas sin celulitis.
Los hombres se depilan hoy m¨¢s que las mujeres.
Uno de los cambios del r¨¦gimen farmacopornografico es que el cuerpo masculino pasa a ser objeto de producci¨®n del mercado. Lo de la nueva masculinidad o la metrosexualidad no es m¨¢s que eso. Ah¨ª hay posibilidad de rebeli¨®n para los biot¨ªos.
?Es feliz?
Me considero afortunada/o. Cambio de g¨¦nero al hablar y escribir.
Y en varios idiomas ?no se l¨ªa?
De hecho, la sexualidad es muy comparable a las lenguas. Aprender otra sexualidad es como aprender otra lengua. Y todo el mundo puede hablar las que quiera. S¨®lo hay que aprenderlas, igual que la sexualidad. Cualquiera puede aprender las pr¨¢cticas de la heterosexualidad, de la homosexualidad, del masoquismo...
Hay negados para los idiomas.
Incluso ellos pueden chapurrear lesbiano o gay.
Hay una lengua madre, ?tambi¨¦n una sexualidad madre?
Hay una sexualidad que constituye tu suelo de adoctrinamiento. Aquella que has aprendido a reconocer como natural. Pero en cuanto aprendes una segunda lengua sabes que hay m¨¢s, que incluso puedes abandonar la primera lengua que hablaste sin mayor problema. Yo he estado a?os sin hablar espa?ol y lo hago bien, ?no?.
'Farmacopornograf¨ªa'
Beatriz Preciado
(Burgos, 1970) cree que el sexo mueve el mundo. Nada muy original, si no fuera porque ha elaborado toda una teor¨ªa filos¨®fica seg¨²n la cual la b¨²squeda del placer es hoy, superado el capitalismo industrial, el objeto b¨¢sico de producci¨®n y el valor de cambio en el mercado. Lo llama 'r¨¦gimen farmacopornogr¨¢fico'.
Disc¨ªpula de los fil¨®sofos Michel Foucault y Jacques Derrida, se declara tr¨¢nsgenero. Una denominaci¨®n que supera las distinciones entre hombre y mujer; homosexual y heterosexual; intersexual y transexual. Todas las clasificaciones le quedan "estrechas". Prefiere el calificativo queer (maric¨®n, bollera), un insulto que algunas minor¨ªas sexuales adoptan como suyo para reafirmar su diferencia. Profesora de T¨¦cnicas del Cuerpo en Par¨ªs, vive all¨ª con su novia, la escritora y directora de cine francesa Virginie Despentes.
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