Problemas del lujo
Parece mentira que The Economist nos descubra ahora lo que tenemos a dos pasos, en la plaza de Pontejos. Y no precisamente por sus tiendas de ornamentos lit¨²rgicos, que por muy lit¨²rgica que sea Espa?a, y m¨¢s despu¨¦s de que Zapatero acude al Vaticano para que lo bendigan, al fin y al cabo no expenden las medias con liguero para cardenales que uno encuentra en Roma. Y es que la crisis modifica las gu¨ªas de las ciudades, obliga a la gente a ver con otros ojos, y The Economist, que lo sabe, informando sobre el despilfarro espa?ol, pone a caer de un burro la pol¨ªtica econ¨®mica de Zapatero con m¨¢s sustancia que su oposici¨®n pol¨ªtica, s¨ª, pero nos advierte de la existencia de un coche de lujo en la plaza contigua a la de Pontejos, para el uso exclusivo del consejero de Presidencia, Justicia e Interior de esta nuestra Comunidad, en el que no hab¨ªamos ca¨ªdo. Ya se sabe que la abundancia de coches y sus gamas es muy expresiva del gasto suntuario.
Los Pr¨ªncipes, de conocer tan alto coste, es de esperar que prefirieran que les llevaran la medalla a casa
Claro que seguramente las ocupaciones de la secretaria general del PP le impiden, como a muchos de nosotros, pasear relajadamente por las cercan¨ªas del palacio en el que trabaja Francisco Granados -"rehabilitado con gusto", dice The Economist- para observar tambi¨¦n al personal uniformado, guardias civiles con tricornio que custodian al ministro local, y detenernos a contar el ej¨¦rcito de empleados de confianza que por lo que comenta la revista tiene este hombre de demostrada entrega a los servicios de seguridad; como bien sabe, entre otros, el vicealcalde de Madrid. Pero si para contabilizar la legi¨®n de asesores que tiene Zapatero no le ha hecho falta a la dirigente popular darse un paseo por La Moncloa, o pedir las n¨®minas de esos asistentes presidenciales, m¨¢s a mano debe tener el recuento de los gastos de sus correligionarios al objeto de que no la pongan en aprieto. Es dif¨ªcil que Dolores de Cospedal se vea en aprietos, se dir¨ªa por su car¨¢cter que desconoce el apuro, pero no s¨¦ si una ¨ªntima verg¨¹enza podr¨ªa azorarla ahora que su partido es, seg¨²n ella misma, el de los trabajadores y, por supuesto, el de los pensionistas. Es decir, el PTP.
Supongo adem¨¢s que la crisis tambi¨¦n le habr¨¢ dejado a ella al descubierto c¨®mo algunas empresas p¨²blicas que ahora desaparecen, carentes de funci¨®n muchas de ellas, y en ocasiones superponi¨¦ndose en su actividad unas a otras, fueron creadas alg¨²n d¨ªa con inexplicable despilfarro y mantenidas durante muchos a?os por unos y por otros. Y que una burla parece que al refundirlas ahora no supongan m¨¢s ahorro que el sueldo de su titular, porque las sillas, las mesas, los armarios, los gastos de la luz y los empleados vienen a ser los mismos. Vean si no el problema que se le presenta a nuestro Gobierno aut¨®nomo con los coches oficiales: ten¨ªa 125, que ya es decir, y se ha quedado con 77, que para tiempo de crisis no est¨¢ mal; pero el problema es que no sabe qu¨¦ hacer con los 48 conductores que le sobran. Los trabajadores, incluido el conductor de la limusina, son siempre el problema.
Pero la crisis nos ha dejado perplejos, no al conocer cu¨¢ntos coches se han eliminado, y qu¨¦ coches, sino los que quedan y c¨®mo son algunos de los que quedan. Porque otra medida de austeridad del Gobierno regional es rebajar la gama de los coches en servicio, supongo que incluida la limusina, para que no se diga, de modo que no sabemos si sale m¨¢s caro uno de baja gama, pero nuevo, que seguir con los de alta gama, que a ver a qui¨¦n se los venden y a qu¨¦ precio. Y si no, que se lo pregunten a N¨²?ez Feij¨®o, todo un especialista en parque m¨®vil. Y otro tanto ocurrir¨ªa con los ministerios, si al fin decide Zapatero hacer caso a Rajoy y suprime algunos de los m¨¢s in¨²tiles. Con un agravante: solo en r¨®tulos y en membretes se originar¨ªa un gasto que no s¨¦ si a los mercados les har¨ªa pu?etera gracia.
La crisis no tiene nada bueno, pero es oportuno que asombre al que comprueba en qu¨¦ cantidad de gasto in¨²til est¨¢n metidas las Administraciones desde hace tiempo. Ahora mismo acabamos de saber que para imponer a los pr¨ªncipes de Asturias la medalla de esta nuestra Comunidad, con los maestros de ceremonia de G¨¹rtel por medio, se gastaron, solo por estrado enmoquetado y sillas con funda de tela, 65.000 euros. Eso no lo deb¨ªa saber Soraya S¨¢enz de Santamar¨ªa cuando, llena de ideas sobre c¨®mo deben ahorrar los dem¨¢s, se desga?itaba en el Congreso para expresarlas a gritos. Pero, de conocer los Pr¨ªncipes tan alto coste para homenajearles, es de esperar que prefirieran que les llevaran la medalla a casa y correr ellos con los gastos de un t¨¦ y unas pastas.
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