"Sin terrenos, ni cuartos, ni nada"
La anulaci¨®n del 'puerto seco' de Vigo tiene su origen en la honda protesta de los ocho vecinos de A Recta con los m¨¦todos usados por los promotores
Los ocho afiliados de la Asociaci¨®n de Veci?os da Recta no respiran arrepentimiento por esa sentencia del Tribunal Supremo que ellos suscitaron con su demanda y que ha puesto en jaque la continuidad del mayor pol¨ªgono industrial de Galicia, la Plataforma Log¨ªstica Industrial Salvaterra-As Neves (Plisan) o puerto seco de Vigo. Nunca han estado en contra de su implantaci¨®n y la sentencia tampoco les reconoce los derechos que vienen reclamando, pero con ella han recibido la satisfacci¨®n ¨ªntima de ver en la picota a los promotores (Xunta, Autoridad Portuaria de Vigo y Zona Franca), a quienes acusan de someterles a un acoso sistem¨¢tico para lograr su desalojo de viviendas y propiedades.
"Nos amenazaban como si fu¨¦ramos 'okupas' de nuestras propias casas"
"Ya pregunt¨¦ a mi abogado si podr¨ªamos meter a todos en la c¨¢rcel"
"Nunca, en todos estos a?os, han tenido un momento para hablar con nosotros, para buscar una salida negociada", dice Alfonso Porto, presidente de la asociaci¨®n. Los ¨¢nimos se crisparon con el proceso expropiatorio, en 2004. "Lo ¨²nico que mostraban eran prisas, el pol¨ªgono ten¨ªa que estar listo en tres a?os, dec¨ªan, y que ten¨ªamos que aceptar sus condiciones".
Pero enseguida, cuando desde la Xunta se remiti¨® a los propietarios las hojas de aprecio para proceder a las expropiaciones, aflor¨® el desastre. El censo motiv¨® las primeras protestas y manifestaciones de los afectados, gracias a las cuales se paraliz¨® el proceso: en la revisi¨®n subsiguiente, aparecieron 2.600 propiedades que no figuraban en la primera relaci¨®n.
En A Recta, el tramo de carretera de esa condici¨®n que cruza el pol¨ªgono entre Salvaterra y As Neves, hab¨ªa cuatro viviendas, dos de ellas junto a sendas granjas y otra junto a la casa-almac¨¦n de Jes¨²s Valenzuela, que es la ¨²nica que a¨²n sobrevive. "Ofrec¨ªan cantidades irrisorias, que no daban ni para construir la cimentaci¨®n en otra parte, y durante semanas no paraban de llamar por tel¨¦fono, a casa y a los trabajos, para preguntar si ya hab¨ªas retirado los muebles porque ven¨ªan a derribar", recuerda Porto. "Nos amenazaban como si fu¨¦ramos okupas de nuestras propias casas. Las formas han sido insoportables, de pura dictadura".
En el verano de 2007 se ejecutaron los derribos manu militari, con imponentes despliegues policiales a la vista de todo el vecindario y sin siquiera pagar la ridiculez que dec¨ªan. Menos el almac¨¦n mayorista de ultramarinos y la casa de Jes¨²s Valenzuela, que siguen en pie. "Hace 30 a?os pagu¨¦ por este terreno cinco veces m¨¢s de lo que quieren pagarme ahora por ¨¦l", afirma el comerciante
Valenzuela acord¨® una indemnizaci¨®n por trasladar su almac¨¦n al ¨¢rea prevista para las pymes, al norte del propio pol¨ªgono. "No me hab¨ªan dado ni cuartos ni terrenos y un buen d¨ªa [en 2006] aparecieron 50 polic¨ªas y guardiaciviles para echarme de aqu¨ª. '?Solo faltan los carros de combate!', les dije. ?Quer¨ªan cerrar el almac¨¦n y que todo se pudriera dentro, cientos de millones de pesetas!".
No lo consiguieron. El mismo juez que autoriz¨® el desalojo anul¨® su propio auto "cuando comprob¨® la ocultaci¨®n de datos y las mentiras que hab¨ªa fabricado el abogado de la Xunta". Un d¨ªa acudieron con un notario para hacerle entrega del terreno comprometido y all¨ª mismo, en el erial del pol¨ªgono, clavaron unas estacas: "'Este es tu terreno', me dijeron. 'Pero si no lo hemos medido', protest¨¦. 'Es igual, ya lo ajustaremos m¨¢s adelante'. 'Pero, para poder construir, tendr¨ªa que estar urbanizado...' No lo quise recibir, y aqu¨ª seguimos con la bronca". Los inspectores de la Xunta han levantado decenas de actas de infracci¨®n de su negocio. "Cuando no era el de Industria, era el de Sanidade, o el de Comercio, o el de Traballo, sin pies ni cabeza... Hemos sufrido lo indecible. A mi mujer le dio un derrame cerebral, estuvo a punto de morir, yo tambi¨¦n he andado desquiciado".
El almac¨¦n, una nave de 1.000 metros cuadrados, se ha quedado peque?o, y toneladas de mercanc¨ªas se amontonan por los pasillos, que deber¨ªan estar expeditos para facilitar su trasiego y ordenamiento en los estantes. Por eso le han denunciado. "No puedo ampliarlo. Estoy en un limbo: sin terrenos, ni cuartos, ni nada. Ya pregunt¨¦ a mi abogado si podr¨ªamos meterlos a todos en la c¨¢rcel".
Cuando entr¨® la Xunta bipartita pensaron que las cosas cambiar¨ªan, "pero ya nos han demostrado que son todos igual", dice Porto. "Les ha faltado a todos mucho tacto, y nosotros no vamos a dejar de defender nuestros derechos hasta donde haga falta", promete.
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