Retrovisor europeo
El pasado s¨¢bado, 12 de junio, tuvo lugar en el Palacio Real el acto conmemorativo del 25? aniversario de la entrada de Portugal y Espa?a en las Comunidades Econ¨®micas Europeas, hoy Uni¨®n Europea. Fue un acto de fuerte contenido simb¨®lico y del que los miembros del equipo negociador nos hemos sentimos muy orgullosos por el trabajo realizado y muy gratificados por las valoraciones vertidas.
En aquel momento est¨¢bamos convencidos de que Europa era una parte de la soluci¨®n a nuestros problemas, como dec¨ªa Ortega. Busc¨¢bamos en Europa progreso, desarrollo y bienestar. Y Europa nos proporcionaba valores como democracia, participaci¨®n, estabilidad y solvencia. Hoy, 25 a?os m¨¢s tarde, estamos conviviendo en un pa¨ªs con mayor democracia, con mayores niveles de riqueza y de protecci¨®n social; y con mejores dotaciones sanitarias, educativas y de investigaci¨®n, por poner ejemplos concretos. Disponemos, asimismo, de mejores infraestructuras tanto terrestres, ferroviarias, portuarias y aeroportuarias. La valoraci¨®n y el posicionamiento de Espa?a en el exterior no tiene duda; y la influencia de nuestro pa¨ªs en el mundo se ve reflejado de manera continua en todos los ¨¢mbitos de la vida cotidiana.
La pol¨ªtica debe controlar los mercados especulativos, que no tienen rubor ni patria
Pero, en la actualidad, Europa tiene un fuerte constipado, dir¨ªan unos; o una met¨¢stasis, apostillar¨ªan otros. Entre todos hemos dado una serie de pasos hacia la mayor integraci¨®n y hemos conseguido grandes avances en la consolidaci¨®n de tratados globales. Sin embargo, fuimos dejando algunas cuestiones por el camino. Hoy en d¨ªa, las dos m¨¢s importantes son las que hacen referencia a la gobernanza econ¨®mica y a la necesidad de un mayor nivel pol¨ªtico en el campo de las decisiones.
La gobernanza econ¨®mica se pone de manifiesto cuando observamos c¨®mo la Uni¨®n Monetaria nos ha permitido implantar el euro, establecer las misiones del Banco Central Europeo o las responsabilidades en el campo presupuestario. Hay un pero: todav¨ªa no somos capaces de controlar los mercados, las transacciones monetarias de corte especulativo y a corto plazo; o los movimientos que tienden a conducir o a extraer beneficios de las pol¨ªticas p¨²blicas. Tienen raz¨®n lo viejos rockeros cuando afirman "hay que controlar a los mercados, porque si no los mercados te controlan". Expertos como Stiglitz y Krugman (ambos premios nobel de econom¨ªa) llaman la atenci¨®n del siguiente asunto. Cuando fue el problema de Lehman Brothers, los Gobiernos (es decir, los pol¨ªticos) salieron al quite y salvaron a las empresas privadas mediante ayudas e instrumentos de apoyo. La decisi¨®n de intervenir fue reclamada y defendida por la iniciativa privada. Esto es, nadie se quej¨® del intervencionismo; gracias al cual, la econom¨ªa mundial salv¨® la campana del primer round
Ahora, meses m¨¢s tarde, una vez inyectado aquel dinero p¨²blico para salvar el sistema financiero privado, aquellos mismos especuladores buscan de manera denodada atacar, de nuevo, a lo p¨²blico. Y lo hacen provocando que los Estados aumenten sus grados de intervenci¨®n, para que se endeuden m¨¢s; y, a partir de ah¨ª, volver a atacarlos bajo la falta de confianza. Por eso, la pol¨ªtica ha de controlar a esos mercados especulativos; esos que no tienen ni rubor, ni patria. Y ha de hacerse para que sus efectos no destrocen a los ciudadanos.
El otro aspecto que Europa necesita es un nuevo ¨¢mbito pol¨ªtico. Hay que darle m¨¢s dimensi¨®n (tambi¨¦n mayor control y evaluaci¨®n permanente de las decisiones) para que la acci¨®n pol¨ªtica pueda emerger sobre las dem¨¢s dimensiones. Los gobiernos han de aunar esfuerzos para aplicar medidas. Hoy, en una sociedad globalizada, no valen los individualismos. Que nadie se crea que un pa¨ªs es capaz de salvarse por si solo. Hay demasiada interconexi¨®n e interoperatividad. Por eso, puede caber el desacuerdo, pero no la descoordinaci¨®n.
Espa?a, ante este panorama, debe apostar claramente por medidas fuerza que se pueden concentrar en cuatro puntos: desarrollar e incentivar una mayor productividad y capacidad exportadora; lograr un acuerdo interno que facilite estabilidad; recuperar la confianza, llam¨¢ndoles a las cosas por su nombre y no escabullirse de los problemas; y acelerar las reformas estructurales, tales como el mercado de trabajo, la reprogramaci¨®n de obras p¨²blicas y la reforma del sistema financiero, especialmente procediendo al saneamiento de las cajas de ahorros.
En suma, no todo vale (miro para algunos partidos pol¨ªticos y tertulianos) sino que es la hora de la responsabilidad.
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