Funcionarios
De las medidas que est¨¢ tomando el Gobierno para frenar el gasto p¨²blico solo la bajada de los sueldos de los funcionarios no es impopular, el recorte de las pensiones suena mal, la subida de impuestos suena peor. A todo el mundo (que no sea funcionario) le parece bien que se le haya empezado a meter mano a esta clase privilegiada a la que no puede echarse a la calle por las buenas y que cobra a fin de mes pase lo que pase. Ahora la tranquilidad de esp¨ªritu del funcionario, el poder dormir a pierna suelta por las noches sin preocuparse por caerle al jefe mejor o peor tiene un precio. Al funcionario se le ha puesto delante la imagen de las colas de parados que dan la vuelta a la manzana para que se conforme y reforzar de esta manera el complejo de funcionario que todo funcionario lleva dentro.
Ni la ense?anza ni la sanidad p¨²blicas deber¨ªan perder una mil¨¦sima de calidad
No he hablado con una sola persona estos d¨ªas que se haya solidarizado con los funcionarios, todo el mundo considera que trabaja m¨¢s que ellos. Se los imaginan andando por los pasillos muy lentamente hacia los despachos mientras dan vueltas al caf¨¦ de la m¨¢quina con un palito de pl¨¢stico o se los imaginan desayunando en el bar de abajo durante dos largas horas. Se los imaginan despachando sus asuntos personales por tel¨¦fono para llegar a casa con todo hecho e incluso escribiendo una novela en un ordenador ¨²ltimo modelo que pagamos los contribuyentes. Se los imaginan disfrutando de los llamados moscosos m¨¢s de la cuenta y entrando tarde y saliendo temprano. Se los imaginan haciendo lo estrictamente necesario para cubrir el expediente y ni un esfuerzo m¨¢s. Se los imaginan no siendo simp¨¢ticos con el p¨²blico porque no tienen necesidad de caerle bien a nadie. Se los imaginan con la tarde libre y que si se ponen enfermos no es un drama que falten. La imagen funcionarial es terrible, ya ven¨ªa arrastr¨¢ndose por el fango cuando Larra escribi¨® aquel art¨ªculo de Vuelva usted ma?ana. La fijaci¨®n en nuestra memoria colectiva de un peque?o ser pobre y d¨¦spota que nos trata mal detr¨¢s de una ventanilla ha sido tan fuerte que el hecho de que le bajen el sueldo parece una compensaci¨®n c¨®smica por toda la incomprensi¨®n que hemos padecido de su parte. Pero el funcionario no es solo el que se encuentra tras esa ventanilla invisible que ha quedado como met¨¢fora de la m¨¢quina burocr¨¢tica. Funcionarios son los profesores que se ocupan de que nuestros hijos aprendan algo en unas condiciones nada boyantes. ?Por qu¨¦ no se compara su n¨®mina con la de un consejero cualquiera de un banco?, ?qu¨¦ trabajo es m¨¢s importante? Funcionario es el cirujano que nos va a extirpar la ves¨ªcula en un hospital de la Seguridad Social o que nos va a trasplantar un h¨ªgado, ?por qu¨¦ no se compara su n¨®mina con las comisiones de esos broker tan listos que nos han llevado a la ruina? Y, no es por nada, pero a la hora de la verdad cuando tememos por nuestra vida, preferimos ponernos en manos de alguien que haya pasado por muchas pruebas y selecciones. Ni la ense?anza ni la sanidad p¨²blicas deber¨ªan perder una mil¨¦sima de calidad por el bien de todos.
Conozco a funcionarios que se tocan las narices y a otros que trabajan mucho y bien. Los que se tocan las narices se las seguir¨ªan tocando en la empresa privada y viceversa. El que es perro encuentra un gran placer en hacer que hace, es su habilidad particular y no conoce fronteras. Hay que tener en cuenta que el funcionario de carrera ha tenido que hincar codos y pasar por una o varias oposiciones, y que no todo el mundo est¨¢ dispuesto a esto. Y que tambi¨¦n son empleados p¨²blicos el personal contratado, los cargos de libre designaci¨®n, los asesores y muchos m¨¢s.
Tampoco la figura del opositor tiene muy buena prensa. Nos lo imaginamos con gafas y p¨¢lido malgastando su juventud en una academia durante a?os. Y ese era el pacto: el opositor se arriesga a tirar su tiempo por la ventana si no saca las oposiciones, pero si las saca el puesto es fijo. No hay trampa ni cart¨®n. La trampa est¨¢ en no hacer bien las cosas, en la Administraci¨®n o en la empresa privada. De todos modos, el funcionario es una especie en extinci¨®n, los nuevos tiempos nos est¨¢n ense?ando que cualquier seguridad es pasajera. Y alg¨²n d¨ªa esta figura tan unida a Madrid solo la encontraremos en la literatura, desde los funcionarios imperiales que inundan la tradici¨®n literaria china hasta la culminaci¨®n de Miau de nuestro Benito P¨¦rez Gald¨®s o los personajes de Garc¨ªa Hortelano. Sea como sea, siempre guardaremos en nuestros corazones al funcionario como el m¨¢s aut¨¦ntico antih¨¦roe de la vida cotidiana.
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