Brasil, la eficacia sin encanto
La selecci¨®n de Dunga despacha sin apuros a Costa de Marfil, un conjunto con tanto m¨²sculo como poco ingenio
De un partido empachoso sac¨® provecho Brasil, que definitivamente ha perdido mucha gracia. Hoy gana como antes, pero ya no se concede alegr¨ªas, no hay samba, sino mucho heavy metal. Con la porra de Dunga, la canarinha se ha deste?ido, ahora solo es un equipo eficaz con un punto ulceroso hasta que se siente en ventaja y gotea algo de chispa, porque buenos futbolistas nunca le faltar¨¢n. As¨ª hizo frente a un equipo sin hueso como Costa de Marfil: se concedi¨® un largo rato de racaner¨ªa hasta que pudo sacar el hacha. Sus victorias punt¨²an, pero se olvidan por rutinarias. Este Brasil sumar¨¢ t¨ªtulos, no leyendas. Enfrente, otro fiasco africano. En este caso, Costa de Marfil, un calco del resto, ya sean Ghana, Nigeria, Sud¨¢frica o Camer¨²n, lo mismo da, todas tienen el mismo andamiaje. El f¨²tbol africano se ha estancado. Europa no ha sido su academia, sino su desnaturalizaci¨®n. Sus estrellas brillan en Europa, regresan a sus selecciones como reyes de Midas y les tiran la alfombra. Imponen los galones, carecen de competencia y las selecciones pierden sus se?as de identidad. Ya no necesitan la pasarela de los Mundiales para que pique Europa.
El encuentro fue un atasco, un insulso combate cuerpo a cuerpo
En ?frica ya solo se declinan los jugadores herc¨²leos. Se cotizan como defensas esculpidos a la griega o esos pomposamente llamados medios defensivos. Medios matracas, sin m¨¢s. Predomina el f¨ªsico, no el talento; ya no hay malabaristas como Madjer, Milla, Pel¨¦ u Okocha, predominan los cuerpos de acero, es el mercado en el que rastrea Europa, su Eldorado. Entre la versi¨®n menos edulcorada que se recuerda de Brasil -Luis Fabiano no es Romario- y la halter¨®fila puesta en escena de Costa de Marfil, el encuentro fue un atasco, un insulso combate cuerpo a cuerpo, choca que te choca, con disloques t¨¦cnicos continuos, sin apenas jugadas trenzadas, nada cosm¨¦tico, salvo algunos arreones a la carrera de los sudamericanos.
Del escarnio al f¨²tbol del primer tiempo, uno m¨¢s en este Mundial que sobrevive a soplo de vuvuzela, se benefici¨® Brasil, que ha hecho propios los peores vicios. En la pentacampeona mundial el f¨²tbol ya no es un arte, una fiesta mayor, sino tan solo un oficio. Hay mucho de italianizaci¨®n germ¨¢nica en este Brasil tan de Dunga, tan hecho a su imagen y semejanza. Dunga nunca pareci¨® brasile?o. Como futbolista era el capataz de Romario y Bebeto en 1994; como t¨¦cnico, 16 a?os despu¨¦s, es el sargento de Luis Fabiano y Robinho, porque la hoja de ruta de Kak¨¢, horrible al inicio y absuelto al final, no est¨¢ clara. Como en aquel Mundial de Estados Unidos, Brasil juega dos partidos. Uno lo suele ganar en el campo; el otro lo pierde casi siempre ante la opini¨®n p¨²blica, donde los nost¨¢lgicos no perdonan la mutaci¨®n. Brasil se gan¨® los corazones por amenizar el f¨²tbol, mientras que ahora solo ofrece resultados. Ya no agudiza el ingenio, es un equipo construido para pegar, le gusta llegar por libre, con espacios. Entonces puede ser demoledor. En su primer desplante de la noche apareci¨® Luis Fabiano, al que asisti¨® Kak¨¢ para fusilar al meta africano. Ni antes ni despu¨¦s respondi¨® Costa de Marfil, que se toma el juego con un aire pugil¨ªstico, con mucho f¨ªsico y poca destreza.
A Brasil le gusta madurar los partidos. Nunca se destapa, defiende hasta con ocho jugadores por detr¨¢s de la pelota. En estos tiempos, por fin ya tiene portero y dos centrales de aire marcial, como sus escoltas Gilberto Silva y Felipe Melo. Entre todos protegen el marcador a la espera de una oportunidad arriba. Por cada gol que anota, la selecci¨®n se vuelve m¨¢s peligrosa, se le abren m¨¢s rendijas y sabe c¨®mo aprovecharlas. As¨ª hizo en el segundo tiempo, sin concesiones pero m¨¢s punzante. Por la v¨ªa legal, como hizo Elano en el tercer gol, de nuevo asistido por Kak¨¢, o de forma ilegal, como el segundo tanto. Dos sombreros preciosistas de Luis Fabiano, que en ambas ocasiones se ayud¨® de los brazos. Nada quiso saber el ¨¢rbitro. Luego quiso redimirse de la peor forma, con otro error may¨²sculo. Ya sin remedio en el marcador pese al tanto de Drogba, Costa de Marfil convirti¨® el rect¨¢ngulo de juego en un cuadril¨¢tero. De la gresca el que sali¨® peor parado fue el chico angelical, Kak¨¢, injustamente delatado por Keita, que teatraliz¨® cuanto pudo ante el inocente madridista, que ahora no se ver¨¢ con Cristiano en el partido que cerrar¨¢ el grupo. Un duelo para los teloneros de este Brasil ya clasificado. Una selecci¨®n firme y contundente. Tan candidata al t¨ªtulo como cuando era un encanto.
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