?Y para qu¨¦ sirven las autonom¨ªas?
Esta pregunta tan directa, me la espetaba el otro d¨ªa un insigne empresario en sede madrile?a, agobiado por la dureza de la crisis econ¨®mica, deseoso de encontrar respuestas r¨¢pidas de los poderes p¨²blicos. Podr¨ªa haberle contestado que, tal vez, deber¨ªa hacerse otras preguntas, el porqu¨¦ de esta crisis, sus or¨ªgenes, sus causas y, puestos a cuestionar la existencia de alguna instituci¨®n pol¨ªtica, quiz¨¢s la pregunta m¨¢s correcta ser¨ªa decir ?para que sirven los estados? Pues una de las primeras ense?anzas de esta crisis es la incapacidad de los estados para dar respuestas nacionales a la situaci¨®n. Ante mercados financieros globales con libre circulaci¨®n de capitales y mercanc¨ªas, se necesitan respuestas globales, se necesita gobernanza global capaz de producir regulaciones globales, pues como ha dicho el premio Nobel de econom¨ªa Joseph E. Stiglitz "los mercados sin trabas no son eficientes ni estables".
Pero no era ese el debate, por interesante que parezca, que lo es, lo que me inquiet¨® de la pregunta. Es la simplificaci¨®n de la realidad que esconde y ya sabemos que en la vida social, las simplificaciones suelen tener consecuencias nefastas. En todos los momentos de crisis aparecen los iluminados y los interesados, que esgrimen f¨®rmulas m¨¢gicas para resolver los problemas. Si hay paro y aumenta la delincuencia, los culpables son los inmigrantes; si hay tensiones pol¨ªticas entre una comunidad y el Estado, el responsable es el otro, sin matices, lo cual es muy c¨®modo para ocultar la respectiva responsabilidad. El problema es que la simplificaci¨®n de las soluciones suele conducir a derivas autoritarias y populistas y el resultado de estas, a cat¨¢strofes sociales. El siglo XX nos ha ense?ado bastante de todo esto.
No obstante, es cierto que la crisis est¨¢ haciendo aflorar de nuevo una vieja corriente del pensamiento espa?ol que considera que la existencia de las comunidades aut¨®nomas es un error. Es la misma corriente de pensamiento que pens¨® que la reivindicaci¨®n de autonom¨ªa de Andaluc¨ªa era una invenci¨®n y la misma que considera que las demandas de reformas estatutarias se deben a la voracidad de las reivindicaciones nacionalistas. No est¨¢n dispuestos a mirar a Espa?a como es, sino como a ellos les gustar¨ªa que fuese. Hablan de Espa?a como el Estado m¨¢s antiguo de Europa, pero ocultan que su aparici¨®n como tal se realiz¨® bajo una f¨®rmula pol¨ªtica que hoy llamar¨ªamos confederal. Que esta f¨®rmula se suprimi¨® por la fuerza y que desde entonces, en todos los periodos de libertad que hemos tenido en Espa?a, la cuesti¨®n territorial ha estado en el centro de la vida pol¨ªtica
?Para qu¨¦ sirven las autonom¨ªas? Pues para resolver o encauzar uno de los problemas seculares de Espa?a. El Estado auton¨®mico es la soluci¨®n pol¨ªtica, abierta por la Constituci¨®n espa?ola de 1978. Y hemos de a?adir, tras m¨¢s de 30 a?os de funcionamiento, que lo viene realizando con relativo ¨¦xito. ?Con tensiones? S¨ª, pero estas son consustanciales a los estados compuestos y a la vida pol¨ªtica. Lo importante es que esas tensiones son encauzadas a trav¨¦s de procedimientos pol¨ªticos democr¨¢ticos. Ha encauzado el fuerte sentimiento nacional existente en partes del territorio espa?ol, ha posibilitado a comunidades hist¨®ricamente excluidas la posibilidad de disponer de un poder pol¨ªtico propio desde el que organizar su desarrollo, ha acercado la soluci¨®n de los problemas de la gente, a la gente misma. ?Alguien duda que en Andaluc¨ªa tendr¨ªamos, sin autonom¨ªa, el sistema de comunicaciones, el sanitario, el educativo que tenemos? Basta mirar la experiencia del estado centralista para comprobarlo. La Espa?a auton¨®mica con sus tensiones, sus complejidades es m¨¢s justa y cohesionada socialmente que la Espa?a centralista.
Dicho esto, no todo es de color, hay zonas grises que hay que abordar. Las comunidades aut¨®nomas tambi¨¦n tienen responsabilidades y tambi¨¦n han cometido excesos. La austeridad, la eficiencia y su obligaci¨®n con la reducci¨®n del d¨¦ficit p¨²blico es una exigencia del buen gobierno. Tienen que adelgazar, suprimir las adherencias innecesarias que han acumulado a lo largo de su desarrollo y distinguir lo necesario de lo prescindible.
La crisis econ¨®mica que estamos sufriendo es una buena oportunidad para ver el correcto funcionamiento del Estado auton¨®mico y las actuaciones de cada actor pol¨ªtico o institucional nos permitir¨¢n evaluar su responsabilidad, pero esto no nos debe llevar a incurrir en el error que hace m¨¢s de un siglo denunciara el sabio de Baltimore H. L. Mencken: "Para cada problema complejo, existe una soluci¨®n sencilla y est¨¢ equivocada".
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