Manda Messi, escucha Maradona
Tras un a?o de desencuentros, el t¨¦cnico de Argentina atiende las peticiones de su figura y medita que, ante Grecia, estrene capitan¨ªa
![Diego Torres](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F905d2291-3bc7-4951-9b10-14c4000df79f.png?auth=71540af241da7b2d45e7ccd8aac79de09feb0b15263f9f39b72b24c67ae654b5&width=100&height=100&smart=true)
Uno es de Lan¨²s. Otro, de Rosario. El uno es un porte?o adulto, megal¨®mano, veleidoso, hablador y an¨¢rquico que va por el mundo sacando pecho. El otro es un provinciano que acaba de superar la adolescencia, cabizbajo, introvertido, tan poco expresivo que en La Mas¨ªa le llamaban El Mudo. Han tardado dos a?os en entenderse. Pero las necesidades acuciantes de la Copa del Mundo han acelerado el proceso de acercamiento entre Diego Armando Maradona y Lionel Messi. Quiz¨¢ hoy la sinton¨ªa tampoco sea perfecta, pero cada uno sabe perfectamente lo que tiene que dar al otro para consumar las aspiraciones colectivas y particulares. La relaci¨®n es simple. Messi pide: "Quiero jugar". Maradona escucha y, aunque no est¨¢ de acuerdo, satisface: "Muy bien, vas a jugar contra Grecia".
"Fui a Barcelona para decirle que no se preocupara. Y su hora lleg¨®", explic¨® Diego
Son tantas las cosas que les diferencian como las que les unen. Ambos comparten una extra?a sensibilidad. Maradona se emociona todos los d¨ªas. Cualquier detalle, cualquier palabra de un amigo, de un conocido o incluso de un extra?o, es capaz de hacerle llorar. Messi es extremadamente susceptible. Cuando durante las eliminatorias clasificatorias le acusaron de no sentir la camiseta argentina o de anteponer el dinero del Barcelona a su selecci¨®n, comenz¨® a experimentar una ansiedad que se volv¨ªa insoportable cada vez que pisaba Argentina. "Me molestaron las boludeces que se dec¨ªan de m¨ª porque hac¨ªan da?o a mi familia", dijo Messi con su habitual desinter¨¦s por los formalismos. Lo que no dijo fue que durante los peores d¨ªas de la crisis, el a?o pasado, se sinti¨® desamparado. Cuando busc¨® el respaldo de Maradona, solo encontr¨® soberbia, ignorancia, nervios e incluso un punto de celos. Un d¨ªa, harto de todo, llam¨® a Maradona y le dijo que no quer¨ªa volver a jugar en la selecci¨®n. Inmediatamente Maradona recuper¨® la lucidez y se embarc¨® hacia Espa?a.
Ayer, Maradona, durante la conferencia de prensa que ofreci¨® en Pretoria, dej¨® entrever una parte de aquel conflicto que, finalmente, lograron mantener en secreto y anunci¨® lo que parece el debut de Messi como capit¨¢n: "En su momento, hice un viaje a Barcelona para decirle que no se preocupara. Y su hora lleg¨®. El domingo se emocion¨® cuando le dije lo que le dije. Es algo muy lindo. Ya lo ve¨ªamos en el entrenamiento. Lio se est¨¢ divirtiendo en las pr¨¢cticas. Ma?ana sabr¨¢n la noticia cuando salga a la cancha".
Messi y Maradona tardaron un a?o en hablar seriamente del negocio que ten¨ªan entre manos. Fue el tiempo que precis¨® Maradona para interiorizar su nuevo papel de t¨¦cnico y de superar los atavismos que todav¨ªa le hac¨ªan sentirse futbolista y tratar a los jugadores como iguales, cuando no como competidores por un lugar en la misma escena. Como dijo Messi hace poco: "Cambi¨® el equipo, cambiamos los jugadores y Maradona tambi¨¦n cambi¨®".
"Esperemos que a Maradona se le abra la cabeza", declar¨® T¨¦vez antes del debut y sus palabras fueron premonitorias. El seleccionador volvi¨® a sorprender a quienes cre¨ªan que era una figura simplemente an¨¢rquica y desde que arranc¨® la competici¨®n toma decisiones mesuradas. Si antes parec¨ªa un desequilibrado, ahora parece un sabio chino. A falta de suficientes defensas y centrocampistas, se ha dejado de especulaciones y ha construido al equipo empezando por el ataque, como el Brasil de 1970, con dos delanteros, un extremo y un mediapunta. Es decir, con lo mejor que tiene.
Maradona est¨¢ tan seguro de su autoridad que no deja de tomar decisiones dif¨ªciles. Hoy, contra Grecia, a pesar de no estar aritm¨¦ticamente clasificado, har¨¢ siete cambios en el equipo titular. Quitar¨¢ a Higua¨ªn, que quiere ser el goleador del Mundial, para poner a Milito; a Heinze, su caudillo, para poner a Clemente, y hasta se plantea despojar a Ver¨®n del brazalete de capit¨¢n para d¨¢rselo a Messi, que solo tiene 22 a?os. Todo menos dar descanso a Messi como pretend¨ªa.
La ¨²ltima vez que Pep Guardiola dio descanso a Messi, el peque?o argentino no se present¨® al siguiente entrenamiento del Barcelona. Tiene m¨¢s car¨¢cter del que aparenta. El segundo de Guardiola, Tito Vilanova, lo explic¨® gr¨¢ficamente: "Cuando le cambian, es como si le mandaran a por pan". Maradona, que escucha con atenci¨®n, ya sabe a quien tiene que contentar.
![Messi, con sus botas.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/INHEXKQCEQN7PVXJBFYGPRPPDI.jpg?auth=6842095f3ce9186175a5b97b0ae59fa09ae1ed3a092ce69081eb152dd045f1b4&width=414)
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