Israel, despechado
Israel mira hacia un Occidente que se siente cada vez m¨¢s alejado de Israel; al menos a juzgar por la avalancha de m¨²sicos que cancelan sus conciertos en el pa¨ªs para protestar contra las pol¨ªticas del actual Gobierno. El rechazo enfada a buena parte de los ciudadanos de este pa¨ªs, pero sobre todo despierta el temor profundo a perder no solo alianzas pol¨ªticas, sino tambi¨¦n a la que consideran su familia cultural.
En los ¨²ltimos meses, venir a tocar a Israel se ha convertido en un acto pol¨ªtico de primer orden. El Gobierno y la prensa local propinan un abrazo osuno a los que vienen. Los que cancelan los bolos israel¨ªes y explican su porqu¨¦ se convierten en una suerte de enemigos del Estado. Parece que hay cada vez menos lugar para venir, tocar y criticar al Gobierno de turno. Atr¨¢s han quedado los d¨ªas en los que Roger Waters, al final de su concierto en Tel Aviv ped¨ªa a los israel¨ªes que tiraran abajo los muros, en alusi¨®n a la mole de hormig¨®n que rodea Cisjordania. En tiempos de conmigo o contra m¨ª, el goteo de cancelaciones es constante. Carlos Santana, Elvis Costello y los Pixies han sido los m¨¢s sonados. Detr¨¢s de las cabezas de cartel hay muchos otros.
El boicoteo cultural tiene un objetivo bastante definido: los j¨®venes y no tan j¨®venes israel¨ªes que cada vez lo tienen m¨¢s f¨¢cil para desconectar del conflicto con los palestinos y vivir la vida como si lo que ocurre al otro lado de la l¨ªnea verde no fuera con ellos. El muro, la tupida red de checkpoints y barreras burocr¨¢ticas convierten los pocos kil¨®metros que separan a israel¨ªes y palestinos en un abismo de desconocimiento mutuo.
Es muy probable que muchos de estos educados urbanitas conozcan mejor los bares de moda de Barcelona que las penurias a las que somete a los palestinos la ocupaci¨®n israel¨ª. Conf¨ªan los activistas promotores del boicoteo cultural en que las posiciones cr¨ªticas de artistas carism¨¢ticos despierten la que consideran adormecida conciencia del israel¨ª medio biempensante. Aspiran a que los israel¨ªes que vayan a la taquilla a que les devuelvan el dinero de la entrada se den cuenta de que algo pasa, se hagan preguntas y exijan a sus gobernantes que rindan cuentas. Es posible que as¨ª suceda. Pero tambi¨¦n es posible, advierten los conocedores de la psique israel¨ª, que el rechazo exterior propicie un repliegue colectivo. Que se alimenten los sentimientos victimistas y se refuerce la sensaci¨®n de incomprensi¨®n mundial; que la trinchera crezca.
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