?Una reforma del XIX para el XXI?
Divide et impera. Este aforismo suele traducirse por divide y vencer¨¢s, aunque siguiendo su significado estricto parece poco adecuado, pues vencer, podemos pensar en un partido de f¨²tbol o en un concurso de cualquier tipo, es acabar por delante de un rival en un plazo de tiempo determinado previamente. Ya lo dijo Unamuno en el 36, vencer no es convencer: para vencer basta la fuerza coactiva, pero para convencer hace falta tener de nuestro lado a la raz¨®n.
Sin embargo, bien hubi¨¦ramos podido mantener una traducci¨®n m¨¢s fiel al significado original de la frase, y decir, divide e imperar¨¢s, puesto que imperar se muestra m¨¢s cerca del dominio que se ejerce sin plazos temporales, el imperio impone y el imperado acepta, con mayor o menor alegr¨ªa, las disposiciones que emanan del poder.
Los mercados presionan para que, en el medio plazo, se acabe el Estado del bienestar
Digo esto porque en esta crisis econ¨®mica se ha observado una clara l¨ªnea estrat¨¦gica, seguida por la que los antiguamente llamados poderes f¨¢cticos, hoy mercados, en ir dividiendo al personal entre los que mandan y quienes obedecen para, finalmente, imperar en el sentido m¨¢s tir¨¢nico del t¨¦rmino. Porque, a los libros de historia me remito, hubo imperadores m¨¢s dados a la negociaci¨®n y el justo medio, que otros, m¨¢s interesados en hacer lo que a ellos les plac¨ªa sin miramientos.
As¨ª, en la g¨¦nesis de esta crisis hubo una primera divisi¨®n, entre quienes ten¨ªamos nula responsabilidad en su gestaci¨®n, los trabajadores y trabajadoras, y quienes, desde sus lugares de decisi¨®n nos fueron metiendo en la espiral de la especulaci¨®n, el pr¨¦stamo sin posibilidades de reposici¨®n y otras alegr¨ªas que el capital pagaba a buen sueldo. En un momento, hace ya tanto que parece olvidado, entonaron un l¨¢nguido mea culpa, eso s¨ª para acto seguido pedir ayudas a los poderes p¨²blicos con la intenci¨®n de que el sistema no se fuera al garete por sus propias malas pr¨¢cticas y, por supuesto, para seguir mandando.
Porque, espero que nadie lo intente esconder, esta crisis econ¨®mica tiene m¨¢s que ver con los desmanes del gran capital que con el gasto social, pero resulta que, por obra de la prestidigitaci¨®n medi¨¢tica, el gran capital ha logrado sustraer la atenci¨®n de s¨ª mismo y atraer el foco hacia la indemnizaci¨®n por despido, las pensiones, la protecci¨®n social, los salarios o el sistema p¨²blico. Gracias a los tiempos que vivimos, por lo menos, nadie ha pedido el sacrificio de j¨®venes ante el dios mercado para aplacar su ira.
Pero parece que el nuevo dios, como el antiguo, nunca tiene suficiente, y los mercados presionan para que, en el medio plazo, se acabe eso de tener un Estado del bienestar, eso de ceder ingresos de una parte del sistema hacia las personas, de modo que se mantenga la cohesi¨®n social y los nacidos puedan vivir con dignidad. Porque, y aqu¨ª radica el problema de los problemas, parece que para el sistema hay de todo, sacrificios y salmos, y para las personas no hay nada de nada.
Luego, han llegado los ataques a quienes hemos intentado frenar la deriva pol¨ªtica que acepta esa l¨®gica interna por la que la econom¨ªa es una ciencia de n¨²meros, que obliga a tomar decisiones mec¨¢nicas, fuera del alcance e incluso del entendimiento de cualquier persona. Las cosas son porque son y ya est¨¢, vienen a decirnos, lo contrario es vivir en los mundos de novela, lo contrario es cosa de sindicalistas trasnochados y rom¨¢nticos impenitentes del siglo XIX. Y digo yo, ?no era igual o m¨¢s rom¨¢ntico pensar que el mercado se regula solo?
Hay que decirlo, hay que explicarlo, la crisis tiene una correlaci¨®n clara. Un sistema financiero y empresarial que, en gran medida, se desinteresa de las inversiones productivas y la econom¨ªa y convierte el beneficio en la ¨²nica meta, haciendo desaparecer la vertiente social de la econom¨ªa. Y lo que no era de esperar un Gobierno, unos gobiernos, que les siguen el juego y ante ello hemos de plantarnos.
Yo, modestamente, entiendo que esto solamente se puede realizar desde la unidad del movimiento sindical, y especialmente con la Uni¨®n General de los Trabajadores y de las trabajadoras, precisamente para desbaratar esa l¨ªnea estrat¨¦gica que intenta dividirnos para vencernos, o por mejor decir para imperar sobre la clase trabajadora. Por ello, es preciso que la respuesta sea proporcionada, que todos y todas seamos capaces de enviar un mensaje de claridad: primero las personas, despu¨¦s los mercados. Y el 29 de septiembre tenemos una oportunidad de hacerlo con una huelga general en la que nos jugamos mucho, usted y yo, pero tambi¨¦n quienes quieren imponer las leyes del mercado como si fueran unos evangelios de nuevo testamento.
Conrado Hern¨¢ndez Mas es secretario general de la UGT-PV.
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