"Mi hermano jug¨® en M¨¦xico 86"
Mi primer recuerdo de un Mundial deber¨ªa ser el de Suiza de 1954 (yo ten¨ªa cuatro a?os), pero he decidido que no lo sea: all¨ª el equipo de oro de Hungr¨ªa -despu¨¦s de ganar los Juegos Ol¨ªmpicos de Helsinki dos a?os antes y de derrotar a Inglaterra en Wembley- cay¨® en la final ante Alemania. Se ha repetido muchas veces: el f¨²tbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre gana Alemania.
En aquel equipo m¨ªtico jugaba Puskas, que era amigo de mi madre, la verdadera futbolera de la casa. Lo era tanto que cuando empec¨¦ a jugar como extremo izquierdo (era bueno), ella me repet¨ªa todos los t¨®picos de los entrenadores: se puede jugar mal, pero no como un tonto; fuera del campo no tienes que ser siempre fuerte, no ser¨ªa normal, pero en el campo la debilidad no vale; se puede jugar mal, pero no se puede no querer ganar; hay que salir al campo a morir; para empujar eres mediocre, o sea, que no te bases en eso, s¨¦ fuerte, no empuj¨®n...
Con el tiempo me hice escritor, pero mi hermano M¨¢rton, del que mi madre no se hab¨ªa ocupado como entrenadora, termin¨® jugando con la selecci¨®n h¨²ngara el Mundial de M¨¦xico 86. Ese es el recuerdo que elijo: mi hermano marcando un gol a Canad¨¢. Hungr¨ªa gan¨® ese partido pero perdi¨® contra la Francia de Platini, Amoros y Luis Fern¨¢ndez. Tambi¨¦n con la URSS (todav¨ªa exist¨ªa la URSS). Mi madre no vivi¨® para verlo. Le habr¨ªa gustado, porque cuando M¨¢rton empez¨® a triunfar se compr¨® un cuaderno en el que apuntaba los resultados de sus partidos y pegaba los recortes con las noticias en las que sal¨ªa. Ahora que lo pienso, nunca hizo lo mismo con las rese?as de mis libros. Eso s¨ª, otro de mis hermanos lo tuvo peor: se hizo ¨¢rbitro.
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