La traves¨ªa de la masculinidad
El modelo de hombr¨ªa ha evolucionado pero persisten actitudes 'micromachistas' y algunos n¨²cleos se resisten a la igualdad - El mayor avance es la implicaci¨®n en la crianza de los hijos
"Nadie se define ya como machista", dice Luis Bonino, psiquiatra y psicoterapeuta especializado en varones y relaciones de g¨¦nero. "Pero queda mucho machismo encubierto", a?ade. "Ha habido cambios, pero en aspectos superficiales", precisa. No le gusta recurrir al t¨®pico de la masculinidad. "Es una especie de esencia masculina donde se mete cualquier cosa. Prefiero hablar de un modelo masculino que se adapta a las condiciones hist¨®ricas que le toca vivir", desmitifica. En las ¨²ltimas d¨¦cadas en Espa?a se ha pasado de un machismo en bruto a una igualdad legal en la que perviven pr¨¢cticas del viejo modelo. Es lo que Bonino denomina micromachismos. "La imagen masculina ha cambiado, sobre todo en el aspecto f¨ªsico. Y adem¨¢s, los padres se involucran m¨¢s en el cuidado de los hijos. "Pero en el ocio y lo l¨²dico. La parte seria y dura queda para la madre", advierte.
Los malos tratos est¨¢n relacionados con la existencia de valores antiguos
"La violencia es la punta del iceberg de la desigualdad", se?ala Luis Bonino
El nuevo hombre pierde dominio y gana en libertad y en vida personal
"?l cambia inducido por la mujer. Se adapta", asegura Fern¨¢ndez Nevado
Brad Pitt, Bisbal o Antonio Banderas son la imagen del nuevo icono
Ser hombre tiene todav¨ªa ventajas, ellos tienen m¨¢s tiempo libre
Bonino lleva a?os reflexionado sobre el comportamiento masculino. Es cr¨ªtico porque ¨¦l es hombre y sabe de lo que habla. Como lo sabe Mariano Nieto, un madrile?o de 52 a?os, funcionario del Ministerio de Industria y padre de tres hijos, que pertenece a Stopmachismo, Hombres contra la Desigualdad de G¨¦nero . No es un movimiento como tal. Solo un peque?o grupo que se re¨²ne una vez al mes para combatir desde su propio terreno la desigualdad. "Todos somos machistas. Tenemos bastantes privilegios por ser hombres y pensamos que ya que somos parte del problema, somos tambi¨¦n parte de la soluci¨®n", afirma.
"Estar a favor de la igualdad no basta", opina Nieto. "En ocasiones la idea de la igualdad se pervierte o se utiliza en beneficio propio. Por ejemplo, al defender la custodia compartida de los hijos tras el divorcio, y no por mutuo acuerdo, sino por decisi¨®n del juez, se esgrimen razones de igualdad, pero hay hombres que no cuidaban a sus hijos mientras estaban casados y se acuerdan de ellos al separarse", denuncia.
En alg¨²n momento de su vida, los hombres de Stopmachismo se encontraron con una pareja, con amigas o compa?eras de trabajo que les hicieron ver las desigualdades e injusticias que sufren a¨²n las mujeres solo por serlo. "La violencia de g¨¦nero es solo la punta del iceberg de la desigualdad. Si los hombres no se sintieran con poder para hacerlo, no llegar¨ªan al maltrato", se?ala. Bonino admite que los espa?oles tienen cada vez una mayor conciencia de igualdad, pero la mayor¨ªa ve a¨²n a la mujer como alguien que nutre al hombre. "Me enriquece", dicen. "No hay reciprocidad", explica.
"Lo que ha cambiado es lo social, no la biolog¨ªa, y eso ha puesto en solfa muchos mitos", afirma Mar¨ªa ?ngeles Dur¨¢n, catedr¨¢tica e investigadora del CSIC. "Las mujeres perciben estas transformaciones como un cambio a mejor, mientras que algunos hombres se resienten porque han perdido dominio y exclusividad. Pero han ganado en libertad y en reconocer que la vida personal es importante", prosigue. Unos cambios que a¨²n no han terminado.
Dur¨¢n hace ver que la maternidad, a¨²n siendo una dedicaci¨®n permanente, cada vez ocupa menos tiempo en la vida de la mujer como actividad puramente fisiol¨®gica. "Teniendo en cuenta que hay 1,4 hijos por mujer, y a tenor de nueve meses, representa un 3% de su vida", se?ala. La masculinidad ha iniciado tambi¨¦n su propia traves¨ªa. Tras a?os de fomentar una imagen de poder, "ahora son sucesivamente fuertes y d¨¦biles, solidarios y agresivos... Se les reconoce su individualidad", contin¨²a Dur¨¢n. Los hijos son otra de sus conquistas. "Es una relaci¨®n que se hace cada vez m¨¢s profunda. Conocen y tratan a sus hijos como nunca lo han hecho. Se han engrandecido. La hombr¨ªa no era solo la agresividad, sino tambi¨¦n los afectos y la solidaridad", concluye.
Hubo un tiempo en que el hombre era ante todo eso, g¨¦nero. La masculinidad, y no siempre la individualidad, los defin¨ªa. Cortados todos por el mismo patr¨®n, atrapados o felices dentro de su papel dominante, destinados a hacerse en alg¨²n momento de su vida el nudo de la corbata. Entereza, valor, hombr¨ªa. Hubo un tiempo en que estas eran palabras intercambiables. Y lo siguen siendo en algunas de sus acepciones. Aunque tambi¨¦n se asociaba con la fuerza, la agresividad, o el ejercicio de la guerra. Un conjunto de t¨®picos que hace tiempo que se tambalearon. "El hombre cambia inducido por la mujer: lo que hace es adaptarse", afirma la soci¨®loga Myriam Fern¨¢ndez Nevado. "La clave ahora es la participaci¨®n: hay una interrelaci¨®n personal y social entre hombres y mujeres m¨¢s participativa. No es tanto un cambio de papel o de modelo como de funciones".
?Qu¨¦ queda entonces de la hombr¨ªa? "En el fondo queda demasiado. Como concepto ha quedado trasnochado. Pero los malos tratos est¨¢n muy relacionados con la pervivencia de esos supuestos valores", asegura Mercedes Fern¨¢ndez-Martorell, profesora de Antropolog¨ªa Social y Cultural de la Universidad de Barcelona. "Aunque muchos hombres est¨¢n modificando sus tradicionales conductas, en la transmisi¨®n de valores a los hijos se reproducen los antiguos esquemas. Dentro de las familias no se percibe tanta evoluci¨®n. Es dif¨ªcil encontrar padres y madres que vivan una total complicidad, que sean responsables de todo en casa y lo compartan todo", contin¨²a. "Entre los j¨®venes las ideas son m¨¢s igualitarias, pero solo las ideas...", agrega.
"La hombr¨ªa se ha ido redefiniendo porque no es posible que cambie lo femenino y que no lo haga lo masculino. En el pasado el hombre era el proveedor ¨²nico. Se le obligaba a aparentar que pod¨ªa con todo. Ahora ha perdido su car¨¢cter dominante por razones demogr¨¢ficas, de esperanza de vida. Ya no puede ser as¨ª", argumenta Dur¨¢n. "A la hombr¨ªa se vinculaban cualidades consideradas masculinas, como el buen ¨¢nimo, la serenidad y la inteligencia, algo que ya no se sostiene desde que las mujeres han llegado a la Universidad y al mundo profesional. La educaci¨®n ha cambiado las cosas. Muchos de estos valores considerados masculinos lo eran porque las mujeres no ten¨ªan ocasi¨®n de ejercitarlos. Cuando han tenido posibilidad de hacerlo los han incorporado", precisa.
"Los cambios de modelo se est¨¢n dando sobre todo en las clases medias y altas. Entre adolescentes hay mucha diversidad. Depende de los valores educativos que sigan. A¨²n se conservan valores populares ligados a la masculinidad", recuerda. "Hay menos machismo en su conjunto, pero se da cierta polaridad y el residual es recalcitrante. A muchos hombres les cuesta la igualdad: o estamos por arriba o estamos por debajo, parecen decir", sigue Bonino.
"Naturalmente, hay resistencias. Dentro de la sociedad hay n¨²cleos anclados en el pasado, con una especie de liturgia propia y unos patrones de conducta m¨¢s r¨ªgidos, y entonces el cambio es m¨¢s costoso", asegura Fern¨¢ndez Nevado. "Porque no solo cambia el comportamiento, sino la mentalidad. Pero cambiar no es errar sino buscar nuevas actitudes", agrega.
El machismo es tambi¨¦n una losa para algunos. Ser hombre, sin embargo, tiene todav¨ªa muchas ventajas. "Por ejemplo, los hombres tienen m¨¢s tiempo libre. Y sin embargo, algunos se muestran cabreados si ellas ascienden. Y culpan de sus males al feminismo", explica Bonino. "Sin embargo", a?ade, "los hombres, cuando les pisan sus derechos o perciben que son v¨ªctimas chillan, no se quedan con los brazos cruzados, y surgen grupos contraigualitarios". En definitiva, "hay hombres que van a mejor. Pero otros van a peor", sintetiza.
Brad Pitt, Patrick Dempsey, David Bisbal o Antonio Banderas, tan diferentes entre s¨ª, representan al nuevo icono masculino. Siempre con sus ni?os en sus ratos de ocio unos, sin temor a emocionarse en p¨²blico otros o de apoyar a su pareja en los malos momentos. Para muchas mujeres lo marcadamente varonil s¨®lo interesa como imagen (y como identidad sexual), pero sin alardes de dominio. Ninguna exhibici¨®n de testosterona seduce a estas alturas. "Con todo, no todos los que est¨¢n a favor de la igualdad lo hacen por las mismas razones: unos quieren corregir esa injusticia. Otros piensan que ir juntos hombres y mujeres tambi¨¦n les beneficia", termina Bonino.
Aunque minoritarios, hay grupos de hombres contra la desigualdad en el Pa¨ªs Vasco, Madrid, Andaluc¨ªa... Con frecuencia realizan talleres para analizar su obsesi¨®n por el poder. "Hace poco organizamos unos talleres para movimientos sociales y vimos que hasta entre los okupas pervive el machismo", recuerda Nieto. "Salvando las distancias, algunos nos reunimos por lo mismo que los alcoh¨®licos an¨®nimos: recordamos que seguimos siendo machistas, aunque intentamos dejar de serlo", argumenta. Con raz¨®n su madre suele decirle a su nuera, es decir, a la mujer de Nieto: "Pero ?te das cuenta de la maravilla de hombre que tienes...?". Hay tan pocos as¨ª...
Maternidad, factor de desigualdad
De t¨² a t¨², mir¨¢ndose en el espejo de sus relaciones personales, el hombre asume el cambio. De puertas para fuera, en el campo social, su reino permanece pr¨¢cticamente intacto. El mercado del trabajo empieza a ser un espacio compartido, pero median abismos entre hombres y mujeres. Lo propio del hombre activo es el trabajo remunerado, mientras que su dedicaci¨®n al hogar roza el voluntarismo o la an¨¦cdota. Sin eufemismos: el espa?ol adulto dedica el 46,1% de su tiempo al trabajo remunerado y un exiguo 4,8% al hogar y la familia. Por el contrario, la mujer se divide: el 40% lo destina a tareas profesionales y el 24,4% a la familia y la casa.
Traducido a la vida diaria significa que las mujeres trabajan m¨¢s que los hombres: ellas emplean una media de 62,4 horas a la semana en su doble actividad, mientras que ellos destinan 48,7 de horas semanales al trabajo, como han estudiado la profesora Mar¨ªa Teresa L¨®pez y su equipo para la Fundaci¨®n Acci¨®n Familiar. En la UE la tendencia es la misma pero la desproporci¨®n es menor: ellas trabajan 63,6 horas semanales y ellos 53,3. La conclusi¨®n es clara: las espa?olas soportan un 28,1% de trabajo adicional respecto a los hombres. La brecha se acent¨²a entre hombres y mujeres casados y con hijos. A ellos los hijos les empujan al mercado laboral. A m¨¢s hijos, mayor tasa de empleo. Las mujeres experimentan el fen¨®meno opuesto: a m¨¢s hijos mayor abandono profesional y aumento del trabajo gratuito.
?D¨®nde huyeron los talentos, la preparaci¨®n, las ganas de formar parte del engranaje laboral de esas profesionales que deciden tener uno o m¨¢s hijos? Probablemente al limbo de los prejuicios sexistas de los empleadores y de la anquilosada organizaci¨®n laboral. "La maternidad es un factor estrechamente unido a la desigualdad", concluye L¨®pez.
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