El mayordomo infiel
Las conversaciones registradas furtivamente en la casa de la mujer m¨¢s rica de Francia, enfrentada a su hija por la herencia, salpican al ministro de Trabajo y al Gobierno de Sarkozy
El mayordomo Pascal entraba en uno de los aposentos de la casa de la mujer m¨¢s rica de Francia, due?a de una fortuna de 16.000 millones de euros, colocaba la bandeja de t¨¦ y los bombones, y justo antes de que llegara la se?ora y su visita, conectaba la peque?a grabadora escondida en una mesa pr¨®xima, envuelta en una tela para que nadie la viera:
-Patrice, ?cu¨¢nto le he dejado a Banier?
-Legatario universal, madame Bettencourt.
-Es decir...
-Todo.
-?Ah, no...!
Otro d¨ªa, Pascal, como siempre, se anticipaba con el caf¨¦ y las pastas, y antes de que la anciana madame Bettencourt se sentara junto a Patrice de Maistre a hablar de su inacabable fortuna, sacaba la grabadora de la chaqueta y la colocaba donde siempre, encima de la mesa, envuelta en la tela negra de siempre. La conectaba y se iba antes de que los otros comenzaran a hablar:
Durante m¨¢s de diez meses Pascal B. grab¨® las conversaciones privadas (e ¨ªntimas) de la heredera del imperio L'Or¨¦al
En las conversaciones con sus asesores y amigos salen a relucir pol¨ªticos, ministros y hasta el presidente de la Rep¨²blica
-Si usted quisiera hacerme un regalo, madame Bettencourt, tendr¨ªa que ser en una cuenta de Suiza, no aqu¨ª. As¨ª podr¨ªa comprarme el barco de mis sue?os... (...)
-?Usted sabe cu¨¢nto tengo all¨ª?
-Creo que unos 60 u 80 millones.
-?Y tiene que ser ya, Patrice?
-Me har¨ªa muy feliz, aunque vivir¨ªa sin eso, ja, ja, ja...
Las reuniones siempre se celebraban en el viejo despacho del se?or Bettencourt, fallecido hace a?os, de cuya limpieza y mantenimiento se encargaba siempre su ex mayordomo personal, Pascal, el que se ocup¨® de ¨¦l hasta su muerte. Por eso nadie not¨® jam¨¢s que el peque?o bulto envuelto en la tela negra encima de la mesa a veces estaba y a veces no.
-?Y yo le regal¨¦ una isla a Fran?ois-Marie Banier?
-Bueno, s¨ª, madame Bettencourt, pero el problema no es ese; el problema es que ¨¦l, al menos, deber¨ªa ocuparse de mantenerla.
Durante m¨¢s de diez meses, Pascal B., de 47 a?os, distinguido mayordomo de lujo de la familia Bettencourt desde 1998, con un sueldo de 7.000 euros al mes (antes trabaj¨® en el palacio amurallado del Aga Khan en Chantilly), grab¨® las conversaciones privadas (y a veces ¨ªntimas) que Liliane Bettencourt, de 87 a?os, heredera ¨²nica del imperio L'Or¨¦al, mantuvo, entre otros, con el gestor de su inacabable fortuna (Patrice de Maistre), con su notario o con su mejor amigo, el fot¨®grafo (Fran?ois-Marie Banier), declarado heredero universal y objeto de regalos por parte de la anciana por valor de 1.000 millones de euros.
En medio del ruidito de las cucharillas batiendo contra las tazas de porcelana, en las grabaciones se distinguen las voces de los interlocutores, que, forzados por la sordera de la millonaria, se ven obligados a repetir todo varias veces. Incluso hay una ocasi¨®n en que madame Bettencourt se queda dormida y se escuchan sus ronquidos. En otras, simplemente, De Maistre informa a la anciana de que va a tener que moverse para arreglar sus cuentas suizas:
-Tenemos que arreglarlo antes de Navidad, se?ora Bettencourt. A partir de enero, (...) Francia puede pedir a los suizos que digan si usted tiene o no una cuenta all¨ª. Me estoy ocupando de trasladarla a Singapur. En Singapur no pueden hacer nada.
Pascal grab¨® furtivamente, desde mayo de 2009 hasta mayo de 2010, en un ambiente resbaladizo: en 2008, dos semanas despu¨¦s del entierro de su padre, la hija ¨²nica del matrimonio, Fran?oise Bettencourt Meyers, denunci¨® ante los tribunales al amigo de su madre, Fran?ois-Marie Banier, por "abuso de debilidad", acus¨¢ndole de aprovecharse de la senilidad de la anciana para hacerse regalar cheques multimillonarios, cuadros de Picasso, Dal¨ª o Matisse, o islas enteras. Banier, con 26 a?os menos que Liliane, conocido en la sociedad mundana de Par¨ªs desde los a?os sesenta, es (o ha sido) fot¨®grafo, escritor, pintor e inventor de nombres de perfumes (Poison, de Dior, se le ocurri¨® a ¨¦l). Tambi¨¦n es (y ha sido siempre) un inteligent¨ªsimo vividor, amigo de arrimarse siempre a los que m¨¢s tienen, de infancia desgraciada con padre violento y madre desapegada, y juventud gloriosa al lado de Dal¨ª y Horowitz, entre otros. Un tipo bell¨ªsimo a los 25 a?os ("era bello como Rimbaud y ahora soy un viejo molusco", dijo de s¨ª mismo) que utiliz¨® su primera (y exitosa) novela, Las segundas residencias, para ajustar cuentas con su familia y declarar su condici¨®n de homosexual. Algunos le consideran un ejemplo muy parisiense de artista anticonvenciones; otros, el caradura con m¨¢s punter¨ªa de Saint-Germain-des-Pr¨¦s. Hace unos meses, ¨¦l se defini¨® en la radio: "Soy un tipo cualquiera".
La familia m¨¢s rica de Francia se descompuso con la denuncia: la madre (bella en su tiempo, algo mundana siempre, seductora, amiga de viajar en jet privado con Fran?ois-Marie a Marraquech, Breta?a o a la dichosa isla...), dej¨® de hablar a la hija (nunca tan guapa, muy religiosa, muy culta, autora de libros sobre la Biblia y sobre mitolog¨ªa griega, amante de las misas en lat¨ªn y de cierta austeridad un poco a contracorriente de su propia vida de multimillonaria).
"?Qu¨¦ mosca le ha picado a mi hija?, ya no la veo, ni siquiera tengo ganas de verla. Para m¨ª se ha convertido en algo inerte", contestaba la madre en una entrevista al Journal du Dimanche hace m¨¢s de un a?o. "Me piden mucho, y unas veces digo s¨ª y otras no", a?ad¨ªa hace una semana en Le Monde. "Ya es hora de que la justicia aparte de un vez a Banier y su banda de mi madre, que es la v¨ªctima. A m¨ª me corresponde como ¨²nica hija protegerla", responde la hija en otra entrevista que sale hoy en Le Figaro-Magazine, en la que recuerda que ella, como descendiente, controla ya las acciones de L'Or¨¦al, que constituyen el 80% de la fortuna de su madre. El resto, el 20%, m¨¢s de 3.000 millones, se decidir¨¢ en el testamento tantas veces aludido en las conversaciones grabadas robadas por Pascal.
-[Por el juicio que se avecina] ?l, Francois-Marie, prefiere no aparecer, madame Bettencourt.
-?Que ¨¦l prefiere qu¨¦, se?or Normand? [notario de la anciana].
-No aparecer.
-?C¨®mo qu¨¦?
-Como heredero.
-?C¨®mo duradero?
-No, como heredero, ya sabe, aquel papel que firmamos.
Estas dos mujeres tan opuestas viven a¨²n en palacetes contiguos en Neully, las afueras ricas de Par¨ªs, pero solo los nietos cruzan la barrera. La denuncia se hizo p¨²blica y la discreci¨®n que rode¨® siempre a los riqu¨ªsimos pero (siempre considerados) mesurados Bettencourt salt¨® por los aires. Hay quien describe -entre ellos se cuenta la hija- a Liliane como una anciana senil, tan millonaria como desamparada, rodeada de riqueza y falsos amigos revoloteando en torno de su fortuna; otros (entre ellos, la anciana misma), como una se?ora mayor decidida hasta el final a vivir a su aire.
Mientras, el mayordomo Pascal grababa movido, seg¨²n su abogado, Antonie Gillot, por un af¨¢n de supervivencia, de guardarse las espaldas (algunos empleados, tras declarar a los especialistas de la polic¨ªa que investigaban la denuncia de la hija, hab¨ªan sido despedidos), y tambi¨¦n por cierto amor y afecto a la familia, sobre todo al difunto se?or Bettencourt. El abogado de la anciana, Georges Kiejman, niega las ang¨¦licas intenciones de Pascal, que encara tambi¨¦n una denuncia por violaci¨®n de la intimidad, y sostiene que detr¨¢s de todo el embrollo se oculta la larga y poderosa mano del abogado de la hija, el penalista m¨¢s conocido de Francia, Olivier Metzner, que ya defendi¨® a Dominique de Villepin en el caso Clearstream y que defiende ahora a J¨¦r?me Kerviel, el broker famoso por perder en una semana m¨¢s de 5.000 millones de euros del banco en el que trabajaba, la Soci¨¦t¨¦ G¨¦n¨¦rale. "Metzner es el cerebro de todo este complot", sostiene el abogado de la millonaria. No solo ¨¦l lo piensa. La semana pasada, Patrice de Maistre, el gestor de la fortuna de la millonaria, amante de la caza, los barcos de vela y el golf, en un descanso de la actuaci¨®n del ballet Barychnikov en el teatro de Ch?telet de Par¨ªs, se abalanz¨® contra el conocido penalista, rojo de ira: "Lo que usted hace es innoble".
Sea como fuere, empujado por quien fuera, por propia iniciativa o no, Pascal grab¨® casi 25 horas de conversaciones, repartidas en una treintena de charlas. Y de rebote, seguramente sin pretenderlo, sus grabaciones se han convertido, al hacerse p¨²blicas por el peri¨®dico digital Mediapart y el semanario Le Point, no solo en un venenoso asunto de familia, sino en una explosiva cuesti¨®n de Estado. Porque en las conversaciones de la mujer m¨¢s rica de Francia con sus asesores y amigos, entre bombones y pastas y sorbitos de vino dulce, han salido a relucir pol¨ªticos, ministros y hasta el mism¨ªsimo presidente de la Rep¨²blica.
Un d¨ªa, por ejemplo, el gestor de Maistre aconsejaba a la millonaria firmar unos cheques en plena campa?a para las elecciones regionales.
-Val¨¦rie P¨¦cresse, madame Bettencourt, es la ministra de Investigaci¨®n. Ella hace campa?a para ser presidenta de Par¨ªs. Va a perder, pero usted debe apoyarla. Son cantidades peque?as. Tenemos que demostrar que los apoyamos. Este segundo es para el ministro del Presupuesto, y el tercero, para Nicolas Sarkozy.
Pascal Wilhem, abogado de Maistre, especificaba hace d¨ªas en el Journal du Dimanche que las cantidades de estos cheques ascend¨ªan a 7.500 euros cada uno, que constitu¨ªan "donaciones a la UMP" perfectamente ajustadas a la ley francesa de financiaci¨®n de partidos pol¨ªticos.
Pero las grabaciones no escond¨ªan solo eso. La verdadera bomba de relojer¨ªa se ocultaba en la conversaci¨®n de otra tarde en la que De Maistre le coment¨® algo enfadado a la anciana:
-Me equivoqu¨¦ cuando contrat¨¦ a Florence. Confieso que cuando lo hice, su marido era ministro de Presupuesto y me pidi¨® que lo hiciera, y bueno, ahora, con el juicio y eso...
Unos meses m¨¢s tarde, el gestor de la inacabable fortuna de Liliane Bettencourt volv¨ªa a mencionar al por entonces ministro de Presupuesto:
-He hecho venir al ministro Eric Woerth, madame Bettencourt.
-?Y qui¨¦n es ese?
-Bueno, es el marido de madame Woerth, la que trabaja para usted, una de mis colaboradoras, esa no muy alta... ?l es muy simp¨¢tico y, como ministro de Presupuesto, se ocupa de sus impuestos, lo que no es ninguna tonter¨ªa. Muy simp¨¢tico, un amigo.
Eric Woerth, pues, no era un ministro cualquiera en un ¨¢rea cualquiera. Al frente del Ministerio de Presupuesto, se encargaba por esas fechas de comandar una campa?a antifraude, precisamente, contra las cuentas bancarias emplazadas en Suiza. En la UMP, el partido de Nicolas Sarkozy, se encargaba adem¨¢s de la tesorer¨ªa. Adem¨¢s, promocionado desde marzo como ministro de Trabajo, ha sido comisionado por Sarkozy para encauzar la reforma de las pensiones, que prev¨¦ el retraso de la jubilaci¨®n en Francia. Es decir, la medida m¨¢s importante (y m¨¢s contestada en la calle) del Gobierno franc¨¦s en estos momentos. Concienzudo, tenaz, discreto (hasta ahora), Woerth parec¨ªa conducir tan bien el asunto que en algunos c¨ªrculos ya se le se?alaba como futuro primer ministro.
As¨ª que la revelaci¨®n de que su mujer trabajaba como economista asesorando a la mujer m¨¢s rica de Francia, con cuentas oscuras en Suiza (o en Singapur), y que lo hac¨ªa, precisamente, cuando ¨¦l era el ministro encargado de perseguir el fraude fiscal, le ha explotado a Woerth en la cara en el momento m¨¢s delicado de su carrera.
Florence Woerth se apresur¨® a aclarar que ella desconoc¨ªa los manejos financieros de su jefa en el extranjero, pero acab¨® dimitiendo el martes pasado para no salpicar (a¨²n m¨¢s) a su marido. Por su parte, el ministro de Trabajo ha anunciado que se querellar¨¢ contra los que le han acusado de hacer la vista gorda sobre los desv¨ªos fiscales de Bettencourt, sigue comandando la reforma de las pensiones, recibi¨® el apoyo de Sarkozy en el ¨²ltimo Consejo de Ministros, pero su trayectoria pol¨ªtica parece ya lastrada para siempre: muchos dudan ya de que sea jam¨¢s primer ministro.
La anciana ha asegurado que trasladar¨¢ a Francia sus cuentas suizas. Pero el follet¨ªn Bettencourt continuar¨¢ debido a que hay minutos de la grabadora de Pascal no transcritos a¨²n y a que el uno de julio comenzar¨¢ el juicio que aclarar¨¢ si Banier, el dandi sesent¨®n hipermillonario y seductor, se aprovech¨® de Liliane o no. As¨ª, ser¨¢ el juez quien interceder¨¢ entre dos hijas ¨²nicas unidas por miles de millones de euros y un imperio industrial casi infinito, separadas por dos caracteres opuestos, que viven casi en el mismo palacio, que se han querido mucho, pero que, como en tantas familias, ya no se hablan por cosas de herencias.
En el fondo, como escribi¨® sin mucha iron¨ªa hace d¨ªas en Le Monde el psiquiatra J¨¦r?me Pellerin, "los Bettencourt son gente muy com¨²n".
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