La pena de B¨¦lgica

El t¨ªtulo de la famosa novela de Hugo Claus (La pena de B¨¦lgica) es el que mejor se adapta para comentar lo que se ha podido leer en la prensa extranjera sobre las elecciones en B¨¦lgica. M¨¢s que nunca, existe la convicci¨®n de que Europa necesita con urgencia una ense?anza de historia europea, m¨¢s que nacional. Solo en algunos peri¨®dicos alemanes se pod¨ªan encontrar comentarios bien fundados sobre la situaci¨®n belga. El editorial aparecido en Le Monde dos d¨ªas despu¨¦s de las elecciones rozaba la caricatura, tanto en su an¨¢lisis como en su intenci¨®n tendenciosa sobre Bart de Wever, presidente del partido ganador, el N-VA. Uno cre¨ªa haber regresado de nuevo a 1830, a?o de la independencia de B¨¦lgica y fecha en la que uno de los fundadores del pa¨ªs formul¨® aquella frase hist¨®rica: "B¨¦lgica ser¨¢ francesa o no ser¨¢".

El partido socialista se convierte en el m¨¢s fuerte de B¨¦lgica, mientras que el fascista Vlaams Belang est¨¢ en ca¨ªda libre Los flamencos se inclinan globalmente por la monarqu¨ªa parlamentaria y solo el 9% son separatistas

Compositores, escritores, y pintores flamencos devolvieron al pueblo la conciencia de su lengua y su cultura

Valones y flamencos pueden proyectar la Europa del futuro, instalando buenas reglas de convivencia

Al contrario de lo que estos an¨¢lisis plantean, despu¨¦s de las elecciones, B¨¦lgica se encuentra hoy mejor que antes. Para empezar, porque las comunidades se han pronunciado de un modo bien definido dando la victoria a los socialistas en el Sur y al centro-derecha en el Norte. Este voto permitir¨¢ la formaci¨®n de una nueva coalici¨®n de mayor¨ªa simple con mayor facilidad. Los juicios sobre el voto de centro-derecha en Flandes deben ser corregidos por la constataci¨®n de que all¨ª tanto los socialistas como los verdes mantienen sus posiciones, el partido socialista se convierte en el partido m¨¢s fuerte de B¨¦lgica, mientras que los democristianos y los liberales pierden muchas plazas y el partido fascista y xen¨®fobo Vlaams Belang se encuentra en ca¨ªda libre.

Otro gran error que se desprende de numerosos comentarios extranjeros es el de pretender que el N-VA es un partido de extrema derecha. Este partido es expl¨ªcitamente de centro-derecha, y no est¨¢ m¨¢s a la derecha que la UMP de Sarkozy o la CSU de Alemania. Lo m¨¢s destacable es que Bart de Wever es un enemigo ac¨¦rrimo de Vlaams Belang, partido cuya ideolog¨ªa considera nefasta para la causa flamenca. En esta atm¨®sfera de claro plebiscito es muy comprensible que Elio di Rupo, presidente de los socialistas valones, y Bart de Wever hayan tendido la mano a la otra comunidad, sabiendo que, al hacer evolucionar a la estructura institucional de B¨¦lgica, se responde de forma positiva a la expectativa manifestada por los votos. Es el momento tambi¨¦n de decir que solo el 9% de los flamencos son separatistas y que globalmente se inclinan por la monarqu¨ªa parlamentaria. A menudo se olvida que despu¨¦s de la Segunda Guerra Mundial fueron sobre todo los valones los que votaron por la destituci¨®n del rey Leopoldo III, contrariamente a los flamencos, que hicieron un alegato para que se mantuviera.

No cabe comprender la situaci¨®n m¨¢s que en un contexto hist¨®rico de m¨¢s de mil a?os. Tras el reinado de Carlomagno, las provincias flamencas del sur del Escalda se convirtieron en vasallas del rey de Francia, m¨¢s poderosas que ¨¦l gracias a la riqueza de las ciudades flamencas y con una corte de los condes de Flandes donde el trovador Chr¨¦tien de Troyes escribi¨® su Perceval en las postrimer¨ªas del siglo XII. Esta pujanza econ¨®mica y cultural flamenca fue la que puso en el siglo XIV a las ciudades flamencas contra el rey de Francia, oposici¨®n que encarna la victoria de los flamencos en la batalla de las Espuelas de Oro, el 11 de julio de 1312, que marca el ¨¦xito de la infanter¨ªa de las ciudades flamencas sobre la caballer¨ªa francesa y fecha que se convertir¨¢ en fiesta nacional de Flandes. M¨¢s tarde, integrados en el ducado de Borgo?a, estos instalaron sus fastuosas cortes en la Dijon borgo?ona y en la Gante flamenca, donde crearon la Orden del Tois¨®n de Oro y periodo durante el cual pintores como Van Eyck o Van der Weyden crearon grandes obras de arte a finales de la Edad Media, algunos de cuyos ejemplos pueden contemplarse en el Museo del Prado. Es en esta atm¨®sfera en la que nace Carlos V en el lujoso castillo de los duques de Borgo?a en Gante. De todos modos, Francia jam¨¢s olvidar¨¢ su ambici¨®n sobre Flandes y tanto Luis XIV como Napole¨®n I consiguieron anexionarla temporalmente hasta la desembocadura del Escalda. Tras el fracaso de Waterloo, fueron los "aliados" quienes decidieron reunificar las 17 provincias de los Pa¨ªses Bajos que Felipe II y Guillermo de Orange hab¨ªan dividido a fin de crear otro Estado fuerte que pudiera hacer frente a Francia en 1815. Esta reunificaci¨®n, que durar¨ªa 15 a?os, supuso una ¨¦poca de prosperidad para Flandes del Sur, que hab¨ªa perdido sus riquezas econ¨®micas e intelectuales a favor del Norte despu¨¦s de las guerras religiosas, de las que Flandes solo se libr¨® por un breve espacio de tiempo durante el reinado de la emperatriz Mar¨ªa Teresa de Austria.

En este breve periodo de tiempo tras las guerras napole¨®nicas -entre 1815 y 1830- fue cuando se cre¨® la primera universidad flamenca en Gante, y cuando las ciudades flamencas gozaron de un respiro econ¨®mico gracias, entre otras, a las fortunas de arist¨®cratas franceses que pudieron escapar de la revoluci¨®n francesa e invirtieron sus caudales en la industria textil en Gante y Courtrai y en el comercio portuario en Amberes. Fueron ellos tambi¨¦n, erigidos en la rica burgues¨ªa franc¨®fona de las ciudades flamencas, los que jugaron un papel esencial en el siglo siguiente.

La revoluci¨®n de 1830 contra el pr¨ªncipe de Orange, que estall¨® en el Teatro Real de la Monnaie tras una representaci¨®n de La Muette de Portici, y que varios d¨ªas despu¨¦s -y felizmente con pocas v¨ªctimas- condujo a la creaci¨®n del Estado belga, fue obra de los liberales franc¨®fonos y francmasones apoyados por la rica burgues¨ªa francesa de las ciudades flamencas y la alta jerarqu¨ªa de la Iglesia cat¨®lica, tambi¨¦n franc¨®fona, por supuesto. Esta revoluci¨®n no la desencadenaron los cat¨®licos del Sur contra los calvinistas del Norte, tal como intent¨® demostrarnos TV5 la semana pasada.

En cierta manera, Francia recuper¨® tambi¨¦n el Flandes envidiado y no es casual por tanto que el primer rey belga, Leopoldo I, se casara con Luisa de Orleans, la hija de Luis Felipe, el entonces nuevo rey de Francia.

Sigui¨® entonces una represi¨®n de la cultura flamenca durante casi un siglo a la que se opusieron de inmediato los artistas: en efecto, fueron los escritores, los pintores y los compositores los que devolvieron al pueblo flamenco la conciencia de su lengua y de su cultura. Hendrik Conscience, el autor de la novela Le¨®n de Flandes, es m¨¢s virulento a¨²n en su Baas Ganzendonk, en la cual ataca la dominaci¨®n de la baja aristocracia aliada con el clero y los notarios en la Flandes rural y sus pueblos. El compositor Peter Benoit, a quien Franz Liszt adoraba, escrib¨ªa paralelamente grandes cantatas en un estilo deudor del de Berlioz sobre los grandes valores flamencos: L'Escaut, o la Rubenscantate; Guido de Gezelle revaloriz¨® la lengua flamenca con su poes¨ªa extremadamente rica y los pintores flamencos, desde Fernand Knopf a Permeke, celebraron el misticismo flamenco tanto como a los paisanos del campo.

No es hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando a esta lucha art¨ªstica se unir¨¢ un movimiento social surgido del proletariado de las ciudades flamencas, y no sin raz¨®n el primer sindicato cristiano en B¨¦lgica ser¨¢ creado en Gante muy pronto, seguido por los socialistas. De todos modos, no ser¨¢ hasta despu¨¦s de la Primera Guerra Mundial, gracias a la instauraci¨®n del sufragio universal, cuando la lucha pudo volverse una lucha pol¨ªtica. Y solo en 1930, un siglo despu¨¦s de la creaci¨®n de B¨¦lgica, cuando la universidad flamenca de Gante ense?ar¨¢ finalmente en neerland¨¦s y no en franc¨¦s, evoluci¨®n contra la cual el flamenco franc¨®fono Maurice Maeterlinck se opuso ferozmente.

Es en el seno de esta misma corriente donde se construir¨¢ a principios del siglo XX en Amberes una ¨®pera flamenca donde se interpretar¨¢n las nuevas obras de Wagner, y ello al lado de la ¨®pera francesa de la misma ciudad. Son precisamente estos hechos diversos los que mejor explican la situaci¨®n actual: en la ?pera de Gante inaugurada en 1841 por Franz Liszt, "estrella del pop" de la ¨¦poca, invitado por la rica burgues¨ªa franc¨®fona, las ¨®peras serias se cantaban en franc¨¦s, y las operetas, en flamenco. En este mismo escenario, las representaciones de teatro en lengua francesa de los espect¨¢culos venidos de Par¨ªs tanto de la Com¨¦die Fran?aise como de los teatros de bulevar se llamaban "Galas de la Elite"; y hasta 1960 los noticieros en las salas de cine de las ciudades flamencas eran en franc¨¦s. No fue hasta despu¨¦s de Mayo del 68 cuando todo se transform¨® definitivamente en el plano intelectual, cultural y pol¨ªtico. Mientras tanto, en 1958 tuvo lugar la exposici¨®n de Bruselas y el Congo hab¨ªa conseguido la independencia en 1960. La Universidad de Lovaina, transformada en biling¨¹e, se segreg¨® en dos: Leuven y Lovaina la Nueva. Los artistas flamencos, censurados por la fuerte dominaci¨®n clerical, estallaron e invadieron Europa como representantes de una nueva vanguardia. En el mismo momento, la industria del carb¨®n y del acero en Valonia tambi¨¦n empezaron a tener dificultades como las del Ruhr o las de Bilbao. Diez a?os despu¨¦s del Mayo del 68 se desencaden¨® el proceso de reformas institucionales.

Desde la perspectiva hist¨®rica, no hay que asombrarse de que este proceso no haya funcionado bien, y probablemente no ser¨¢ hasta despu¨¦s de las elecciones de la semana pasada cuando se puedan tomar las decisiones necesarias despu¨¦s de 30 a?os. En efecto, todo esto es m¨¢s legible cuando se sabe que en 1981 -200 a?os despu¨¦s de la creaci¨®n del Teatro de la Monnaie- yo mismo me convert¨ª en el primer director flamenco y no francmas¨®n de la ?pera de Bruselas, teatro en el que mi predecesor se vanagloriaba antes de mi presentaci¨®n de no dominar la lengua neerlandesa, y ese fue precisamente mi m¨¦rito: hacer renacer aquella instituci¨®n convirti¨¦ndola en completamente biling¨¹e, tal como estaba previsto en la Constituci¨®n belga.

El ¨²ltimo elemento que hay que conocer para comprender la situaci¨®n belga y la victoria del N-VA: la represi¨®n de la colaboraci¨®n con Alemania tras la Segunda Guerra Mundial. Contrariamente a lo que se pretende, dicha colaboraci¨®n no se sit¨²a solo en Flandes. Tambi¨¦n es en Valonia donde L¨¦on Degrelle cre¨® el movimiento fascista Rex. En Flandes fue la Iglesia cat¨®lica sobre todo -en aquel paisaje rural con sus parroquias dominadas por el sacerdote y el notario contra el m¨¦dico- la que insisti¨® entre los j¨®venes paisanos con el serm¨®n de los domingos para incitarlos al combate en el frente del Este contra los comunistas y al lado de los alemanes. Es el escritor Hugo Claus quien analiza este proceso magistralmente en su novela La pena de B¨¦lgica. A ello se une que la joven generaci¨®n intelectual flamenca, harta de la dominaci¨®n intelectual, pol¨ªtica y econ¨®mica franc¨®fona, simpatiza con la cultura alemana desde los a?os 1920.

En 1945, la represi¨®n golpea sobre todo a Flandes como se puede ver en las estad¨ªsticas y donde las persecuciones son iniciadas en gran parte por procuradores flamencos pero franc¨®fonos. Asimismo, en el c¨®digo penal se cre¨® un art¨ªculo previendo que por la m¨¢s nimia condena a los inculpados se les privar¨ªa de todos sus derechos civiles. Este art¨ªculo, sobre el que escrib¨ª mi estudio para obtener el diploma de Derecho, lo anul¨® m¨¢s tarde el Gobierno belga siguiendo un procedimiento introducido por la Corte de los Derechos Humanos de Estrasburgo. Mientras tanto, y debido a la decisi¨®n del tribunal, decenas de millares de flamencos, y entre ellos los intelectuales, fueron privados de todo derecho civil y no pudieron sobrevivir m¨¢s que en circunstancias de lo m¨¢s penosas como simples vendedores puerta a puerta.

Analizado en este complejo contexto el voto de la semana pasada supone una gran oportunidad para B¨¦lgica. Para empezar, porque los flamencos y los valones cada vez piensan m¨¢s en clave europea. Hay pocos pa¨ªses en Europa que sean tan gentilmente acogidos en sus lenguas natales, y esta es la base misma de la Europa del futuro. Adem¨¢s, los flamencos son un pueblo muy tolerante. Frente a una injusticia tan flagrante en el siglo XIX, Flandes no ha vivido jam¨¢s movimientos o acciones terroristas. Por el contrario, el movimiento flamenco se ha expresado primero a trav¨¦s del arte y despu¨¦s, pol¨ªticamente, mediante el sufragio universal, y finalmente, econ¨®micamente, a trav¨¦s del enorme potencial de trabajo de los flamencos y su inspiraci¨®n europea e internacional.

Vivir en Flandes quiere decir viajar. El peligro actual radica en el hecho de que la clase media flamenca se ha convertido en rica con una mentalidad de nuevos ricos que quieren proteger sus bienes; la democracia cultural e intelectual no ha secundado siempre a la democracia material, y eso es lo que se olvida, que la solidaridad es un valor fundamental de la democracia. En Valonia se han perdido decenas de a?os por falta de inversiones en las nuevas tecnolog¨ªas y el turismo. De todos modos, el mayor peligro del que no se habla nunca en el extranjero radica en el lobby de grandes fortunas franc¨®fonas en Bruselas, que en su mayor¨ªa se han enriquecido durante la ¨¦poca colonial en el Congo; ellas constituyen el m¨¢s importante grupo de presi¨®n sobre el Gobierno. La globalizaci¨®n ha disminuido su importancia y la nueva generaci¨®n piensa tambi¨¦n en clave m¨¢s europea, pero el abismo entre los hombres pol¨ªticos como Bart de Wever y Elio di Rupo y este lobby es enorme. Es ah¨ª donde se requiere de la monarqu¨ªa como mediadora.

La primera autopista de B¨¦lgica se construy¨® en los a?os 1950 para unir Bruselas y el litoral flamenco, donde los 67 kil¨®metros de playas a lo largo de las villas se divisan pac¨ªficamente entre la francofon¨ªa en Knock Le Zoute y la atm¨®sfera bruegeliana en Blankenberge. Sin embargo, los flamencos han tenido que esperar 20 a?os y esperar el nombramiento de un flamenco como ministro de Transportes para que se construyeran la autopista y el t¨²nel Kennedy bajo el Escalda, que unen el puerto de Rotterdam con el de Amberes y de Gante para ir a Courtrai y Calais. Esta es tambi¨¦n la historia de B¨¦lgica: esperar en fila de una a dos horas para cruzar el Escalda entre las ciudades flamencas de Gante y Amberes antes de que se construyera la autopista, uno de los ejes econ¨®micos m¨¢s importantes de Europa. Pero esta autopista, manzana de la discordia, es tambi¨¦n el s¨ªmbolo de un pa¨ªs donde la mezcla de culturas y el mestizaje son su fuerza. Partiendo de esta idea, valones y flamencos pueden proyectar la Europa del futuro, instalando buenas reglas de convivencia con las cuales los flamencos redescubrir¨¢n la necesidad de ser solidarios y una identidad que no se construye contra el otro sino hacia el progreso. -