La burbuja deportiva tambi¨¦n existe
Los Juegos Ol¨ªmpicos y los Mundiales de f¨²tbol aumentan el d¨¦ficit p¨²blico en los pa¨ªses organizadores - Cada vez son mayores las dudas acerca de su rentabilidad econ¨®mica
?Mejorar¨¢ la econom¨ªa espa?ola si Espa?a gana el Mundial de Sud¨¢frica? Para un pa¨ªs necesitado de buenas noticias, golpeado cada semana por los mercados, un ¨¦xito de esta naturaleza contribuir¨ªa a mejorar la autoestima nacional. Poco m¨¢s. Desgraciadamente, no hay suficientes evidencias que permitan aventurar una respuesta positiva a esta pregunta, por mucho que algunas escuelas de negocios hayan analizado los beneficios, tangibles o intangibles, que tiene sobre la imagen o la econom¨ªa de un pa¨ªs la celebraci¨®n de grandes eventos deportivos. As¨ª que no es cuesti¨®n de exigir a los internacionales espa?oles que afinen su punter¨ªa porque va en ello una bajada en el diferencial con el bono alem¨¢n. No.
Francia, tras ganar el Mundial de 1998, registr¨® tres a?os de crecimiento
Montreal pag¨® hasta el 2000 la factura de los Juegos que organiz¨® en 1976
El inter¨¦s de los economistas por los grandes eventos deportivos es un fen¨®meno relativamente reciente, motivado por las enormes inversiones p¨²blicas que atraen cierto tipo de manifestaciones, fundamentalmente Juegos Ol¨ªmpicos y Mundiales de f¨²tbol, y el flujo econ¨®mico que generan. Es m¨¢s, algunas escuelas de negocio han tratado de establecer alguna relaci¨®n entre ¨¦xito deportivo y crecimiento econ¨®mico.
Nadie discute a estas alturas que Francia alcanz¨® cierto estado de ¨¦xtasis colectivo nada m¨¢s conquistar la Copa del Mundo de f¨²tbol que organiz¨® en 1998. Ciertos indicadores estad¨ªsticos posteriores al evento registraron un incremento del consumo nacional y una mejora en la productividad de los trabajadores, datos que, sumados a otros, condujeron a un crecimiento econ¨®mico del 3,6%, 3,2% y 4,1% en los a?os posteriores al t¨ªtulo mundial. Ocho a?os despu¨¦s, en el Mundial de Alemania (2006), Francia lleg¨® a la final, pero el ganador fue Italia, que pas¨® de un crecimiento del 0,1% a un 1,9% al a?o siguiente. ?Fueron casualidades o ¨¦xitos deportivos de esta naturaleza contribuyen a mejorar la salud de la econom¨ªa? Ning¨²n estudio convalida estas interpretaciones, que algunos expertos califican directamente como "econom¨ªa-ficci¨®n".
Dos economistas norteamericanos, Dennis Coates y Brad Humphreys, analizaron en 2002 las series econ¨®micas registradas en las ciudades que albergaron el mayor acontecimiento deportivo anual de Estados Unidos, la final de la Superbowl (rugby americano). Su estudio concluy¨® que, para las ciudades sedes, la organizaci¨®n no hab¨ªa supuesto ning¨²n incremento en la renta per c¨¢pita de sus habitantes, pero s¨ª aportaron un nuevo dato a modo de descubrimiento: la ciudad del equipo ganador s¨ª experimentaba un aumento en los ingresos de sus ciudadanos. Ambos economistas sometieron a un an¨¢lisis parecido a las ciudades sedes de otros grandes acontecimientos, como las series finales de b¨¦isbol o la final de la NBA. En ambos casos, no se registraban datos significativos. ?Por qu¨¦, entonces, s¨ª suced¨ªa ese imprevisto en el f¨²tbol americano? Su conclusi¨®n no result¨® muy cient¨ªfica: los autores concluyeron que "s¨®lo el f¨²tbol captura el coraz¨®n y el alma de una ciudad". El descubrimiento de Coates y Humphreys fue rebatido por estudios posteriores.
Alemania organiz¨® el Mundial de 2006. Ni siquiera lleg¨® a la final, pero la organizaci¨®n fue un ¨¦xito y la percepci¨®n de la marca Alemania mejor¨®. No hay datos econ¨®micos relevantes sobre el beneficio econ¨®mico que report¨® su organizaci¨®n, si bien Alemania no tuvo que realizar cuantiosas inversiones, dado que dispon¨ªa de infraestructuras para el evento. La cuesti¨®n es que el pa¨ªs buscaba otra cosa, probablemente: mejorar su imagen en el exterior. Simon Anholt es un consultor brit¨¢nico que ha desarrollado el concepto de Nation Branding (marca de pa¨ªs), que ha dado lugar a su vez al Nation Branding Index (NBI), un indicador resultado de encuestas anuales entre 20.000 personas de 20 pa¨ªses que responden a 50 preguntas sobre su percepci¨®n de 50 pa¨ªses del mundo. Para Anholt, la correlaci¨®n entre el Mundial de 2006 y la mejora de la imagen de Alemania fue "muy elevada". "Alemania pas¨® a ocupar en el NBI el puesto n¨²mero uno en 2007 y 2008, pero, como pronostiqu¨¦, el efecto no se mantuvo mucho tiempo". Para otros autores, Alemania gan¨® en autoestima y el pa¨ªs se inund¨® de banderas como no hab¨ªa sucedido tras la reunificaci¨®n. Los ciudadanos sintieron algo parecido a "qu¨¦ bueno volver a sentirse alem¨¢n".
"Cada naci¨®n tiene una marca", explica Anholt, "y esa imagen es extremadamente importante para su progreso y su bienestar. Los pa¨ªses con una imagen positiva y potente pueden exportar mejor sus productos, su cultura, su mano de obra, sus servicios, atraer a m¨¢s turistas, inversores e inmigrantes y disfrutan de la atenci¨®n y del respeto de otras naciones. Los pa¨ªses tienen una marca, pero el pa¨ªs mismo no puede transformase en una marca". ?Gener¨® alg¨²n beneficio la mejora de la marca Alemania? Tampoco hay un estudio concluyente.
Es evidente que la celebraci¨®n de un evento deportivo de car¨¢cter global contribuye a mejorar la imagen de un pa¨ªs o refuerza la autoestima de sus ciudadanos, pero estos resultados pertenecen al amplio espectro de beneficios intangibles. ?Cu¨¢les son los beneficios tangibles? Ese es un asunto sobre el que la bibliograf¨ªa es m¨¢s amplia. "B¨¢sicamente, cuando el COI decide la sede ol¨ªmpica est¨¢ ofreciendo un aumento del PIB del pa¨ªs del 1% de media durante cuatro a?os. No hay muchos eventos que ofrezcan esta oportunidad", dice Lauren Schaparan, director de la consultora suiza Meridian Management. Sin embargo, este incremento del PIB no genera efectos positivos en numerosos casos, a la vista de la experiencia m¨¢s reciente. Hay unanimidad en un dato, convertido en el ejemplo l¨ªmite: Montreal estuvo pagando hasta el a?o 2000 la factura de sus Juegos Ol¨ªmpicos de 1976.
Se acepta que Montreal fue un caso ruinoso, as¨ª como que Los ?ngeles (1984) fue un evento dif¨ªcil de imitar, financiado en buena parte por la iniciativa privada, pero las dudas sobre los riesgos econ¨®micos que entra?an estas manifestaciones deportivas han aumentado con el tiempo, entre otras cosas porque la necesidad de seguridad ha crecido exponencialmente por la amenaza del terrorismo. Nadie ha podido cuantificar con exactitud cu¨¢nto le cuesta a un Estado proteger un gran evento. "Son cifras que no llegan a manejarse, entre otras cosas porque la tendencia m¨¢s reciente es la de utilizar al Ej¨¦rcito en esas funciones para abaratar costes", explica Feliciano Mayoral, ex secretario del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Espa?ol. Montreal tiene un sucesor en el palmar¨¦s negativo: Atenas. En el argot, Atenas es, como dice Mayoral, "un elefante blanco".
Atenas organiz¨® los Juegos del 2004 y no repar¨® en gastos. Edific¨® instalaciones monumentales dise?adas por grandes arquitectos, la mayor¨ªa de las cuales est¨¢ en desuso desde hace seis a?os. "Construyeron una sede para la halterofilia con una capacidad para 8.000 espectadores en un barrio marginal de la ciudad donde hab¨ªa nacido un halter¨®filo griego, hecho que implic¨® derribar muchas casas. No hubo otro argumento para esa decisi¨®n", explica Isidro Rigau, consultor de Summa Sports. El d¨¦ficit p¨²blico griego se dispar¨® desde 1999 hasta alcanzar un 7,5% en 2004. Se calcul¨® que los Juegos de Atenas tuvieron un coste equivalente al 5% del PIB. Aquellos excesos forman hoy parte de la actual coyuntura econ¨®mica que tiene a Grecia inmersa en una brutal crisis.
Grecia no hizo una planificaci¨®n correcta de sus Juegos. Porque detr¨¢s de uno de estos eventos debe existir una estrategia. Corea del Sur no utiliz¨® los Juegos de Se¨²l (1988) para promocionar el turismo, sino para mejorar su imagen. Empresas como Samsung, Daewoo y Goldstar, desconocidas en los ochenta, se han convertido en grandes marcas. ?Fueron aquellos Juegos rentables? Al menos, Corea extrajo algunas conclusiones positivas.
Barcelona y Sydney aparecen entre los expertos como los dos mejores ejemplos de ¨¦xito. Ambas ciudades organizaron unos Juegos brillantes, un¨¢nimemente elogiados por la prensa internacional. Detr¨¢s de aquellos eventos hubo varias estrategias. En el caso australiano, cambiar la ciudad y atraer turismo. En el espa?ol, el espectro fue m¨¢s amplio: colocar a Barcelona en el mundo y mejorar los resultados deportivos.
"?Han tenido los Juegos un efecto beneficioso para la econom¨ªa australiana?", se pregunta Lauren Schaparan: "No hay una respuesta f¨¢cil. La decisi¨®n de celebrar los Juegos se tom¨® en 1992 y, desde entonces hasta el 2000, el crecimiento ha superado la media de los ¨²ltimos 30 a?os. ?Casualidad?". Uno de los objetivos era impulsar el turismo, pero Graham Matthes, funcionario del Tesoro australiano, responde: "Ser sede ol¨ªmpica nos llen¨® de orgullo y optimismo, pero, en t¨¦rminos contantes y sonantes es dif¨ªcil determinar si esa breve burbuja publicitaria tuvo un efecto favorable y duradero sobre el turismo".
"Barcelona dej¨® un legado de beneficios no tangibles", argumenta Isidro Rigao, un experto que particip¨® en la organizaci¨®n y que ha asesorado a otras sedes ol¨ªmpicas, "como la imagen de modernizaci¨®n que dio Espa?a al mundo y la caducidad de esa cultura del vuelva usted ma?ana. Y tambi¨¦n hubo beneficios tangibles. La ciudad cambi¨® y pas¨® de ser un destino de congresos a convertirse en la segunda mayor ciudad del mundo en recepci¨®n de visitantes". Sin embargo, al a?o siguiente de los fastos de 1992 (Juegos de Barcelona y Expo de Sevilla), Espa?a inici¨® un agudo periodo de crisis econ¨®mica que, entre otros efectos, oblig¨® a los bancos a actuar como sociedades inmobiliarias. ?Les suena?
Barcelona fue objetivo de otra estrategia, esta de car¨¢cter deportivo. Espa?a pas¨® de conquistar cuatro medallas en los Juegos de Se¨²l (1988) a 22 en Barcelona (1992) gracias a un programa de financiaci¨®n mixta de deportistas de ¨¦lite (ADO), que se ha mantenido en el tiempo y que es el origen de la transformaci¨®n que ha experimentado el deporte espa?ol. Espa?a se ha convertido una potencia mundial por la calidad de sus mejores deportistas. ?Influye ello en la percepci¨®n de la marca Espa?a? ?Tiene alguna influencia en la mejora de nuestras exportaciones, por ejemplo? No hay datos concluyentes. Desde luego, los espa?oles disfrutan viendo a sus deportistas por televisi¨®n.
Las dos ¨²ltimas experiencias est¨¢n pendientes de ser examinadas, pero son de inter¨¦s porque se trata de dos pa¨ªses que est¨¢n fuera de la ¨®rbita occidental. Se trata de China, organizadora de los Juegos de 2008, y de Sud¨¢frica, sede del Mundial que se est¨¢ celebrando estos d¨ªas. Ambos pa¨ªses se han posicionado como los l¨ªderes de sus respectivas regiones, despu¨¦s de haber pasado un periodo de catarsis. Para ambos, la celebraci¨®n de estos eventos responde a una estrategia. A pesar de celebrarse en medio de una crisis financiera internacional, es evidente que China ha reforzado su liderazgo y que Sud¨¢frica est¨¢ en el camino de ser alg¨²n d¨ªa el primer pa¨ªs africano que organice unos Juegos Ol¨ªmpicos, como vaticina Feliciano Mayoral: "El COI tiene una deuda con ?frica, como en su momento lo tuvo la FIFA". Las decisiones de ambos organismos no est¨¢n exentas de un marcado perfil geopol¨ªtico. Se entiende as¨ª el doble compromiso que ha aceptado una potencia emergente como Brasil, que organizar¨¢ el Mundial de 2014 y los Juegos de 2016. Cabe mencionar que mientras la ONU cuenta con 192 miembros, la FIFA cuenta con 207, incluyendo micro Estados o Estados no reconocidos por la comunidad internacional. Ahora bien, ?acompa?ar¨¢ el ¨¦xito econ¨®mico a China y Sur¨¢frica?
"He viajado varias veces a Sud¨¢frica", explica Isidro Rigao, "all¨ª, el promedio de asistencia a los partidos de f¨²tbol es de 8.000 espectadores. S¨®lo en cuatro, a lo largo de la temporada, se han registrado entradas de 40.000 espectadores y han tenido que construir seis estadios mod¨¦licos, con la firma de arquitectos de prestigio y con capacidad superior a 40.000 asientos. ?Qu¨¦ har¨¢n despu¨¦s con esos estadios?".
Habr¨¢ que esperar un tiempo para evaluar c¨®mo China y Sud¨¢frica sobreviven a la crisis econ¨®mica y a los eventos que organizaron. Quiz¨¢s para entonces los estudios afinen un poco m¨¢s sus conclusiones y los futuros candidatos puedan evaluar con mejor fortuna los retos que comporta para su econom¨ªa acoger un acontecimiento deportivo global.
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