El partido de los gays
Si el Partido Popular se ha autoproclamado partido de los trabajadores, primero, y partido de las mujeres, despu¨¦s, nada de particular tendr¨ªa que se convirtiera ahora en partido de los gays. Ya ha dado un paso en ese sentido en la Asamblea de Madrid, donde a propuesta suya se acaba de aprobar una declaraci¨®n institucional de condena a los pa¨ªses que discriminan a los homosexuales. Seguramente tuvieron en cuenta que entre esos pa¨ªses est¨¢ Cuba, pero no es el mejor momento para que Castro cambie de opini¨®n sobre los homosexuales, ahora que el r¨¦gimen cubano vive una luna de miel con la Iglesia cat¨®lica. Claro que como hay gente que no se conforma con nada no faltar¨¢n ahora los homosexuales que pidan otra declaraci¨®n institucional para acabar con la discriminaci¨®n nacional por si alguien del PP cree a¨²n que sus correligionarios en la Asamblea de Madrid solo hacen declaraciones para que les oigan donde hablan otras lenguas.
Ser¨ªa una buena idea que el domingo que viene el PP desfilara en el D¨ªa del Orgullo con una cabalgata
Pero habr¨¢ que celebrar que el PP se declare partido de los gays. Es leg¨ªtimo que cualquier organizaci¨®n pol¨ªtica aspire a representar a cuantos m¨¢s mejor y a recabar en consecuencia sus votos. El voto de los trabajadores de derecha, por supuesto, pero ese ya lo tiene seguro, con lo que es posible, por parad¨®jico que resulte, que busque ahora el apoyo de los trabajadores de izquierda, desencantados con los partidos de izquierda que hacen pol¨ªticas de derechas, con el fin de que le voten para hacer lo mismo, pero mucho m¨¢s. Y en cuanto a las mujeres, otro tanto: que al PP le repela mucho un Ministerio de Igualdad no significa que la igualdad no entre en sus presupuestos ideol¨®gicos, sobre todo despu¨¦s de la alarma social que sin duda ha supuesto el burka. Nada ha conseguido despertar tanto la sensibilidad de la derecha ante los problemas de las mujeres como una musulmana con la cara tapada.
Y ser partido de los homosexuales no implicar¨ªa necesariamente la retirada de su recurso ante el Constitucional contra los matrimonios entre gente del mismo sexo ni la inclusi¨®n en su programa de la promesa de que apoyar¨¢n esas uniones; al fin y al cabo hay muchos homosexuales que permanecen solteros y que ni siquiera les atrae casarse. De modo que, superado ese problema de peras y manzanas, tal como lo vio con lucidez inolvidable una ilustre concejal madrile?a, podr¨ªan entenderse con muchos homosexuales. Desde sus filas admiten que son tan abiertos que incluso tienen amigos homosexuales, y no niegan, adem¨¢s, que puedan contar con familiares de esa condici¨®n sexual a los que juran no haber llevado a esos centros de recuperaci¨®n de los que hablaba este diario en d¨ªas pasados y en los que tratan de sanar a los desviados con medicamentos y padres nuestros y avemar¨ªas. Es m¨¢s: no solo no niegan que entre sus filas y entre sus dirigentes tengan gays y lesbianas, sino que algunos de ellos, ellas menos, han salido ya del armario, mientras otros y otras seguramente se lo estar¨¢n pensando. Y m¨¢s ahora, que despu¨¦s de la declaraci¨®n de la Asamblea de Madrid deben mirar con orgullo espa?ol a esos pa¨ªses donde se les discrimina. Por lo dem¨¢s, gratifica que ahora los gays de derechas no se sientan tan desamparados por su partido y que algunos gays de izquierdas entiendan que si Rajoy gana las elecciones no tendr¨¢n que exiliarse.
Ser¨ªa incluso una buena idea que el domingo que viene el PP desfilara en el D¨ªa del Orgullo con una cabalgata llena de gaviotilla y gaviotones, si no fuera por el repel¨²s que a la Reina le producen estos desfiles para decepci¨®n de los gays mon¨¢rquicos, que tambi¨¦n los hay, y muchos, amantes de ¨¢rboles geneal¨®gicos y ceremonias reales; gays con almas de princesas. Algunos de ellos pasando un mal momento ahora por la anunciada boda de Alberto de M¨®naco. Y no porque el matrimonio entre pera y manzana deseche cualquier posibilidad de que un monarca sea gay, que ninguna boda descarta esa posibilidad, y a veces ni siquiera la disimula, sino por lamentar que todo gay sea discriminado a la hora de reinar cuando muchos de ellos, con sangre azul, lo har¨ªan divinamente.
Pero, en fin, ya pasaron los tiempos en que Zapatero era protagonista de las cabalgatas gays italianas, por ejemplo, y la Espa?a de Zapatero un referente de las conquistas de los derechos de los homosexuales. Algunos gays, viendo al Zapatero alica¨ªdo de la crisis, habr¨¢n olvidado ya los tiempos en que se empe?aba en esas cosas menores, que seg¨²n Rajoy no interesaban a nadie, y que los socialistas llamaban ampliaci¨®n de las libertades. Pero, en fin, el partido de los trabajadores, el partido de las mujeres, no puede perder la ocasi¨®n de ser tambi¨¦n el partido de los homosexuales. Estamos a la espera de conocer qui¨¦n ser¨¢ el Pedro Zerolo que ponga el PP al frente de la manifestaci¨®n.
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