"Cambiar¨¦ el 'burka' por gorra y gafas de sol"
La ¨²nica mujer de Cunit que usa velo integral se adapta a la prohibici¨®n
La silueta con niqab apenas emite ruido cuando emerge de la penumbra del piso, deja que su marido hable por ella -"no entiende castellano", justifica el hombre- y se agita como un ente indefinido sin mediar palabra. Fatima Bumlaqi, musulmana de 26 a?os llegada de Marruecos a Cunit (Tarragona) hace nueve a?os, antes de cumplir la mayor¨ªa de edad, es la ¨²nica mujer de la localidad que cubre su rostro con niqab para salir a la calle. As¨ª lo se?ala al Ayuntamiento socialista de la localidad, que el lunes aprob¨® el veto al velo integral en los edificios p¨²blicos con los votos de PSC y PP.
Bumlaqi aguard¨® esa votaci¨®n con el temor que arrastra desde que el mes pasado la alcaldesa y senadora por Tarragona, Judit Alberich, anunci¨® la moci¨®n. "Estas semanas prefiere no salir de casa. Tiene miedo, no quiere ir contra la ley", explica Mustafa Briqa, de 46 a?os, maneras amables y esposo de la mujer. Briqa lleg¨® a Espa?a a finales de los noventa y nunca imagin¨® que adaptarse al pa¨ªs implicar¨ªa renunciar a sus creencias. Bumlaqi no renuncia, se reinventa. "No sab¨ªa qu¨¦ hacer, ella no quiere problemas. Hasta que me dijo: 'Cambiar¨¦ el burka por una gorra y gafas de sol", detalla Briqa muy serio, con las palmas abiertas. "Fatima es la ¨²nica mujer que usa burka y nadie ha hablado con ella", critic¨® el lunes la oposici¨®n antes de abstenerse en la prohibici¨®n. La alcaldesa dijo que el veto supondr¨¢ un "salto adelante en la lucha para defender la igualdad de la mujer".
Fatima ya no lleva a sus hijos al colegio porque no se atreve a ir velada
Acodada en el rellano del piso, la inapelable l¨®gica de Bumlaqi burla ese debate municipal. "Si usa gorra y gafas ya no molestar¨¢ a nadie. No ser¨¢ ilegal. La ley hay que cumplirla, pero la mujer debe ir tapada", dice el marido. "Es su decisi¨®n. Quiere estar m¨¢s cerca de Dios", a?ade ya clavando los ojos en el tejido que envuelve el rostro de la mujer. La tela negra y maciza impide saber si esta le devuelve la mirada. "As¨ª la gente se quedar¨¢ tranquila, ?verdad? ?La multar¨¢n con gafas? ?C¨®mo sabremos las calles en las que s¨ª se puede ir con burka?", sigue el marido con una ingenuidad que evidencia su ignorancia sobra la norma.
Este desapego sobre las mociones antiburka aprobadas en municipios de Catalu?a y Andaluc¨ªa y la realidad de los inmigrantes a quienes se dirige la prohibici¨®n la han criticado desde expertos hasta el presidente de la Generalitat, el socialista Jos¨¦ Montilla, cuyo partido gobierna en Cunit. El empe?o local en impulsar el veto no ha dejado tiempo para que alg¨²n responsable municipal se acercara a tranquilizar a Bumlaqi. "Todo lo hemos sabido por la televisi¨®n, la gente nos mira raro, pero nadie explica nada", dice Briqa.
Su esposa, siempre sigilosa, aguarda a que el fot¨®grafo la retrate. "En la calle no, nos multar¨¢n", se exalta el marido gesticulando hacia una ventana. Desde ella se comprueba que, al otro lado de la calle, la sede local del PSC ser¨ªa testigo privilegiado de que una mujer con burka se deja fotografiar en plena calle. No habr¨ªa ilegalidad, porque la prohibici¨®n ni ha entrado en vigor y no afecta a la v¨ªa p¨²blica. "Ya veremos", dice desconfiado el marido.
Y la instant¨¢nea les capta ante el portal en el que conviven junto a sus tres hijos, de entre dos a ocho a?os de edad. Bumlaqi, que se cas¨® con 16 a?os y no ha trabajado jam¨¢s, se ocupa de cuidarlos y llevarlos al colegio. "?ltimamente ya no, porque con el burka no puede salir", dice el marido. Ella sale poco, apenas tiene amigas, no cruza palabras con aut¨®ctonos ni con mujeres musulmanas. La pareja procede de las cercan¨ªas de Kenitra, urbe militar de 400.000 habitantes al norte de Rabat. Bumlaqi parti¨® de all¨ª sin estudios, tampoco los curs¨® en Espa?a. Briqa se emple¨® en la construcci¨®n y suma "a?o y pico" en el paro.
"Se quitar¨¢ el burka, no ser¨¢ un problema. Solo queremos alimentar a los ni?os", asegura el hombre cuando el llanto de un ni?o se escapa del interior del piso. El burka da media vuelta, tienta el pomo de la puerta y desaparece. Sin despedirse.
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