The Bloque horror show
En una prueba m¨¢s de que los partidos son una bicicleta electoral que, si se para, se cae, todos han presentado ya p¨²blicamente sus candidatos a unas municipales que tendr¨¢n lugar dentro de un a?o. Cada uno a su estilo tradicional. El PP los ha exhibido tan estupendamente como en una puesta de largo concebida para que los postulantes muestren su palmito. Venus salidos de las aguas directamente de la vieira, sin los esfuerzos y trabajos de gestaci¨®n y parto democr¨¢ticos. Puros como ?rsula Andress en 007 contra el Doctor No. El PSdeG se ha limitado a confirmar a los alcaldes y a poner en marcha una gira conjunta tipo V¨ªctor Manuel & Ana Bel¨¦n y amigos, precedida de un espect¨¢culo en el que prometi¨® a los progresistas necesitados de esperanza que har¨¢ en Galicia exactamente lo contrario de lo que est¨¢ haciendo en Moncloa. En el campo nacionalista ha sido un v¨ªa crucis que habr¨¢ satisfecho a los entusiastas de que los partidos tengan las paredes de cristal, pero ha puesto los pelos de punta a los que no soportan la retransmisi¨®n de las operaciones quir¨²rgicas. Y, sobre todo, ha dejado innecesariamente tocados a buena parte de los actuales representantes municipales del BNG y cuestionados inmerecidamente a otros que lo ser¨¢n. Como The Rocky Horror Show, pero sin m¨²sica.
La Xunta inform¨® de una ca¨ªda del 5% que en realidad se eleva a un 10%
El problema de la elecci¨®n de candidatos del BNG es que los militantes son todo y los votantes, nada
En el PP, salvo empecinamientos concretos y anomal¨ªas rurales, se entiende que ir de candidato a alcalde es una cuesti¨®n de oportunidad, y llegar a serlo o dejarlo, cosas de la vida. Si no obtienes eso, ya caer¨¢ otra cosa. En el PSOE, excepto algunos fichajes que parec¨ªan de pr¨ªncipes y resultaron ranas (y viceversa), ayudan a los candidatos a que se forjen su propio destino y despu¨¦s acampen en ¨¦l. Independientemente de val¨ªas individuales y personajes providenciales, e incluso de apuestas garrafales, en ambos partidos saben que la marca garantiza un suelo de votos. En el BNG, sin embargo, los candidatos deben de ser la quintaesencia de la organizaci¨®n. Y si hay suelo, est¨¢ muy abajo (en casos como Ferrol, en un par de concejales, de momento, dos legislaturas despu¨¦s de tener la alcald¨ªa). Y ni siquiera hay perspectivas de que se vaya a elevar aprovechando el previsible y generalizado descenso socialista. Se supone que es por algo (por algo m¨¢s que la supuesta conspiraci¨®n universal o medi¨¢tica que en el pasado no ha evitado ¨¦xitos).
Contra lo que afirman los especialistas en mostrarse ecu¨¢nimemente cr¨ªticos con los que pueden, el sistema de elecci¨®n de candidaturas en el BNG ha sido perfectamente democr¨¢tico, sin ni siquiera tener que compararlo con aquel m¨¦todo que rigi¨® en la etapa fraguiana del PP y que ven¨ªa consistiendo en elevar al jefe sobre el escudo. Y ha habido las dosis de cainismo tradicionalmente consustanciales a la izquierda, pero tampoco nada del nivel de aquellas acusaciones de enriquecimiento il¨ªcito en las primarias para suceder a Fraga, o del descubrimiento de pr¨¢cticas caciquiles en la organizaci¨®n provincial del PP de Ourense por parte de una horrorizada direcci¨®n regional. El problema del proceso de elecci¨®n de los candidatos del BNG es que revela que los militantes son todo, y los votantes, nada, o como mucho pueden mirar y dar tabaco.
No se ha vislumbrado en todo el proceso -meticulosamente democr¨¢tico- atisbo alguno de propuestas a la ciudadan¨ªa. Ni de an¨¢lisis de pol¨ªticas locales ni de debate de qu¨¦ candidatos pueden ser atractivos para aquellos electores que no tienen trienios como votantes del BNG. Quiz¨¢s porque el papel reservado a la ciudadan¨ªa es refrendar la propuesta de la organizaci¨®n (m¨¢s bien de la mitad m¨¢s uno de la organizaci¨®n) y el de los candidatos, llevar a cabo las pol¨ªticas que le indique la mitad m¨¢s uno. El aserto, le¨ªdo en alg¨²n foro, de que "m¨¢s vale tener 10 representantes coherentes que 15 que no lo sean" est¨¢ muy bien para el confort ideol¨®gico de los afiliados, pero muy mal para los electores, que se supone que apoyan una opci¨®n porque creen que har¨¢n una gesti¨®n m¨¢s pr¨®xima a su punto de vista, o menos alejada. Es decir, para que hagan o intenten hacer. En un peque?o municipio del sur, cuando los concejales nacionalistas presentaron la dimisi¨®n por razones internas, sus detractores saludaron la decisi¨®n porque, aunque se quedasen sin representantes municipales, el ambiente en la organizaci¨®n local mejorar¨ªa sustancialmente (y el votante a secas, que se afilie o se resigne a votar a otros menos cohesionados).
"No hay verdades ¨²nicas, ni luchas finales, pero a¨²n es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas", dec¨ªa uno de los intelectuales que intent¨® salvar los trastos del naufragio pr¨¢ctico y te¨®rico de su generaci¨®n, Manuel V¨¢zquez Montalb¨¢n. En tiempos m¨¢s terribles, pero m¨¢s esperanzados, Bertrand Russell lo dec¨ªa m¨¢s sencillo: "?Para qu¨¦ repetir los errores antiguos habiendo tantos errores nuevos que cometer?".
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