Un veto intolerable

El gobierno portugu¨¦s ha vetado la venta a Telef¨®nica de la participaci¨®n accionarial que tiene Portugal Telecom (PT) en Vivo, el operador de telefon¨ªa m¨®vil de Brasil que cuenta con m¨¢s de 55 millones de clientes en aquel pa¨ªs sudamericano. La oferta de Telef¨®nica fue aprobada por m¨¢s del 73% de los accionistas de PT, a pesar de lo cual Lisboa hizo uso de sus derechos pol¨ªticos especiales o acci¨®n de oro para impedir la venta. Las reacciones de estupor no tardaron en producirse. La m¨¢s irritada, la de la vicepresidenta de la Comisi¨®n Europea, Neelie Kroes, quien se despach¨® con un duro alegato contra las medidas proteccionistas y contra quienes se oponen a un mercado digital europeo. Bruselas, que considera ilegal la acci¨®n de oro portuguesa en PT, ya la hab¨ªa denunciado ante el Tribunal de Luxemburgo.

Las razones de S¨®crates para vetar la operaci¨®n carecen de fundamento. El primer ministro aludi¨® ayer a "intereses nacionales" para explicar el veto. Poco despu¨¦s, entr¨® en contradicci¨®n consigo mismo al afirmar que la oferta de Telef¨®nica (7.150 millones) "no cubr¨ªa los intereses estrat¨¦gicos que Vivo representa para PT": una sorprendente muestra de arrogancia de quien juzga saber mejor lo que le conviene a PT que los propios due?os de la compa?¨ªa. El da?o sufrido por estos, que se ven as¨ª privados de una plusval¨ªa considerable, justifica que, a pesar de tanta palabrer¨ªa, la decisi¨®n pueda calificarse de arbitrariedad provinciana.

La Comisi¨®n Europea ha expuesto en muchas ocasiones su oposici¨®n a la llamada acci¨®n de oro, pero S¨®crates y su equipo parece que no se han enterado de las graves consecuencias que tiene una intervenci¨®n directa del Estado en una operaci¨®n entre empresas que operan en un mercado abierto. No se trata en este caso de empresas el¨¦ctricas, que no pueden integrarse en un mercado europeo por barreras naturales, monopolios obligados o dificultades f¨ªsicas de interconexi¨®n. Si puede razonarse un veto energ¨¦tico en virtud de la seguridad del suministro, en el caso de la telefon¨ªa digital no existen condicionantes. El servicio tiende a ser universal y existe tecnolog¨ªa para traspasar cualquier frontera. Lo m¨¢s sensato ser¨ªa que Bruselas llame a cap¨ªtulo al Gobierno de S¨®crates y que Telef¨®nica recurra la decisi¨®n portuguesa. Argumentos tiene para ganar el recurso. Para empezar, el da?o causado a los accionistas.

La decisi¨®n portuguesa demuestra que la unidad econ¨®mica europea es imposible mientras se prodiguen con naturalidad estos rasgos de nacionalismo rancio. Pero adem¨¢s del conflicto con Europa, la decisi¨®n deja en mal lugar al Gobierno espa?ol, cuyo presidente, Rodr¨ªguez Zapatero, apoy¨® en 2004 el nombramiento de Dur?o Barroso, candidato de Lisboa, a la presidencia de la Comisi¨®n Europea. Por inadvertencia o porque no se ha calculado la importancia de la operaci¨®n, el caso es que, de momento, se ha perdido una gran oportunidad empresarial para Telef¨®nica.