Nadal se crece
El n¨²mero uno llega a la final tras superar a Murray y un ambiente espectacular
Antes y despu¨¦s de entrar a la pista central de Wimbledon, antes de que se enciendan miles de gargantas, de que truene y relampaguee el griter¨ªo del p¨²blico mientras pierde en semifinales (6-4, 7-6 y 6-4 para Rafael Nadal, que disputar¨¢ contra el checo Tomas Berdych su cuarta final en Londres), el escoc¨¦s Andy Murray repite con voz mon¨®tona la misma sorprendente frase: "Rafa es el jugador al que m¨¢s me gusta ver jugar". Y, sin embargo, ayer Murray hubiera preferido estar moment¨¢neamente ciego. Y, aun as¨ª, Murray hubiera deseado que la vista le traicionara. Y, pese a todo, Murray, cuarto en el ranking, hubiera querido no observar desde una posici¨®n privilegiada c¨®mo el n¨²mero uno subrayaba punto a punto y bola a bola cu¨¢ntas cosas separan a los dos tenistas y cu¨¢ntas diferencian al Nadal de 2010 del de finales de 2009. Para empezar, su reacci¨®n frente a las dificultades.
El espa?ol jugar¨¢ su cuarta final en sus ¨²ltimos cuatro a?os en el torneo
"Para jugar bien los puntos decisivos necesitas una cosa: decisi¨®n", se?ala
La Catedral del tenis hierve bajo el sol pese a que soplan ladinas rachas de viento. Sobre lo que queda de hierba, arenosos los fondos, pelados los pasillos, se disputa el tie-break de la segunda manga. Es un partido de tenis en el infierno. La tensi¨®n es extrema. Esas pelotas de la muerte s¨²bita son veneno para el cerebro de los tenistas. Esas bolas emponzo?an el coraz¨®n de los jugadores. Y esos peloteos, que valen su peso en oro, se discuten con mirada vidriosa, con las emociones nublando al raciocinio. Entonces, Nadal comete una doble falta que le cede a Murray un punto de set (6-5 y saque del brit¨¢nico). Entonces, las pulsaciones al l¨ªmite, arrecia el griter¨ªo de la grada ("C'mmon Andy!"), que brama como si no hubiera ma?ana, so?ando con la remontada. Y entonces, en medio de un exquisito silencio, n¨ªtido el sonido de cada golpe, casi se puede o¨ªr retumbar el asombro de Manuel Santana: "Porque Rafa", explicar¨¢ luego el campe¨®n de Wimbledon 1966; "coge y sube a volear en ese punto tan decisivo". "Porque Rafa tiene una fuerza mental impresionante. Y porque, en un partido tan dif¨ªcil, Rafa ha vuelto a demostrar que no le tiene miedo a nada".
"Estos partidos se deciden en cosas peque?¨ªsimas", razona m¨¢s tarde el n¨²mero uno, que venci¨® los siguientes tres puntos (6-4, 7-6) y con ellos el set y el partido. "Todo cambia en un solo punto. Ganar estos partidos siempre es lo mismo: jugar bien y la parte mental, que es decisiva. Para jugar bien esos puntos necesitas una cosa: decisi¨®n. Uno nace con algo especial, claro. Yo no digo que sea esa persona especial, pero s¨ª que eso permite jugar bien los puntos importantes. Haberlo hecho es un reflejo de la confianza que necesitaba, de la calma extra que he ganado durante la temporada de tierra".
En abril, cuando lleg¨® al torneo de Montecarlo, Nadal era un tenista rodeado de preguntas. Llevaba 11 meses sin lograr un t¨ªtulo. Su racha frente a los otros ocho mejores era preocupante. Y su puesto entre los tenistas que pesan en la lucha por los grandes t¨ªtulos parec¨ªa correr peligro. Tres meses despu¨¦s, los cu¨¢driceps apuntalados con cintas rosas de fisioterapia, la confianza reforzada por cuatro brillantes victorias en la gira de arcilla (Montecarlo, Roma, Madrid y Roland Garros), el mallorqu¨ªn devor¨® su semifinal de Wimbledon sumando un exiguo pu?ado de bolas decisivas: solo gan¨® siete puntos m¨¢s que Murray. Solo necesit¨® una bola de break para vencer la primera manga, tres de cuatro para llevarse el partido. Y solo ese sexto sentido que le permite separar lo importante de lo accesorio explica que remontara en la tercera manga, con Murray convertido en fuegos de artificio (15 aces en juegos intrascendentes, segundos saques cuando de verdad importaba) y ¨¦l, en un s¨®lido muro.
"Ha sido un d¨ªa incre¨ªble, una de las victorias m¨¢s dif¨ªciles, de las m¨¢s grandes, de mi carrera", resumi¨® orgulloso el espa?ol.
Nadal jugar¨¢ su cuarta final en sus ¨²ltimas cuatro participaciones en Wimbledon (y eso es una aut¨¦ntica locura, una racha de ciencia ficci¨®n). Nadal buscar¨¢ su octavo t¨ªtulo del Grand Slam en su d¨¦cima final grande (y eso es asombroso para un tenista de 24 a?os). Y Nadal, que en 2009 renunci¨® al torneo, lesionado en ambas rodillas, est¨¢ empezando a hacer de lo excepcional vulgar y frecuente norma. Ya lo dicen hasta los rivales. "He perdido contra uno de los tenistas m¨¢s grandes de todos los tiempos", se despidi¨®, al borde de las l¨¢grimas, un campe¨®n sin corona: Andy Murray.
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