Democracia, globalizaci¨®n y soberan¨ªa
Despu¨¦s de la reuni¨®n del G-20 encuentro muy atinado reflexionar sobre las cuestiones relacionadas con la gobernabilidad. Siguiendo a Dani Rodrick, al que algunos ven como futuro Premio Nobel de Econom¨ªa, la clave radica en poder combinar y no descartar uno de estos tres conceptos: democracia, globalizaci¨®n y soberan¨ªa. A juicio del economista americano es dif¨ªcil que las tres cuestiones se pudieran dar de manera simult¨¢nea. As¨ª, sosteniendo sus tesis tendr¨ªamos la siguiente reflexi¨®n: "La democracia es compatible con la soberan¨ªa nacional, pero solo si restringimos la globalizaci¨®n. Si aceptamos la globalizaci¨®n y retenemos la soberan¨ªa, entonces tenemos que desprendernos de la democracia. Y si queremos democracia con globalizaci¨®n, tenemos que abandonar el estado naci¨®n".
Es necesario un Fondo Monetario Europeo que sea m¨¢s que una ayuda 'ad hoc' a los pa¨ªses
Otros economistas han escrito sobre el tema y sus argumentos refutan las tesis de Rodrick. Los argumentos en contra son los siguientes. La democracia y la dimensi¨®n nacional de las pol¨ªticas monetarias y fiscales solo son compatibles con una globalizaci¨®n poco desarrollada; por tanto, corresponde a etapas anteriores a los a?os noventa y, en consecuencia, no est¨¢ muy justificada en la actualidad. En segundo t¨¦rmino, la soberan¨ªa y la globalizaci¨®n solo ser¨¢n compatibles en ausencia de democracia, pues cuando esta existe se presenta en t¨¦rminos nacionales lo que supone enfrentarse a ciertas reglas inherentes a la propia existencia de la globalizaci¨®n. En tercer lugar, la democracia y la globalizaci¨®n solo se pueden obtener simult¨¢neamente renunciando a (parte de) la soberan¨ªa, tal y como se ha planteado en Europa a trav¨¦s del Tratado de Lisboa.
?Qu¨¦ hacer entonces? Resulta muy dif¨ªcil sustraernos a los problemas actuales as¨ª como a las coyunturas econ¨®micas que constantemente revelan los responsables de los Gobiernos e instituciones internacionales. No obstante, podemos encontrar como l¨®gico y factible el siguiente esquema de an¨¢lisis: a) debemos conseguir que exista una combinaci¨®n entre democracia y soberan¨ªa, sin renunciar a la propia globalizaci¨®n; b) ello nos dar¨ªa pie a fortalecer la gobernanza econ¨®mica, aunque ¨¦sta no tenga que ser centralista y, en consecuencia se deber¨ªa permitir aceptar la concordancia de intereses, y poder evitar los problemas derivados de la descoordinaci¨®n; y c) finalmente, aunque se apueste por la descentralizaci¨®n, debiera existir una supervisi¨®n, armonizaci¨®n e incluso una homogeneizaci¨®n de determinadas acciones y pol¨ªticas, como por ejemplo, los sistemas impositivos.
La perspectiva europea, despu¨¦s de la reuni¨®n del G-20, se mueve entre cuatro crisis combinadas. La primera hace referencia al modelo econ¨®mico, esto es, muestra la ineficiencia comparada con otras econom¨ªas y la falta de recursos ante los fallos del modelo, tal y como se ha manifestado cuando evaluamos los resultados a la luz del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, o los objetivos de la Agenda de Lisboa. La segunda es la crisis institucional, que la visualizamos en las insuficiencias que se manifiestan del Tratado de Lisboa y en las dificultades para avanzar en la armonizaci¨®n de las acciones y en la consecuci¨®n de objetivos. La tercera es una crisis de confianza de las opiniones p¨²blicas, que se ha visto acrecentada con las recientes "manipulaciones" sobre las cuentas p¨²blicas de ciertos pa¨ªses. Y, finalmente, la cuarta crisis europea es la pol¨ªtica, cuyo principal efecto es el cuestionamiento de principios tan expl¨ªcitos y concretos, como es el de la solidaridad por parte de algunos Estados.
Las ense?anzas de los ¨²ltimos tiempos muestran la necesidad de ajustes. Estos son posibles, al igual que necesarios. Porque es evidente que lo que en la actualidad se est¨¢ penalizando es la indiferencia.
El mayor riesgo es la fractura; circunstancia que la Uni¨®n Europea debe evitar para poder asegurar su propia permanencia y existencia. En este sentido, es preciso apuntalar l¨ªneas de trabajo (a nivel conceptual) que eviten la existencia de una Uni¨®n Monetaria muy centralizada y una Uni¨®n Econ¨®mica escasamente estructurada. Y, en segundo lugar, tambi¨¦n es necesario avanzar hacia la puesta en pr¨¢ctica de un Fondo Monetario Europeo, que no act¨²e simplemente como mecanismo ad hoc de ayuda a los pa¨ªses con problemas o con signos muy particulares; sino que debemos contemplarlo dentro de un marco general de resoluci¨®n de las crisis. Esto es, que la UE se dote de un mecanismo institucional s¨®lido. En suma, un Fondo de Estabilidad Europeo que permita asegurar los fallos de soberan¨ªa, los "efectos contagio", y poder abordar las pol¨ªticas a trav¨¦s de varios primas de an¨¢lisis.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.