Interpreta, interpreta, que algo queda
Si uno lee estos d¨ªas la prensa norteamericana, se da cuenta de la importancia que se atribuye a la elecci¨®n de los miembros del Tribunal Supremo. Estos d¨ªas la nueva candidata propuesta por Obama, Elena Kagan, se somete a extenuantes sesiones de interrogatorio por parte del comit¨¦ del Senado encargado del tema. Parece claro que ser¨¢ elegida, pero no se lo ponen f¨¢cil. Rastrean cada una de sus declaraciones y comentarios de cuando ejerc¨ªa como decana de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. En muchos casos sus respuestas son poco expl¨ªcitas y rodeadas de ambig¨¹edades, y le recuerdan que ella escribi¨® hace a?os que los candidatos a formar parte del alto tribunal ten¨ªan que "mojarse" m¨¢s. Es habitual, y m¨¢s estos d¨ªas con motivo de los hearings de Kagan y tras la reciente sentencia que interpreta la segunda enmienda de la Constituci¨®n en el sentido que todo norteamericano tiene el derecho a tener armas en casa, que se repasen con detalle las orientaciones pol¨ªticas e ideol¨®gicas de los miembros del Supremo. Cada uno de ellos estar¨¢, previsiblemente, muchos a?os en el cargo, y solo dejar¨¢ el cargo por muerte o por petici¨®n propia. El juez Stevens esper¨® pacientemente a que llegara un presidente dem¨®crata para pedir el cese, y en esas estamos con la propuesta de Kagan (que nunca ha ejercido de juez) por parte de Obama.
Nos conviene a todos mejorar y reforzar los mecanismos de elecci¨®n de los altos magistrados
Es evidente que no me refiero a ello con un af¨¢n meramente divulgativo. La sentencia sobre el Estatuto finalmente perge?ada y la a¨²n m¨¢s reciente aceptaci¨®n a tr¨¢mite del nuevo recurso del PP sobre la ley que regula la interrupci¨®n del embarazo sit¨²a al Tribunal Constitucional, una vez m¨¢s, en el centro de la escena pol¨ªtica espa?ola. La larga experiencia norteamericana nos muestra la gran significaci¨®n extrajur¨ªdica de la labor del Supremo, que como es sabido cumple funciones de ¨²ltima instancia de apelaci¨®n y labores de tribunal constitucional. De interpretaci¨®n en interpretaci¨®n, han ido cambiando la manera de entender leyes y pr¨¢cticas sociales. Han decidido elecciones (recordemos el conflicto generado por el pol¨¦mico recuento en Florida que acab¨® con la victoria de Bush sobre Gore tras la decisi¨®n de liquidar el escrutinio papeleta por papeleta por parte del Supremo). E hist¨®ricamente han hecho convivir la Constituci¨®n norteamericana con esclavitud, segregaci¨®n o la formal integraci¨®n racial actual. Desde que el chief justice es John Roberts, los temas vinculados al mundo de los negocios han tenido m¨¢s eco, y as¨ª sobresale la sentencia por la que se permite el uso ilimitado de recursos de las corporaciones para financiar las elecciones pol¨ªticas. Y se considera asimismo que, en estos ¨²ltimos meses, la jurisprudencia est¨¢ tendiendo a reforzar los aspectos de seguridad por encima de los propios de las garant¨ªas en la obtenci¨®n de pruebas.
En Espa?a, el Tribunal Constitucional (y los otros altos tribunales, en mayor o menor medida) est¨¢n convirti¨¦ndose cada vez m¨¢s en escenarios privilegiados de conflicto pol¨ªtico. A medida que se va haciendo m¨¢s complicada la situaci¨®n econ¨®mica y social, los incentivos de los que se encuentran en la oposici¨®n para buscar cualquier medio por el que frenar la acci¨®n de gobierno se hacen m¨¢s y m¨¢s fuertes. Los periodos entre elecciones se hacen eternos para los que solo pueden quejarse de lo mal que lo hacen los que gobiernan. La impotencia genera radicalizaci¨®n y politizaci¨®n de todo lo que se ponga por delante. Y delante est¨¢n los tribunales. No me cabe duda de que la cosa no va a ir a mejor. Al rev¨¦s. Cada vez m¨¢s los jueces recoger¨¢n los bloqueos del sistema pol¨ªtico y la controversia social (v¨¦ase el libro del profesor Jos¨¦ Esteve El desconcierto del Leviat¨¢n). Recordemos adem¨¢s que los 27 art¨ªculos del Estatuto que han visto condicionada su constitucionalidad a que se siga en su aplicaci¨®n lo que los actuales magistrados entienden que es la interpretaci¨®n aut¨¦ntica, pueden ma?ana ser objeto de interpretaciones divergentes, mejores o peores. Mientras esperamos institucionalidades alternativas, nos conviene a todos mejorar y reforzar los mecanismos de elecci¨®n de los altos magistrados. M¨¢s debate y transparencia en la selecci¨®n, m¨¢s reconocimiento de la pluralidad territorial y pol¨ªtica. M¨¢s examen cruzado de los nombramientos en el Parlamento. Menos corporativismo judicial estrecho. Y m¨¢s seguimiento de qui¨¦n es qui¨¦n y qui¨¦n vota qu¨¦ en cada ocasi¨®n.
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