El Don cay¨® al abismo
El seguimiento a un chatarrero llev¨® a la polic¨ªa hasta el empresario Jos¨¦ Mestre, director de una terminal del puerto de Barcelona, preso por supuesta relaci¨®n con una red de narcotr¨¢fico
Don Jos¨¦, perdone que le moleste. Pero necesitamos que venga a la nave donde estamos abriendo el contenedor sospechoso. Tenemos un problema con un empleado de su empresa.
-S¨ª. ?Faltar¨ªa m¨¢s! Ahora voy. Estoy en mi despacho, pero tardo unos minutos.
El que atend¨ªa tan sol¨ªcito a la llamada era Jos¨¦ Mestre Fern¨¢ndez, de 53 a?os, director de la terminal de carga de Barcelona y due?o o socio de un conglomerado de 64 empresas. Y quien estaba al otro lado del tel¨¦fono era uno de los inspectores de la Brigada Central de Estupefacientes. Poco antes, los polic¨ªas hab¨ªan requerido la ayuda de Mestre para que les facilitara un local en el que abrir un contenedor de chatarra llegado de Panam¨¢ en la madrugada del pasado 22 de junio. Los agentes ten¨ªan la firme sospecha de que el contenedor llevaba algo m¨¢s que hierros viejos: un cargamento de coca¨ªna.
Cuando se descubri¨® la relaci¨®n de Mestre con unos narcos, "saltaron todas las alarmas", dice un mando policial
El acaudalado empresario se reuni¨® tres veces en un hotel con un mexicano, supuesto proveedor de la droga
-Inspector, ?qu¨¦ sucede? ?Con cu¨¢l de mis empleados tienen un problema?
-El problema es usted. Tenemos que detenerle. Mire lo que hay dentro de ese contenedor. Es coca¨ªna. Y poseemos indicios para creer que usted tiene relaci¨®n con una organizaci¨®n de traficantes.
-Voy a llamar a...
El polic¨ªa no dej¨® terminar la frase a Mestre. Acto seguido le rog¨® que pusiera sus manos a la espalda para esposarle. Al sentir el fr¨ªo metal en sus mu?ecas, el rico y poderoso empresario hizo un moh¨ªn de disgusto, pero se dej¨® llevar mansamente hasta el coche patrulla. ?l, que ten¨ªa como amigos a personas del m¨¢s alto nivel, se ve¨ªa en esta situaci¨®n por culpa de las 10 bolsas de deporte cargadas con 202 kilos de coca¨ªna ocultas entre la chatarra. ?l, que el pasado 25 de mayo hab¨ªa recibido de manos del presidente de la Generalitat, Jos¨¦ Montilla, el premio que le acredita como "mejor empresario nacional del a?o" en el sector de log¨ªstica.
El arresto de Mestre y 14 personas m¨¢s era el punto final de la Operaci¨®n Guada?a, una compleja investigaci¨®n iniciada en agosto de 2009 por el Grupo 42? de la Brigada de Estupefacientes y el Grupo de Respuesta Especial al Crimen Organizado de Galicia (GRECO). Desde entonces, el caso estuvo bajo la supervisi¨®n del juez Fernando Andreu, de la Audiencia Nacional.
El hilo inicial de las pesquisas fue Higinio Alonso Agudo, de 72 a?os, due?o de un entramado empresarial del que forma parte Chatarras Cano, una firma dedicada a la comercializaci¨®n de metales y chatarrer¨ªa. Sin embargo, los polic¨ªas sospechaban que esa empresa era una tapadera de otro tipo de actividades delictivas, contando para ello con un almac¨¦n alquilado en Campo Real, a 20 kil¨®metros de Madrid.
Siguiendo el rastro de Alonso, que tiempo atr¨¢s hab¨ªa sido detenido en Holanda por narcotr¨¢fico, los investigadores detectaron al colombiano Olmer Valencia Tabares, de 52 a?os. Este ex torero, residente en Madrid, supuestamente serv¨ªa de enlace con un grupo de suministradores de droga presuntamente liderados por H¨¦ctor Murillo Rivera, un mexicano de 42 a?os.
El pasado enero, Valencia viaj¨® a Panam¨¢ y se reuni¨® con Murillo para perfilar la puesta en marcha de un negocio conjunto, seg¨²n la polic¨ªa. Dos meses despu¨¦s ser¨ªa Murillo quien se desplazara a Espa?a para comprobar la infraestructura log¨ªstica, de transporte, almacenaje y distribuci¨®n de la mercanc¨ªa. Y fue entonces, a mediados de marzo, cuando salt¨® la sorpresa: los agentes antidroga vieron c¨®mo el tal Murillo se reun¨ªa en la terraza de un hotel de Barcelona con un hombre trajeado, que result¨® ser Jos¨¦ Mestre. Nada m¨¢s y nada menos.
Parec¨ªa incre¨ªble que alguien de su estatus tuviera amistades tan peligrosas. Pero el encuentro entre Murillo y Mestre hab¨ªa sido vigilado y fotografiado por los agentes. Y estos no ten¨ªan la menor duda de que aquel hombre era quien era: el due?o de un imperio empresarial y de una espl¨¦ndida mansi¨®n en el barrio de Pedralbes, amante de las obras de arte -seis cuadros de Mir¨®, cuatro de Picasso, un nonell y un t¨¤pies colgaban en las paredes junto a fotos con el Rey- y coleccionista de Rolls Royce, Porsche Cayenne, Mercedes SLR McLaren y otros coches de lujo. "Nos saltaron todas las alarmas", dice el inspector que lleva el caso.
En fechas sucesivas, Murillo y Mestre fueron observados en dos ocasiones m¨¢s conversando en la terraza del hotel, tras lo cual ambos se intercambiaron varios correos electr¨®nicos misteriosos y aparentemente incomprensibles. Cuando las indagaciones estaban en su punto ¨¢lgido, los polic¨ªas se quedaron pasmados al saber que Mestre iba a ser galardonado como "mejor empresario nacional" por su labor al frente de Tercat, debido a que esta empresa "se ha posicionado como una de las compa?¨ªas impulsoras de la competitividad y optimizaci¨®n de sistemas portuarios en el Mediterr¨¢neo y a nivel mundial", seg¨²n una nota de prensa.
Los pinchazos sobre los tel¨¦fonos de los sospechosos convencieron a los polic¨ªas de que los narcos estaban al rojo vivo. Y, pese a que hablaban en clave, m¨¢s de una vez se refer¨ªan a alguien al que apodaban El Don, el apelativo que suelen usar los mafiosos para referirse al jefe de una familia.
El grupo criminal hizo llegar a Barcelona dos contenedores de chatarra para probar si el engranaje funcionaba correctamente. Y funcion¨®: la ruta era la adecuada, y las empresas importadora y exportadora estaban aparentemente fuera de toda sospecha. O, al menos, as¨ª lo cre¨ªan los narcos a la vista de que la mercanc¨ªa sali¨® del puerto sin el menor contratiempo.
A la vista del ¨¦xito, los traficantes enviaron desde Panam¨¢ otros dos contenedores de chatarra, pero uno de ellos con 202 kilos de coca¨ªna en sus tripas. A las pocas horas de que el cargamento llegase a Barcelona, la polic¨ªa desbarat¨® todo el entramado con un golpe de guada?a. Punto final a la Operaci¨®n Guada?a.
Fuentes policiales se?alan que en los recintos aduaneros se revisa la documentaci¨®n de cada uno de los contenedores que llega al puerto, pero admiten que es imposible inspeccionar uno a uno. De ah¨ª la extrema dificultad de impedir la entrada de droga por este conducto. En esta ocasi¨®n, los responsables de la investigaci¨®n destacan que no solo han interceptado un importante alijo de coca¨ªna que al por menor habr¨ªa logrado un valor de 12 millones de euros, sino que han conseguido "el desmantelamiento de una compleja organizaci¨®n que operaba entre Espa?a y Am¨¦rica".
Entre los 15 detenidos en la redada est¨¢ Daniel Mart¨ªn Cabrera, de 38 a?os, una especie de secretario o recadero privado de Mestre, que llevaba encima cinco tel¨¦fonos m¨®viles. Uno de ellos, con una pegatina con la inscripci¨®n El Don y que ¨²nicamente usaba para comunicarse con su jefe.
Al registrar la casa del acaudalado empresario, dotada de c¨¢maras y equipos de seguridad, los agentes no hallaron nada sospechoso, aunque comprobaron que guardaba 60.000 euros en billetes de 500 y de 100 . ¡°Es para los gastos corrientes¡±, explic¨®. Y fue lo ¨²nico que dijo porque se neg¨® a declarar ante la polic¨ªa en presencia de su abogado, Jos¨¦ Mar¨ªa C¨¢novas Delgado. Despu¨¦s, el juez le envi¨® a la c¨¢rcel. Por ahora, ha cambiado su lujosa residencia por una diminuta celda de la Modelo de Barcelona.
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